sábado, septiembre 30, 2006

MUSULMANES-LA VIDA MILITAR

l nervio de la conquista y, al mismo tiempo, el instrumento de las guerras civiles del primer período musulmán fue, como es natural, el ejército. En un principio era tribal, es decir, cada tribu suministraba un cierto número de hombres, que eran llamados por un tiempo determinado y pagados con cargo al tesoro público. Estos contingentes formaban unidades independientes (chonds) y eran mandados por los jeques. De aquí que los soberanos se preocuparan de substituido. Alhakem I, fue quien inició el primer núcleo del ejército mercenario, formado por 5000 negros (los mudos). Sus sucesores no dejaron de incrementado y admitieron en él a maulas y extranjeros (eslavos). Coexistieron así dos tipos de ejército, el real y el tribal, hasta los tiempos de Almanzor, que abolió la organización por tribus y formó una nueva, de base regimental.
El ejército constaba de caballería e infantería. La primera montaba en mulas y la segunda llevaba también estos animales -uno cada tres soldados- para la impedimenta. Las armas defensivas eran cascos, escudos, corazas y ,cotas de mallas; las ofensivas, espadas, picas, lanzas y arcos.
Las expediciones militares eran de corta duración y se llamaban aceifas o algaras. Era esencial para emprender la expedición la noticia de que la cosecha se anunciaba buena en la tierra elegida para efectuada. Se emprendía casi siempre en la primavera, y el viernes anterior a la salida se celebraba una ceremonia religiosa presidida por el príncipe. Tras un desfile, los estandartes eran entregados a los jefes.
Se hacían pequeñas jornadas y se acampaba en tiendas colocadas alrededor de la del jefe. Los animales se sujetaban en estacas clavadas en largas filas. Allí recordaban los jeques sus triunfos anteriores y se animaban para el nuevo que esperaban lograr. Había un servicio de espías, llamados enaciados, que eran muy bien pagados. También se empleaban palomas mensajeras como correo militar.
En las fronteras y en las costas se solían construir castillos fortificados, llamados rabats (rápitas). En ellos vivía una guarnición, singular comunidad religioso-militar, anterior,a las Ordenes militares cristianas. Sus miembros se comprometían a una vida pura (por ejemplo, prohibición de trato con mujeres) y a luchar con severa disciplina. (fig.Almanzor)
La necesidad de defenderse contra los ataques de los normandos obligó a los príncipes cordobeses a construir naves de guerra. Almería fue la base naval más importante. La flota real llegó a contar con 200 naves en tiempos de Abderrahmán III, aunque decayó bajo sus sucesores. La flota se utilizó para ataques piráticos, que se extendieron hasta el Cantábrico, y para defender las costas meridionales frente a los fatimíes africanos. El superior de la escuadra se llamaba amiralbahr y a sus órdenes había dos jefes: uno militar, el caid, y otro marino, el arraez.

LOS MUSULMANES-LA MONEDA

ara servir este período de expansión económica, los musulmanes españoles acuñaron mon da propia -dinares de oro y dirhems de plata- en las dar-al-siqua (cecas), el jefe de las cuales, sahib-al-siqua, era un personaje importante.
Al principio el dinar pesaba 4,25 gramos y el dirhem tipo 3,71 gramos, mientras que el valor del primero era doce veces el del segundo, por lo que la relación del oro a la plata era de 7,65. Pero esta relación se fue desnivelando con el tiempo. El dirhem de plata fue reduciéndose en peso y valor, así como el dinar. En los últimos tiempos del Califato, el cobre, que sólo había servido para fabricar moneda fraccionaria. -el felús- se utilizó para la acuñación de dirhems.
Esta devaluación de la moneda hay que atribuirla al desarrollo de la burocracia palatina, frondosísima en la época del Califato, y al crecirniento del ejército mercenario, que consumía enornes sumas del erario público,-así como a la réducción del territorio de Al-Andalus, y con él de sus riquezas, ante el avance cristiano.
Los musulmanes, ateniéndose a la prescripción coránica,no grabaron nunca imágenes en sus monedas. Llevan todas ellas una leyenda, casi siempre alusiva al monoteísmo, los nombres del soberano y de la ceca y la fecha de acuñación.Del volumen de moneda acuñada, y por lo tanto como índice del dinero circulante, da idea e dato de que en tiempos de Abderramán III(Fig.Dirhems) se fabricaban anualmente monedas por valor de 200 000 dinares de oro.

FORTIFICACIONES DE CADIZ Y LA ISLA DE LEON DURANTE EL ASEDIO FRANCÉS




n 1803 realizó Hurtado obras en el baluarte de Candelaria; y en 23 de junio presentó el trabajo que le había sido encomendado, el cual fue conocido por: "Relación de la consistencia de la plaza de Cádiz y Fuertes de la Comprehensión de esta Isla, cuyo nombre propio es el que antiguamente tuvo y ahora Isla de León" dando cuenta del estado de las fortificaciones de la ciudad, y por el que se puede conocer su ARTILLADO y los baluartes que la defendían .
