miércoles, diciembre 20, 2006

EL PESO DE LA CULTURA

arie-Jeanne, ¿Cuánto peso tiene la cultura?¿cuanto aísla la misma?, de todos es sabido aunque formule esas preguntas, de que la formación es fundamental en la construcción del ser humano. Fuiste una precoz pues en tu infancia, ya dirigiste tus pasos hacia el pozo del los conocimientos, aquellos que te aportaron el rechazo de los jóvenes de tu tiempo, arrimándote a las personas de mayor edad, para embadurnarte de sapiencia absorbiendo las experiencias y los conocimientos que éstos te aportaban. Te saltaste a la torera, las obligaciones que una hija tenía con sus padres, casarte con quien estos te designaran, y para colmo abrazaste la mística, como recurso más a fin a tus ideales.
Cometiste el gran pecado, de que a tu corta edad de diez años, habías devorado, a los clásicos más insignes, ello te proporcionó el rechazo más cruel de aquellos que sólo entendían de trivialidades.
Te casaste con quien elegiste, pero estarás de acuerdo conmigo, de que en el lecho nupcial, no se debe recitar de memoria a Rousseau, o a los autores griegos y latinos. Es indudable que tu capacidad para digerir todo aquello que se ponía a tu alcance culturalmente hablando, era innegable, pero como todo en este mundo tiene su término medio, porque todo nos puede proporcionar cultura, incluso la noche de bodas.
Personalmente, eras un genio a medias, aun a sabiendas que fuiste una pieza clave en la Revolución de 1789 en Francia, que gracias a ti, tu marido escaló los peldaños más relevantes de la política francesa, así los historiadores, te catalogaron como:” la esposa que muchos veían como la encarnación de la Revolución”, tuviste la desfachatez, de dirigirte personalmente al Rey, recordándole, las obligaciones que éste tenía con el pueblo. Defensora a ultranza de la Revolución, no deparaste en luchar posteriormente en contra,. Al final, la vida, pone a cada cual en el lugar que le corresponde, amaste la cultura, luchaste por la defensa de las clases y la vida también te puso en el camino de encontrar el amor. Finalmente, la revolución, te engulló, levantaste la cabeza al ser condenada a muerte y compartiste ese momento interminable con los hombres más ilustres de tu tiempo y que corrieron el mismo destino. Tu último pensamiento, tu último reproche a una sociedad envuelta de tormentas revolucionarias, fue:”Libertad, cuántos crímenes se comenten en tu nombre”. La cultura te dio a las, lo pagaste por diferenciarte tanto del resto de los mortales, pero también estoy seguro que los conocimientos te atenuaron la pena capital.
NELSON