
Corre el siglo IX. En el finis terrae, un ermitaño descubre un
sepulcro que rápidamente se asocia al del apóstol Santiago el Mayor. La noticia es divulgada por toda Europa a través de los escritos que circulan por los monasterios. La Iglesia y los reyes cristianos de la península Ibérica unen sus intereses para atraer a un número creciente de peregrinos. Acaba de nacer el Camino de Santiago.

Desde ese momento, y durante toda la Edad Media, centenares de miles de peregrinos recorrerán la ruta jacobea, siguiendo la Vía Láctea, persiguiendo el jubileo. Con ellos, llegarán a la Península sus productos, sus ideas y su cultura. El Camino se convertirá, de esta manera, en la vía de conexión de la España cristiana con los pueblos d
e Europa y con el mundo musulmán de al-Andalus.

El apogeo del Camino fue consecuencia de diversos factores. El sentimiento religioso de los peregrinos se unió a los esfuerzos de la Iglesia y las monarquías, que dotaron a la ruta de las infraestructuras básicas, como puentes, iglesias u hospitales, además de velar por la seguridad de los caminantes.
Tras la Edad Media, el Camino cayó progresivamente en el olvido. Hoy la ruta está otra vez viva, y nuevamente Europa, y el mundo entero, caminan a Santiago.