Prestamos atención a este informe, porque por él se viene en conocimiento del Artillado, con otros pormenores que interesan al tema de la defensa, y por ello vamos a seguir, para mayor facilidad del lector, el orden dado a la descripción hecha al tratar del Siglo XVIII.

"El frente de tierra que mira al E. -S.E. - llamado de Puerta de Tierra- está fortificado regularmente, con una buena cortina, dos semibaluartes, un revellín con su contraguardia y otras dos muy grandes que cubren los dos semibaluartes; todas estas obras con espaciosos fosos, y dos, caminos cubiertos, de los cuales el avanzado tiene tres plazas atrincheradas, y hasta ellas se extienden los ramales de las contraminas, como único frente accesible para atacar la Plaza, aunque se puede asegurar que no rendirá ningún enemigo esta Plaza como se defienda regularmente, sin ser dueño de la bahía".
-"La Plataforma de Santiago que une este frente con el de Puerta de Tierra, monta 26 piezas de cañón y mortero; y además pueden montarse en sus cortinas hasta 60 piezas más". En total: 86 piezas.
--"El Baluarte de los Negros es capaz para 29 piezas de artillería".
-"En el brazo avanzado del muelle hay una batería, la de La Puerta de la Mar, de 5 cañones, con un hornillo de bala roja en el que se calientan 200 a la vez, cuyo hornillo se construyó en 1797 por idea y orden del actual Capitán General Don Tomás de Moda, para embarcar las balas rojas en las lanchas cañoneras, después de haber hecho la experiencia de que puestas en un cajón forrado interiormente de un tabique de ladrillo grueso, y envueltas en ceniza caliente, duraban enrojecidas de 12 a 18 horas, tiempo suficiente para salir a atacar a los buques o bajeles enemigos". Total: 1 batería con 5 piezas.
-"La Plataforma de Santa Cruz, tiene también capacidad para 29 piezas".
-"Y el Baluarte de San Antonio, o de la Aduana, monta 38 piezas".
-"El Baluarte de San Carlos, junto con el de San Felipe el Alto, cruza sus fuegos con el de la Candelaria, guarda también los muelles por la parte del Nordeste, y es uno de los más importantes de Cádiz, ya que puede contener hasta 90 piezas de artillería" (cañones y morteros").
El frente del Norte -o de Candelaria- dejaría inexpugnable la boca de la bahía adoptando el plan del Capitán General de aquel año, al sacar una comunicación con cajones y escolleras, desde el baluarte de Candelaria al bajo de "Las Puercas", -en las que dice"se puede construir un fuerte o batería tan respetable como se quiera".
-El saliente de este lado Norte es el baluarte de Candelaria. Y entre Candelaria y Santa Catalina se encontraba la batería de Bilbao, la del ángulo o Plataforma de la Soledad y el baluartillo del Bonete.
-Esta Plataforma de la Soledad montaba 29 piezas.
-El Castillo de Santa Catalina, no reunía en la fecha del informe, condiciones suficientes para poder considerado como una fortaleza de primer orden; no obstante, la parte del mar que adoptaba la forma de una estrella, podía contener hasta 34 cañones y algunos morteros, que Hurtado consideraba que era "artillería más que suficiente". El algibe y el repuesto capaz para 130 quintales de pólvora, estaban a prueba.
En el frente del Oeste -que da a SanSebastián- "Las murallas son de corta altura y fáciles de asaltar pero no es fácil de atacar la ensenada de la Caleta por verse el enemigo entre tres fuegos, de los castillos y la muralla, si no toma antes el de San Sebastián; este castillo es difícil de atacar por sus escollos pero como no puede ser socorrido en todas las épocas por culpa de las fuertes marejadas"; opina debe ponerse en disposición de defenderse por sí mismo.
-El Castillo de San Sebastián acabado de citar, se encontraba fuera del recinto de la ciudad, avanzado en el mar, por la parte opuesta de la bahía, colocado sobre los peñascos inaccesibles del cabo Crónico y en el extremo de un istmo de 1.250 metros de longitud, estrecho fácil de cortar. Se componía de un recinto bajo con varias baterías y foso y una gran torre vigía de costa; según Hurtado, "no era tan eficaz como hubiera sido de desear". Se podía emplazar en su recinto hasta 40 cañones aunque "no necesita tanta artillería para ofender y para defenderse". Su avanzada tenía una capacidad artillera para 22 cañones y para cuantos morteros se quisiera.
Contaba también con su horno de bala roja; y el repuesto de pólvora era capaz para 300 quintales y estaba hecho a prueba de bomba.
-"La muralla del Sur, llamada del Vendaval, no se había construido -como queda dicho- con el fin de defender la ciudad, sino de asegurada ante los contínuos embates del mar. Sin embargo, estaba bien artillada, casi innecesariamente". Tiene para su defensa de frente 4 baterías en plataformas: la del Matadero, las dos de Capuchinos, de las cuales, una fue hecha en el año 1797 en la guerra con los ingleses que cañonearon la plaza en dicho año por esta parte del Sur, y la de los Mártires, las que no pueden servir para evitar un bombardeo semejante, y sí sólo las lanchas.
