
Jamás podría ver con buenos ojos, cualquier ataque a la justicia ni a la sociedad, y tenía claro que cualquier delincuente, donde mejor se podía “aparcar”, era alejado de la convivencia con las personas decentes hasta tu reinserción.
Pero el síndrome al que mencionaba antes, se suscita a raíz de que los delincuentes que en la actualidad están apartados de nosotros, van atener más dignidad que muchos de los políticos que deambulan por esos pasillos de los pasos perdidos.
Con la excarcelación del sanguinario DeJuana, son precisamente los presos los que van a tomar la bandera de la dignidad, los que nos van a enseñar que aunque entre rejas, tienen honor y posiblemente los que hagan recapacitar al gobierno del atropello que significa la decisión tomada estos días.
“El Acebuche”, quizás sea el germen o el revulsivo, para que una sociedad dormida, en donde todo vale, se ponga en marcha y se manifieste de forma eficaz ante el dolor de una España sometida y ultrajada en manos de unos incompetentes que confunden el derecho a gobernar por “ganar” unas elecciones, y la rendición del estado de derecho.
Es incomprensible, que los ciudadanos llamados decentes, tengamos que recurrir a los delincuentes, para que nos salven de los desmanes que el gobierno nos proporciona, no se entiende, que las cárceles se conviertan en el mayor refugio de la dignidad de un país. La sociedad recurre a vosotros, y aunque sea de soslayo y con las orejas bajas, las voces de un pueblo claman justicia, y si esa justicia tiene que venir a través de personas condenadas, siempre será mejor que aceptar la traición de gobernantes que no se sabe muy bien sus oscuras intenciones o pactos se han fraguado entre bastidores, sin luz ni taquígrafo.
NELSON