viernes, septiembre 15, 2006

ANNUAL: UN DESASTRE INOLVIDABLE


urante los meses de Julio y Agosto de 1921, el Ejército Español, sufrió un desastre de proporciones gigantescas, alrededor de 15.000 hombres perdieron la vida en los sucesos acaecidos en la Zona oriental del Protectorado de Marruecos, estos hechos se conocen con el nombre del desastre de Annual, una de las páginas más tristes y deprimentes de la historia militar española.
En diciembre de 1912 se crea la Comandancia General de Melilla, a cuyo frente estuvieron sucesivamente los Generales Gómez Jordana y Aizpuru. Por Real Decreto del 30 de enero de 1920 se nombra al General de División, don Manuel Fernández Silvestre para el mando de la Comandancia melillense, cesando en la de Ceuta en la que desempeñaba igual cometido.
El General Fernández Silvestre, procedía del Arma de Caballería, militar de probado valor en la guerra de Cuba y brillante historial y experiencia en la guerra de Africa, había sido ayudante de Campo de SM el Rey Alfonso XIII.
Su nombramiento despertó gran curiosidad en la opinión pública y en el propio Ejército. El 14 de febrero el General se hizo cargo del mando, recibiendo el día 22 la visita del Alto Comisario el General Berenguer, esta visita dió paso a todo tipo de rumores y especulaciones, todos ellos con un denominador común; la conquista de Alhucemas, una bahía cuyo nombre era un imán para el General Silvestre, atracción que habría de acarrearle la muerte y la destrucción en horrorosas circunstancias de la práctica totalidad de las fuerzas bajo su mando.
El 11 de Marzo, el General Silvestre se traslada a Madrid para exponer al Gobierno sus planes. Consistían en el aislamiento la cabila de Beni Urriaguel. Para ello se marcharía por el llano de Metalza hacia Tafersit, se reducirá la cabila de Beni Ulixek, aislando a la de Beni Said, obligándola a la rendición.
En una segunda fase se trataría de ocupar la margen derecha del río Nekor para pasar seguidamente a la playa de Alhucenas.
La correspondencia e instrucciones cursadas para la aprobación y puesta en práctica del plan entre el Alto Comisario el Ministro del Estado, y el General Silvestre reflejaban optimismo y una cierta cautela, ante la extensión de las operaciones.
El Gobierno, confiaba plenamente en la resolución y arrojo del General Silvestre que obtenía así la dirección estratégica de una campaña que nacía con una descoordinación entre ambas zonas del Protectorado cuando menos peligrosa.
Asimismo era notable la falta de una conducción estratégica única para todo el Teatro de la guerra, cada zona actuaba independientemente y sin recibir desde el Ministerio de la guerra las necesarias directrices. El General Silvestre parecía el hombre adecuado para poner fin a una guerra impopular y políticamente muy costosa, y en el se depositó una enorme confianza dándosele gran libertad de acción.
Poco a poco el frente fue extendiéndose, produciéndose un alargamiento muy peligroso de las vías de comunicaciones sin consolidar éstas, se ocupó lentamente y sin grandes bajas; Dar Drius, el 15 de Mayo, y Tafersit a finales de Agosto.
Ya en el año 1921, se desembarca el 12 de Enero en Sidi el Hasain, estableciéndose la posición de Afrau, participa en dicha acción el cañonero Lauria, a bordo del cual iba el Comandante General dirigiendo la operación.
El 15 de Enero se ocupa el punto que habría de dar nombre a todos los sucesos posteriores Annual.
Nada parecía detener al general, algunos de sus subordinados comenzaban a inquietarse, eran visibles ya las manifiestas muestras de hostilidad de los rifeños, la inmensa superficie ocupada sólo era cubierta por posiciones aisladas, alejadas entre si, no existían carreteras, la logística era un auténtico desastre, pero las prudentes advertencias de algunos, nada cambiaron.