-Tiene además 3 baterías en tres redientes o flancos para defender el costado derecho del frente de tierra, (Puerta de Tierra), pie de la muralla y playa de Santa María, llamados de San Nicolás, de San Rafael y de Capuchinos. Es difícil aproximarse a la muralla del Sur por los escollos, y vientos fuertes de Levante". En total: 7 baterías.
-"Igualmente, puede aumentarse el número de piezas en todo el recinto de la plaza, por lo cual está en el caso de poder montar cuanta artillería quiera para su defensa.
-En los extremos de los fosos y en el perfil de ellos que mira a bahía hay también colocadas baterías para la defensa de ella".
Como podrá observarse, en los últimos informes se omite el nombre del baluarte de Benavides.
Recorrido el recinto de la Plaza pasamos a la costa de Poniente de la Bahía para volver a Cádiz desde el Puerto de Santa María:
-El castillo opuesto de Santa Catalina, del Puerto de Santa María, era de forma poligonal y "las baterías orientadas al Sur, que defendían la bahía podían contener hasta 15 piezas de artillería a más de un flanco dirigido hacia la entrada de ésta capaz para seis piezas". En total 15 piezas.
-El fuerte de Matagorda estaba artillado en el frente que miraba al mar con 5 cañones que podían batir los navíos por la proa desde que se ponían al alcance hasta que se encontraban entre castillos en cuyo momento los batía con 9 cañones por la proa, sin perjuicio de que todas sus piezas los batieran al pasar por su frente. A la parte de tierra tenía una batería de 8 cañones con buenos parapetos. Tenía también horno de bala roja. Y en total: 22 piezas.
-En el caño del Trocadero, Cádiz había costeado según dejamos dicho, un fuerte que se llamó de San José o del Trocadero, como el caño mismo. Contenía una batería, la del Comercio, de 18 cañones, orientada hacia la entrada del caño, para defender la entrada del puerto y el arsenal del Comercio, y el costado de Matagorda por un flanco de dicha batería. En total 18 piezas.
-Tanto el arsenal como los almacenes de él se puede decir que estaban atrincherados por tierra, por los caños, y en su espalda algunas baterías de 4 y 5 cañones cada una y la cortadura del camino de Puerto Real y el Puerto. Todo a costa del comercio. En total, 8 baterías aproximadamente: Unas 36 piezas.
Esta cortadura a la que hemos hecho referencia al hablar de la fortificación en el Siglo XVIII, fue proyectada, de 1774 a 1776, seguramente, por el ingeniero don Juan Caballero allí citado, sobre el "paso" o avenida que conduce desde Puerto Real al Castillo de Matagorda, y jugó un papel decisivo en la desdichada batalla del Trocadero, el año de 1823, según después describimos.
-El castillo de San Luis o Fort- Luis, se encontraba, según hemos dicho, en la banda izquierda del caño del Trocadero. Tenía una batería respetable de 20 cañones unos a barbeta y otros en cañoneras; a la parte del mar formaba un ángulo saliente y en su derecha tenía 10 cañones que batían la entrada del puerto y en su izquierda los restantes, el frente de mar hasta la Carraca, para los buques que vencidos todos los obstáculos quisiesen pasar a dicho arsenal de la Armada Nacional. En total: 30 piezas y un repuesto que estaba a prueba dudosa.
-Seguía La Carraca con algunas baterías provisionales, y en el ángulo que forma el Sancti - Petri con el caño que aisla la Carraca en su entrada, había una estable de 12 cañones para los buques, que salvado todos los obstáculos llegasen al propio Arsenal como ocurrió al rendir la escuadra del Almirante Rossilly en junio de 1808. En total: 12 piezas.
"Desde la Carraca siguiendo la costa a Puntales no se encuentra batería ni fuerte alguno, a no ser que la Marina en tiempo de guerra construyese alguna para resguardo de sus almacenes de la Casería de Ossio, o de pólvora de la Cantera y continúa la playa batiendo el arrecife de Cádiz más de mil varas (836 metros aproximadamente), hasta los Castillejos de donde continúa una playa rasa de arena hasta Puntales". Recuérdese que los Castillejos, que en el futuro debían de convertirse en el Castillo de la Cortadura de San Fernando, se encontraba aún en cimientos.
-El fuerte o castillo de Puntales, contaba con una batería a barbeta que se llamó de la Victoria, emplazada en dirección de acceso de los navíos a la bahía, "muy digna de tenerse en cuenta, y qu podía contener hasta 14 cañones y algunos morteros". Por el frente de la entrada del puerto tenía dos baterías más, una alta y otra baja, de 6 y 7 cañones y algunos morteros, para batir los costados y proa de los buques.
