ollingwood había cifrado después de la batalla de cabo San Vicente en un centenar el personal profesional capacitado por cada navío español, considerando al resto como mendigos o bultos. Esa bajísima cifra resultaba mucho más difícil de alcanzar en 1805, con la precipitación de la puesta a punto de las escuadras improvisadas tras un largo periodo de paz que no se había aprovechado, mientras que nuestros oponentes habían llegado a un grado de entrenamiento y disciplina difíciles de superar, señalando Álava a finales de mayo, cuando aún podría haberse contado con algún tiempo para adiestrarse de no haber incidido otras circunstancias:
La decadencia notable que ha tenido nuestra Marina en todos los ramos y la poquísima práctica de mar en un decenio de años en que nuestros enemigos no han dejado de ejercitarse en bloqueos y cruceros de invierno y verano, los ha puesto a una distancia tal que sería imposible acercárseles mientras no tengamos proporción y medios de navegar y evolucionar.
El armamento de los barcos absorbió totalmente el esfuerzo español y el personal disponible se dedicó a las numerosas faenas de a bordo para ponerlos operativos. Todo se sacrificó a conseguir que finalmente se pudiese disponer de un número digno de unid des como única aportación significativa española a la alianza con Francia.
La escasez de personal determinó su dedicación casi absoluta a los trabajos de fuerza y durante los primeros meses de 1805 se desatendió en términos generales la formación militar más elemental de los hombres que fueron incorporándose, dejándose ésta al arbitrio de los respectivos comandantes a los que se apremiaba desde las más altas esferas a poner sus buques en estado de navegabilidad.
La lenta formación de la escuadra y la temprana situación de bloqueo a que se sometió el puerto de Cádiz impedían desde luego los ejercicios de aquélla, pero también parece como si tampoco se pudiese haber atendido al adiestramiento marinero y militar de cada unidad particular. En cualquier caso, las tripulaciones bloqueadas no podían poseer aquel espíritu de organización y destreza adquirido por hábitos desarrollados en dos años de mar sin pisar tierra, como era el caso de las inglesas.
En puerto sólo se podían practicar los movimientos de carga del cañón, pero la habilidad del tiro y la puntería sólo se adquiría con la experiencia del combate o el entrenamiento en el mar.
La decadencia notable que ha tenido nuestra Marina en todos los ramos y la poquísima práctica de mar en un decenio de años en que nuestros enemigos no han dejado de ejercitarse en bloqueos y cruceros de invierno y verano, los ha puesto a una distancia tal que sería imposible acercárseles mientras no tengamos proporción y medios de navegar y evolucionar.
El armamento de los barcos absorbió totalmente el esfuerzo español y el personal disponible se dedicó a las numerosas faenas de a bordo para ponerlos operativos. Todo se sacrificó a conseguir que finalmente se pudiese disponer de un número digno de unid des como única aportación significativa española a la alianza con Francia.
La escasez de personal determinó su dedicación casi absoluta a los trabajos de fuerza y durante los primeros meses de 1805 se desatendió en términos generales la formación militar más elemental de los hombres que fueron incorporándose, dejándose ésta al arbitrio de los respectivos comandantes a los que se apremiaba desde las más altas esferas a poner sus buques en estado de navegabilidad.
La lenta formación de la escuadra y la temprana situación de bloqueo a que se sometió el puerto de Cádiz impedían desde luego los ejercicios de aquélla, pero también parece como si tampoco se pudiese haber atendido al adiestramiento marinero y militar de cada unidad particular. En cualquier caso, las tripulaciones bloqueadas no podían poseer aquel espíritu de organización y destreza adquirido por hábitos desarrollados en dos años de mar sin pisar tierra, como era el caso de las inglesas.
En puerto sólo se podían practicar los movimientos de carga del cañón, pero la habilidad del tiro y la puntería sólo se adquiría con la experiencia del combate o el entrenamiento en el mar.
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