El 12 de Marzo se conquistó Sidri-Dris en la desembocadura del río Amekran. En aquella primavera del año 1921, comienzan a llegar noticias sobre el trabajo que un hombre oscuro y meticuloso llevaba a cabo entre la cabila más reacia a la sumisión: Beni Urriaguel, cerca de Axdir, su padre curiosamente era un pensionista del Gobierno Español, es decir un notable cuya amistad y ayuda nos granjeábamos por dinero. Su hermano estudió, ingeniero de minas en Madrid y el marchó a Fez donde se graduó en derecho musulmán. En 1909 aparece en Melilla, siendo apreciado por los españoles, ocupaba el puesto de juez, en cuestiones procesales para indígenas, más tarde llegó a ser Kadí Kodát (juez de jueces) cargo supremo en dicha jurisdicción. Llegó a ser redactor fijo del Telegrama del Rif, compartiendo ambos trabajos con clases de árabe y sus trabajos en la oficina de asuntos indígenas. Partidario de la causa alemana, en la primera guerra mundial, a petición de los franceses, fue encarcelado en el fuerte de Rostrogordo. Intentó la fuga rompiéndose una pierna y su negativa a ser curado, le produjo una leve cojera de por vida. Estos hechos alimentaron el odio hacia los españoles. En 1919 abandona Melilla y combinando hábilmente su gran preparación con la eliminación de otros cabecillas se convierte en jefe absoluto de la harca rifeña, extendiendo lentamente la insurrección a otros cabilas.
Desde Annual sale el 1 de Junio, una columna para conquistar el Monte Abarrán. Al igual que muchas otras posiciones, se ocupó a petición de algunos jefes rifeños supuestamente leales, temerosos de las represalias de los cabilas aún no sometidas. Esta sumisión de la táctica a la política local tendría después nefastas consecuencias. En Abarrán quedaron una compañía de Regulares, una cía de policía, una batería de Montaña y una estación óptica.
A las trece horas del mismo día era atacada la posición y ocupada por el enemigo, la deserción en masa de las tropas indígenas ocasionó este desgraciado hecho que provocó sorpresa en la opinión pública y gran irritación al General Silvestre. El Capitán Salafranca y el Teniente Flomesta, fueron condecorados a título póstumo con la Cruz Laureada de San Fernando, por la heroica defensa de Abarrán.
El General Berenguer en su libro "Campañas del Rif y Yebala" 1921-1922 (pág 34) dice: "lo de Abarrán fue una sorpresa, un exceso de confianza, pero no indicio de lo ocurrido después, que dependió más que del enemigo, de errores locales, de táctica de apreciación cometidos por el Mando".
El enemigo empezó a pensar que había llegado su hora, la hora de demostrar el viejo lema de que toda operación tácticamente deseable debe ser logísticamente posible. Nuestras grandes debilidades eran claro está, fundamentalmente logísticas, tanto de personal como de material. La tropa española, carecía de instrucción y su moral era muy baja.
La impopularidad que provocaban las bajas sufridas en la guerra de Africa, hacia que nuestros soldados se mantuviesen apartados del frente, el peso de la lucha recaía sobre las tropas indígenas; regulares y policiía. La extracción social de los soldados era muy baja, un sistema de reclutamiento injusto y clasista permitía comprar con dinero las denominadas cuotas que permitían elegir destino y no ir destinado a Marruecos. Los soldados carecían de instrucción, algunos no habían disparado apenas, y su frágil moral disminuía con la fragmentación de las unidades y el terrible calor.
La situación del material era igual de mala, o incluso peor, apenas había camiones, en toda la Comandancia de Melilla existían tres ambulancias, el armamento era anticuado y en pésimo estado, no se disponía de aljibes, todo el peso del transporte recaía en animales. Todos estos graves defectos sólo brevemente apuntados, unidos a un terreno muy abrupto, sin carreteras ni caminos, combinados con un enemigo duro y correoso, acostumbrado al clima y motivado por un carácter aguerrido y la promesa del botín y la venganza, se combinaron para destrozar literalmente a las tropas españolas.