"La fortaleza era capaz para unos 40 cañones "incluso la batería de la Victoria, y se podía defender bastante tiempo hasta ser socorrida". Y en la última guerra con los ingleses se había añadido a su artillería un hornillo de bala roja". Se podían establecer en total, más de 40 piezas.
-Figuran además en este informe, 3 baterías más, fuera del recinto de la ciudad y establecidas, entre el castillo de Puntales y la Puerta de Tierra; fueron: las del Romano, y Primera y Segunda Aguada, y contenía cada una cuatro cañones. En total: 12 piezas.
La importancia del Río o Caño de Sancti-Petri hizo a Hurtado, de acuerdo con los "Planes de Defensa" de Caballero (1771-1774) y Huet 1788-1793) realizar un detenido estudio sobre sus orillas ,y principalmente de los puntos "claves" de un sistema defensivo tras el caño, como eran: el Puente de Suazo; y el Castillo de Sancti-Petri. Plano núm. V-E.
Las defensas terrestres de la Isla de León, fueron "las que tuvieron un mayor papel en la defensa de la ciudad", durante el "Sitio de Cádiz", como luego veremos.
El Puente de Suazo, es la posición más interesante y que debe estar precavida para una sorpresa, por las dos leguas y media que dista de la plaza de Cádiz para ser socorrida.
Empieza por comentar que la defensa de este Puente en lo antiguo consistió. tan sólo en una torre cuadrada, al lado de Cádiz, de 12 varas (10 metros) de lado y 15 (12,5 metros) de altura, que sin duda confundió con el antiguo castillo de San Romualdo ya citado, que en el mapa de Fray Jerónimo de la Concepción, de 1660, se denomina "Castillón de León". Este castillo, se encuentra efectivamente "situado en posición defensiva en la cabeza del Puente de Suazo junto a San Fernando (Cádiz), es monumento históricoartístico nacional" y es de planta sensiblemente rectangular, de 54 por 31 metros, con torres, de las que una tiene carácter de Torre de Homenaje.
Esta pequeña fortaleza, según toda apariencia, ha ido acrecentándose con obras en tiempos sucesivos; y asídespués se añadió a su pie una batería semicircular para 11 cañones contra la entrada del Río.
Segun estudios que dicen literalmente lo siguiente:" que posterior a esta obra se hizo la que llaman la Avanzada, cerrada con su rastrillo, al lado opuesto de la torre y extremo de la Isla, con troneras hacia la entrada del río y alguna hacia la mar, cuyo establecimiento es muy útil, para ofender a las embarcaciones enemigas que intenten entrar en el río, porque pueden ser batidas mucho antes de llegar a la embocadura y presentarse a los fuegos irremisibles de la torre y de otra de 10 cañones que une como una cortina a ésta con la de la Avanzada",
Esta última batería se construyó, como dejamos dicho al tratar de la fortificación en el Siglo XVIII, en el año de 1772 y fue emplazada en la última guerra con los ingleses, en la que por considerar escasos los fuegos de este conjunto defensivo por el lado del mar, se le añadió otra batería provisional de 3 cañones, en la estrecha playa que hay fuera del Castillo e inmediato a la entrada. (Esta batería debió ser la llamada de la barca o de la casilla de la guardia). Desde la última guerra contaron estas baterías con hornillo de bala roja y fueron servidas por la Artillería de Cádiz.
El Puente como tal, tiene su cabeza y gola, y en ambos había un reducto sencillo capaz para 16 piezas, rodeado con un foso de agua que por uno y otro lado comunicaba con el caño de SanctiPetri.
La descripci6n que hace el Ingeniero don Luis lIuet en 1798 es diferente de la que aquí hace Hurtado, en el sentido de que el reducto de cabeza o salida del puente, que en plano de Gaver (1768) se representa con capacidad para 16 ó 17 piezas, quedaría en: "un reducto compuesto de dos iguales que comprenden el camino en medio con su rastrillo, capaces cada uno por su frente de cuatro cañones que barren los intermedios de su cortina correspondiente, y terreno opuesto, con iguales fuegos a sus costados contra los arrimos, por las salinas y otros en el reducto por la espalda, por si se sucediese algún bombardeo por el río; en todo 17 cañones". Este reducto de la cabeza de puente habría pronto de constituir, como veremos, las baterías de "Concepción y Santiago".
Continuando con los estudios referente al puente Suazo, se dice lo siguiente:" que en esta cabeza de puente había un frente avanzado de dos baterías, con flancos a ambos lados del camino, y una cortadura excavada en el fango que servía de foso. En el plano de Gaver, sólo se aprecia una batería, la de la derecha, capaz para unas 10 piezas,. y que después se llamaría de "San Pedro". Sin duda en 1798 debió de hallarse construída la batería gemela de la izquierda, que se llamó de "San Pablo", pero dudamos que una y otra estuviesen artilladas con 20 piezas, cada una, como nos asegura Huet, porque no lo admite su capacidad y bien pudo ser un error de transcripción.
