martes, octubre 09, 2007

LA ROJA Y GUALDA

ace dos días, escuchaba al Presidente del Gobierno, referirse a la enseña nacional(aunque esto suene a facha), en tono sarcástico ,acompañado de sus correligionarios que le manifestaban con risas y pataleos el decir que daba igual el lugar donde se colocase la bandera. El problema tiene mucho más calado, lo indignante del asunto, es que se le ha ido de las manos y ahora si es verdad que ya no quedan mástiles para colocar a ese "trapo" de color rojo igualda, ha creado una situación que toca las fibras más sensibles de aquellos que aún hoy vemos en ese símbolo algo por lo que luchar y que es en sí mismo la argamasa que nos unía por encima de las contrariedades, los partidos y las ideologías.
Esa "cosa", que usted no le tiene el menor de los respetos, fué lo suficientemente importante para muchos españoles que dejaron todo en el camino de la Historia entregando hasta lo más preciado, la vida.
Me pregunto, que pensarían aquellos hombres lejos de su país en la isla de Luzón, en Baler, que no la arriaron tras siete meses de asedio, o aquél valeroso granadero Martín Ávarez a bordo del navío "San Nicolás de Bari", que fué abordado por el comodoro Nelson resistiendo en toldilla para evitar que el Sargento Mayor Willians Norri, la arriara del mástil, la bandera ,que entonces nos infundía el mayor de los respetos, propinándole un sablazo que lo atraviesa de pecho a espalda clavándolo en la madera del mamparo, o la alcaldesa de Lizartza, que a pesar de estar en un medio totalmente hostil, sufriendo amenazas de muerte a diario, mantiene en el lugar que la Constitución la asigna explicitamente.
Evidentemente, son historietas, cosas del pasado y del presente,que la modernidad, y el "avance", son incompatibles con estos hechos trasnochados, el progresísmo va mucho más allá. Piense que al menos a una pequeña parte de los que aún no nos avergonzamos de llamarnos españoles,se sieten humillados por defender lo que la Carta Magna nos obliga, no se envuelva en la bandera de la ironía, del desprecio, del"todo vale", por mantener una poltrona ganando votos a cualquier precio, incluso arrastrando y quemando lo que más amamos.
Nelson