El siguiente acto de la tragedia comienza el 2 de Junio, con el ataque a Sidi Dris, en donde sus defensores al mando del Comandante Benitez resisten heróicamente un ataque de 26 horas. La dotación del cañonero Laya cooperó a esta defensa, desembarcando para reforzar la posición el Alférez de Navío Pérez Guzman, con un suboficial artillero y catorce marineros con dos ametralladoras.
El revés sufrido ante Sidi-Dris hizo a los rifeños más prudentes. El 7 de Junio se ocupa Igueriben. Esta posición presentaba un gran inconveniente: la falta de agua. Su debilidad táctica se acentuó con un error grave, no se ocupó una loma próxima que le dominaba, la loma de Sidi Dorahin o de los árboles. Aunque dominada por el fuego de la Artillería, excusa dada para no ocuparla, se trataba de un punto crítico, si los rifeños se establecían allí dominarían Igueriben, hostilizando la ayuda entre Annual y esta posición y amenazando la propia posición principal de las tropas españolas en Annual.
El 17 de Julio comenzó la ofensiva de Abd el Krim, con fuerte presión sobre Igueriben, utilizando los cañones capturados en Abarrán. El mismo 17 todavía llega un convoy a Igueriben, destacándose en la protección del mismo el Capitán de Caballería Cebollino Von Lindeman, obteniendo la Cruz Laureada de San Fernando.
Sorprendentemente el General Sivestre, aún, no era consciente del peligro extremo a que se enfrentaba. El 18 en telegrama al Alto Comisario solicita autorización para castigar duramente las intentonas de la harca.
El 18 aumentó la presión enemiga, el 19 la columna de socorro con la imprescindible ayuda es rechazada. Igueriben queda aislada, las tentativas posteriores fracasarán igualmente.
El día 21 sucumbe Igueriben, resultando muertos o desaparecidos todos los oficiales, excepto uno, que herido fue hecho prisionero y liberado 18 meses después, y 211 de Tropa de un total de 247. El Comandante Benitez por su destacadísima y singular actuación fue condecorado a título póstumo con la cruz laureada de San Fernando.
El General Silvestre fue testigo presencial de la caída de Igueriben desde el parapeto de Annual, a donde había llegado en la mañana del 21 de Julio. El nerviosismo iba en aumento, se realizaron urgentes peticiones para que la Escuadra bombardease posiciones enemigas en la costa y para que se enviasen refuerzos. Pronto se descubrió con horror que no había posibles refuerzos, el General Silvestre había adelantado todas sus fuerzas, imprudencia cuyas consecuencias resultarían trágicas muy pronto.
Desde el alba del día 22 Annual comienza a ser hostilizado. Se celebran dos consejos de guerra para decidir ante el dilema; resistir en Annual o evacuar la posición.
Aunque inicialmente se decidió resistir, al final se decidió la evacuación. Una retirada bajo presión, es posiblemente la más difícil maniobra táctica, y requiere una enorme disciplina, sacrificio, serenidad y un mando firme y decidido.
La evacuación comenzó en un impresionante desorden, el pánico se apoderó de la tropa y dió lugar a una huida generalizada.
Dicha evacuación según se cita en el expediente gubernativo que en calidad de juez elaboró el General Picaso sobre los sucesos ocurridos en la Comandancia General de Melilla en Julio de 1921: no obedecía al método de reglas elementales de toda retirada.
La ausencia de órdenes llevó al pánico, el pánico a la huida, y ésta al exterminio. Pocas unidades conservarán la cohesión, entre todas merece destacarse el heróico arrojo y valentía del Regimiento de Alcántara, cargando una y otra vez para defender la columna, resultando aniquilado dicho Regimiento, a su mando un hombre ejemplar, el Teniente Coronel de Caballería Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, que obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando por esta acción.
En Dar Drius se recogieron los restos desbaratados de Annual y otras posiciones que se sumaban a la columna, allí terminó el General Navarro segundo protagonista de esta tragedia. Poco se sabe de la muerte del General Fernández Silvestre, permaneció en Annual deambulando en medio del caos, donde murió, hecho confirmado por su propio hijo, teniente de la policía indígena al General Navarro. De Dar-Drius a Batel y de aquí a Monte Arruit la retirada continuó, en medio de una espantosa carnicería. Las noticias del desastre, llevaron a la insurrección general a los cabilas existentes entre Annual y Monte Arruit.