Contaba esta fortificación de cabeza, con otra batería que Gaver no dibuja pero que sí describe Huet y que luego se llamó de "San Felipe" como la salina en la que se asentó. Esta batería, que su misión era impedir la entrada de embarcaciones en el caño de Sancti-Petri cuya misión era defender el puente de la avenida por el caño desde su desembocadura al Atlántico. La consideró accesoria en esta fortificación y capaz hasta 10 cañones.
La gola o cabeza de puente del lado de la Isla de León, ya hemos dicho que contaba con otro reducto que se expresa asi: "Cubre su cabeza con batería alta y baja para batir las inmediaciones que están completamente descubiertas por la distancia regular que hay hasta las primeras casas del pueblo". Con ello nos indica claramente la independencia existente entre la fortaleza del Puente y el citado Castillo de San Romualdo o Castillón de León, pero no distingue la distribución de la artillería, según lo hace el plano de Gaver en el que hay, por decirlo así, dos reductos: El de la batería baja con 16 cañoneras que miran sensiblemente a la Isla, sin duda, por la distancia al pueblo; y el de la batería alta con más de 10 cañoneras, que enfilan, el mar, el río y también la entrada desde la Isla. La existencia de este reducto alto, partido para dejar pasar el camino real de Cádiz a Madrid, se denota por los dos "Cuerpos de Guardia" independientes, bajo y alto, y por la escalera que desde el puente sube a la batería alta. Todo el sistema" contaba con rastrillo exterior e interior, y estaba rodeado con un foso de aguas que por uno y otro lado comunicaba con el -repetido- caño de Sancti- , Petri". Fue conocido por el nombre de batería de "Suazo o del Caballero Suazo".
Unos y otros ingenieros nos hablan del pretíl o antepecho del propio puente, como asentamiento de piezas que dirigían sus fuegos al Sur por la dirección del caño y Hurtado insiste en que con los 8 ó 10 cañones que se colocaban sobre el puente, éstos y la batería, que ya llamamos, de "San Felipe", dejaban la fortaleza bien defendida del ataque de las embarcaciones.
"La importancia del puente de Suazo y de sus fortines complementarios no residía sólo en su fortificación, sino, y principalmente, en su excelente posición" y artillado, como se ha venido tratando.
De la posición de Sancti-Petri es que, la batería construída por la Marina en 1762, frente a la caseta de Rentas, estaba en el ángulo que forma la orilla del Río con la costa y playa de Santa María, se tituló de la "Barca" y "está bien colocada al objeto de batir las embarcaciones enemigas por la proa al mismo tiempo que el Castillo lo ejecuta por el costado" y finalmente, se apuntaba en un informe, que "la defensa de Cádjz, en la posibilidad de Un ataque por tierra, estaba en el Río o Caño de Sancti-Petri".
"Como en las tres leguas que de aquí distan a Cádiz no hay ninguna defensa, por aquí puede introducirse sin estorbo en el pueblo de la Isla de León cualquier enemigo que hubiese desembarcado en dicha playa y dirigirse a Cádiz igualmente".
En la braveza de esta playa y en los muchos bajos y escollos que la acompañan, se funda la fianza de no recelar desembarcos en la referida playa; pero opina que en tiempos bonancibles puede el enemigo (sin intención de sitiar la Plaza) desembarcar hacia el puesto de vigilancia de Caballería, de las Alcantarillas (Campo Soto), dirigirse a la Isla, y de allí a la Carraca, incendiarla, así como los almacenes de pólvora en Campo Soto, y los de la Marina de la Isla, etc., y embarcar, sin tocar el puente de Suazo; por lo cual, dice, "se deben precaver en tiempo de guerra, fortificando el Cerro de los Mártires".
-Finalmente, Torre Gorda o "Torre de Hércules", no tenía, según Hurtado, una gran importancia Artillera, 5 cañones solamente la rodeaban; su principal misión era la de servir de enlace con otras torres, por medio de señales, y así era la más importante.
A partir de este informe de Hurtado el historial de la fortificación de Cádiz siguió la siguiente cronología conocida:
En 21 de julio de 1804, se redactó una "Memoria histórica sobre la fundación de las murallas de Cádiz".y el 4 de agosto de este mismo año, se sacó un "Resumen de la memoria histórica sobre las murallas del Vendaval".
En el plano núm. 376 de la Comandancia de Ingenieros de Cádiz, del año 1806, se describen las obras realizadas en Sancti-Petri.
El 15 de marzo de 1807 se eleva al Ministerio un "Informe sobre la conservación y utilidad de los castillos del Espíritu Santo y Almadraba" de la costa atlántica de Rota a la barra del Guadalquivir; y una "Memoria sobre la batería provisional de dicha Almadraba".
y el mismo año se levantó el plano núm. 118 de la Bahía de Cádiz, desde punta Candor hasta el Río Sancti-Petri.
El 22 de enero de 1809, se llevó a cabo un reconocimiento de la zona recorrida por el río Sancti-Petri, por el Mariscal de Campo, Ingeniero en Jefe de la Plaza de Cádiz, don José del Pozo, ya citado; su subalterno don Francisco Hurtado, -de nuevo en acción con otro compañero; el Brigadier-Coronel del Real Cuerpo de Artillería del Ejército, don José Calvo de la Cantera, a la sazón comandante jefe de la Artillería de la plaza de Cádiz; y el Capitán de navío don Francisco Antonio Mourelle, comandante de las fuerzas sutíles de la bahía y vocal por parte de la Marina de la Junta de Defensa, y convinieron: "en que desde luego se montaran en las explanadas de la parte del Este de la entrada del Puente de Suazo y baluartes exteriores, 24 cañones del calibre de a 24, colocando en paraje oportuno a su inmediación los útiles y pertrechos correspondientes a su servicio".
Don Francisco Mourelle, hizo ver al Presidente y vocales de la Junta que:
"Convenía desmantelar la artillería de Matagorda y Fort Luis, y aún su destrucción en el último recurso, a fin de impedir que el enemigo se hiciese dueño de aquel paso importante, que sin duda debía ser protegido por alguno o algunos navíos de guerra que impidieran al enemigo instalarse en él y su fortificación en dichos puntos, y que habiendo hecho presente el Sr. Comandante de Artillería que en el Parque de aquella Plaza, no había cureñas de Ejército, convenía que se franquearan del Arsenal los antedichos veinte y cuatro cañones con cureñas y útiles de Marina" .
El 12 de abril de 1809 se levantó el Plano núm. 379 de la costa Sur de la Isla de Cádiz.
Después se levantó el núm. 182, del estado en que se hallaba en el día 8 de novi mbre de este mismo año de 1809, la Cortadura de San Fernando. Cosa que se repitió en 1810; lo que denotaba el interés por esta fortaleza que fue levantada, colaborando en su obra, personalmente toda la población civil de la plaza, incluso las Orde nes Religiosas; hecho que perpetúa una lápida en la que reza:
"Esta obra se hizo a presencia de las huestes enemigas" "Esta obra se concluyó en los mayores conflictos de la Patria" "Ella es un eterno monumento del patriotismo de Cádiz".
Ahuyentado el Marqués de Villel, de Cádiz, por la cólera del populacho, se constituyó en la ciudad en enero de 1810 una Junta compuesta de 18 personas para atender a las obras de defensa que se levantaban en esta Isla, y entroncado este hecho con la resolución de la Junta Central de trasladarse a la Isla de León, dejando el mando y nombrando un consejo de regencia que la reemplazase, en 29 de dicho mes de enero, fueron elegidos regentes, entre otros: el General don Francisco Javier Castaños e Iragorre, por el ejército de tierra, y el Teniente General de Marina don Antonio Escaño y García de Cáceres, por la Marina.
En este mismo mes de enero de 1810, se hacían desde Sevilla unas "reflexiones sobre la defensa de Cádiz en las circunstancias del momento". Se pintaba al enemigo como audaz, "feroz e inhumano", pero al mismo tiempo, activo y con conocimientos prácticos y especulativos para no detenerse en los medios de destrucción y asolamiento, necesarios para conseguir su objeto. Se consideraba a la cortadura de San Fernando como obra incompleta y de irreflexiva confianza para los habitantes de Cádiz, que la veían como un baluarte inexpugnable, pero que" empezada hacía ya mucho más de un año y después de muchos millones gastados aún no estaba a la mitad de su trabajo". Opinaban que "obras de esta clase o se les debía dar una importancia absoluta o era preciso asegurar su defensa de modo que por su pérdida no quedase abatida aquella fuerza moral de opinión entre la muchedumbre". Y terminaban llevando el ánimo a considerar que si el enemigo llegara a enseñorearse de la bahía con cañoneras y otras embarcaciones menores armadas, no sólo cabría la posibilidad de ataques sobre la Cortadura y sobre Puntales, sino desembarcos sobre el arrecife Cádiz-San Fernando, que provocarían el derrumbamiento del sistema defensivo montado sobre la Isla de León y con ello la Plaza de Cádiz resultaba fácil presa para este audaz enemigo.
"Las lanchas y demás medios de ataque por mar sólo se contrarrestan con un arma de la misma especie" y por ello se juzgaba "que sin perder momento se debían alistar todos los barcos menores dedicados al cabotaje, añadiéndolos a las lanchas ya armadas", organizando así una fuerza sutíl eficiente para" contrarrestar a un enemigo en los últimos esfuerzos de su encono y de su rabia contra una resistencia que jamás creyó y que en los siglos por venir apenas podrá concebirse por los que lean los sucesos y mediten las circunstancias en que el valor español arrostó el poder colosal del mayor de los tiranos".
Estas reflexiones, sin firma, fueron remitidas a don Antonio Escaño, en 13 de enero de 1810, por don Francisco de Saavedra.
Desde el 15 de noviembre de 1808, fecha de la ruptura con Francia, había que prevenirse para que no se cumpliera el aforismo, citado, de que "las plazas marítimas se toman por tierra". La fortificación que había de oponerse a un ejército como el de N apoleón y sin escuadra, tenía que reunir características distintas a la que constituía una organización permanente "mirando al mar", ya que la desventurada acción de Trafalgar (21 de Octubre de 1805) y la alianza con el Inglés, hacían variar rotundamente la situación y el ataque había que esperado principalmente, por el frente de tierra.
El Teniente General de Marina don Antonio de Escaño, conocedor, seguramente, de las reflexiones hechas por el inteligente ingeniero don Antonio Hurtado, y del informe presentado por el mismo, en 23 de junio de 1803, para defender la ciudad y puerto de Cádiz, comprendió lo mismo que él la importancia que tenía la Isla de León (San Fernando) y La Carraca y de que la defensa de Cádiz en la posibilidad de un ataque por tierra, estaba en el caño de Sancti-Petri.
"Adoptando la hipótesis de Escaño, no sólo se aprovechaba el terreno para el combate,. sino que se conservaba el Arsenal de La Carraca fácilmente convertible en fortaleza y con todos sus elementos de construcción, armas y pertrechos".
"Por el frente de tierra, disponía Cádiz de varios muradales: El frente abaluartado sistema Vauban, que obligaba a un enemigo que llegase ante él, a practicar los trabajos de un ataque "Industrial", con sus lentos procedimientos; el Castillo de la Cortadura, que actuaba de barrera avanzada; poco después el "corte" del río Arillo, con la batería de Torregorda; y finalmente, la "Isla de León".
(IJ.-Ohanos.- Documento núm. 4. (Pág. 177J.
Esta Isla de León, convertida en zona fortificada y con un foso natural tan formidable como el río Sancti-Petri, obligaba al sitiador a colocar sus baterías en la imposibilidad de hacer daño a la población; es evidente que, si esa zona exterior estaba ocupada por terreno inabordable, que a modo de campo fortificado, lo constituye la formidable red de salinas surcadas tan sólo por estrechos senderos, el objeto de la defensa se conseguía más fácilmente.
Por otra parte, si las obras exteriores se colocaban hábilmente, no sólo alejarían los proyectiles de la población civil, sino que atraerían sobre ellas el fuego de la artillería enemiga, no sólo sobre guarniciones más aptas para resistir el bombardeo que una población civil amurallada, sino que estas mismas guarniciones, amparadas en aquellas obras, podrían maniobrar amparadas por ella estorbando los trabajos de los sitiadores, obligándo1es a estar en constante alarma y a extender sus líneas de un modo considerable.
En esta disposición, el sitiador sólo podía asentar sus baterías en la costa de la Bahía desde Rota a Puerto Real, y después a prudente distancia del caño de La Carraca, Puente de Suazo y SanctiPetri, todas ellas demasiado alejadas para causar daños de importancia en la población civil" (1).
La presencia de los franceses en Sevilla, decide por fin a la Junta de Cádiz, a pedir socorros a lord Wellington antes de la venida del duque de A1buquerque a la Isla. En la bahía la escuadra inglesa tenía tropas de desembarco y en diferentes ocasiones habían solicitado los ingleses guarnecer a Cádiz.
El Almirante Purvis, al ver que los franceses se acercaban y que nada se disponía para destruir el fuerte de Santa Catalina del Puerto de Santa María, desde donde tanto daño podrían ocasionar los enemigos a Cádiz y a las escuadras, puesto que su defensa no era posible, había manifestado al General Venegas la necesidad de volar aquella fortaleza o de inutilizar su artillería. D. Francisco Javier Venegas, a la sazón Capitán General de Andalucía, en Cádiz, había autorizado el 26 de enero de 1810 al almirante inglés para que enviase marineros de su nación con este objeto.
(l).-Quintero y Atauri,- "El Sitio de Cádiz",- Pág. 88.
Esta Isla de León, convertida en zona fortificada y con un foso natural tan formidable como el río Sancti-Petri, obligaba al sitiador a colocar sus baterías en la imposibilidad de hacer daño a la población; es evidente que, si esa zona exterior estaba ocupada por terreno inabordable, que a modo de campo fortificado, lo constituye la formidable red de salinas surcadas tan sólo por estrechos senderos, el objeto de la defensa se conseguía más fácilmente.
Por otra parte, si las obras exteriores se colocaban hábilmente, no sólo alejarían los proyectiles de la población civil, sino que atraerían sobre ellas el fuego de la artillería enemiga, no sólo sobre guarniciones más aptas para resistir el bombardeo que una población civil amurallada, sino que estas mismas guarniciones, amparadas en aquellas obras, podrían maniobrar amparadas por ella estorbando los trabajos de los sitiadores, obligándoles a estar en constante alarma y a extender sus líneas de un modo considerable.
En esta disposición, el sitiador sólo podía asentar sus baterías en la costa de la Bahía desde Rota a Puerto Real, y después a prudente distancia del caño de La Carraca, Puente de Suazo y SanctiPetri, todas ellas demasiado alejadas para causar daños de importanciaen la población civil" (1).
La presencia de los franceses en Sevilla, decide por fin a la Junta de Cádiz, a pedir socorros a lord Wellington antes de la venida del duque de Albuquerque a la Isla. En la bahía la escuadra inglesa tenía tropas de desembarco y en diferentes ocasiones habían solicitado los ingleses guarnecer a Cádiz.
El Almirante Pui"vis, al ver que los franceses se acercaban y que nada se disponía para destruir el fuerte de Santa Catalina del Puerto de Santa María, desde donde tanto daño podrían ocasionar los enemigos a Cádiz y a las escuadras, puesto que su defensa no era posible, había manifestado al General Venegas la necesidad de volar aquella fortaleza o de inutilizar su artillería. D. Francisco Javier Venegas, a la sazón Capitán General de Andalucía, en Cádiz, había autorizado el 26 de enero de 1810 al almirante inglés para que enviase marineros de su nación con este objeto.
El Teniente General de la Armada don Ignacio María de Alava, con cuyo acuerdo debía procederse, había ordenado al Capitán de fragata don Luis Coig, desmontar la artillería de dicho Castillo de Santa Catalina, con el objeto de que embarcadas en los lanchones que estaban preparados para conducirla, sirviese en la Cortadura de San Fernando de la Plaza de Cádiz. Pero Purvis, atendiendo sólo a la autorización otorgada, había enviado en tres botes 50 marineros y algunos oficiales, que quemaron todo el cureñaje y carros, inutilizaron con clavos arpados de acero la artillería, destru. yeron el herraje y las explanadas de los morteros, y arrojaron al agua los cañones más pequeños. Mientras un oficial y dos marineros desembarcaron en el Puerto y clavaron 7 cañones que estaban en el Vergel. Al día siguiente fue desmantelado el repetido fuerte de Santa Catalina, porque el Ayuntamiento de Cádiz que había oído las razones de Morla, tomó con tiempo la resolución de inutilizar ésta y otras fortalezas de la Costa desde las que el enemigo apoderado de ellas pudiese molestar con sus fuegos a las naves españolas que cruzasen y permaneciesen en la Bahía, toda vez que los franceses no poseían ya el dominio del "mar.
El 2 de enero de 1810, había sido nombrado Vocal de la Junta de Gobierno, seguridad y defensa de la Isla de León, el ilustre General de Marina, don Diego de Alvear y Ponce de León, que tanto se distinguió durante la rendición de la escuadra francesa de Rosilly, en la organización de líneas de baterías costeras, en lugares estratégicos de la Isla.
Brigadas de obreros, trabajaron bajo sus órdenes, en montarlas en el Arsenal, en -el Puente de Suazo, Lazareto, Casería de Ocio o provisión de víveres, Punta de la Cantera y Almacenes de Fadricas, recibiendo nombres distintos; y así quedaron, entonces, habilitadas las baterías del Angulo, del Parque, de San Carlos, de San Antonio, de San Fernando, del Muro, de Fadricas, etc., que después fueron abandonadas.
Su primer cuidado en esta ocasión, fue la defensa del Puente de Suazo, cuya "Cabeza" artilló en el orden siguiente:
Baluarte de San Pedro: 4 cañones de a 24; 5 de 16; y 3 de a 8; en total 12 piezas.
Id. de San Pablo: 9 cañones de a 16; y 2 de a 8; en total 11 piezas.
Reducto de la Concepción: 4 cañones de 24; y 1 obús de a 9, en total 5 piezas.
Reducto de Santiago: 4 cañones de a 24; en total, 4 piezas.
Reducto de San Ignacio: 9 cañones de a 12; total 9 piezas.
Batería de San Francisco, después "nueva de Albuquerque": con 4 cañones de a 12; total, 4 piezas; y Batería del Angulo: con 4 cañones de a 16; en total 4 piezas.
Sumaba este artillado: 49 piezas. Pero como a él se añadieron las obras de las baterías del Salero de Santiago; Portazgo; Daoíz; Velarde; y de la Trinidad, cuando Albuquerque llegó a la Isla de León, y creyó que la artillería de la cabeza del Puente era insuficiente para oponer resistencia a un ejército como el francés con 40.000 hombres, todas estas baterías fueron artilladas aceleradamente por la labor de Alvear y la de Uriarte, haciendo alcanzar la cifra de 103 piezas, entre cañones y obuses.
FUENTES:
-Biblioteca Central Militar.- "Catálogo General de Documentos".- Doc. 4.034. Signatura 3.5-6-2.
-Biblioteca Central Militar.-"Catálogo General de Documentos" Doc.4.026
-Archivo Histórico Militar.- Signatura 3-5-5-9.
-Manzano Martos(Rafael), Arquitectura de Ciudades de interés Artistico del Ministerio de la Vivienda.-"El Castillo de San Romualdo, en San Fernando, Cádiz".- Madrid, junio de 1963
- Clavijo y Clavijo(Salvador) "La ciudad de San Fernando".
-I.J.Ohanos, Documento,4 pag. 177.
-Quintero y Atauri.- El Sitio de Cádiz, pag 88