El 29 de Julio llega la columna a Monte Arruit, un total de 3.017 hombres, quedando inmediatamente sitiado por numerosas fuerzas rifeñas. Por su destacada actuación en dicha retirada se concedió la laureada de San Fernando a título póstumo al Capitán de Ingenieros Felix Arenas Gaspas.
El día 30 es herido el abnegado Teniente Coronel Primo de Rivera, que murió cinco días más tarde.
El 9 de Agosto extenuada la fuerza y tras una heróica resistencia, tras ser autorizado por el Alto Mando, capituló Monte Arruit. Ignorando lo pactado, los rifeños asesinaron, sistemática y salvajemente a todos los defensores, salvo el General Navarro y algunos oficiales.
Cuando meses más tarde fue liberado de nuevo Monte Arruit se procedió según telegrama del General Cabanellas al enterramiento de 2.604 cadáveres.
Todas las posiciones restantes sucumbieron, aunque la mayoría con fuerte resistencia. Se intentó salvar a las guarniciones de Sidi-Dris y Afrau por mar.
En Sidi-Dris encontró heróica muerte el Alférez de Navío Lazaga. Ambas posiciones cayeron, algunos hombres consiguieron llegar a los botes que enviaron el crucero Princesa de Asturias, y los cañoneros Lauria y Laya. El Comandante Velázquez en Sidi-Dris y el soldado Mariano García Martín en Afrau, recibieron a título póstumo la Cruz Laureada de San Fernando. También se inició el juicio contradictorio para la concesión de la máxima condecoración al citado Alférez de Navío Lazaga.
Cayó Nadar, cayó Zeluan, todo el campo exterior quedó a merced del enemigo, numerosos actos de heroísmo quedaron desconocidos, otros recibieron su justa recompensa, dos nuevas Laureadas se otorgaron en estos hechos, Capitán de Infantería Enrique Amador Arias y un soldado de la Aviación Militar Francisco
Martínez Puche, ambas a título póstumo.
Melilla quedó indefensa, se salvó trayendo refuerzos de Ceuta.
La magnitud del Desastre, conmocionó a toda España. La opinión pública quedó consternada y el Gobierno hundido. ¿Cómo pudo pasar?. No resulta sencillo de explicar, pero sin duda la clave fue el derrumbe moral. Las grandes batallas de la historia militar, que acabaron en grandes matanzas, hasta la aparición de las armas de destrucción masiva siempre han sido fruto del colapso moral, del pánico y de la huída. Annual permanecerá siempre en nuestra historia militar como el símbolo hiriente de todos nuestros males: la falta de previsión, la falta de organización, la falta de liderazgo, y una arrogancia temeraria, ocasionarán la quiebra moral de nuestras fuerzas. En definitiva, un episodio triste, pero que jamás debemos olvidar, ya que: "aquellos que olvidan la historia están condenados a repetirla











EL MOTÍN DE ESQUILACHE


os últimos días de Isabel de Farnesio madre de Carlos III y
esposa de Felipe V, se vieron amargados por el motín de Esquilache. Las esperanzas surgidas al comienzo del reinado de Carlos III habían ido desvaneciéndose y el descontento crecía a medida que pasaban los años. A los problemas estructurales del Antiguo Régimen, como eran las crisis de subsistencias, se sumaron las resistencias de los grupos afectados por la oleada reformista. En poco tiempo se habían introducido muchos cambios que no habían sido bien asimilados por el conjunto de la sociedad. La voz popular culpaba al gobierno y muy especialmente al ministro italiano, a Esquilache, de los problemas existentes. la opinión pública lo veía como un extranjero que se había enriquecido a costa del pueblo español. Criticaban su afición al lujo, su codicia y su ambición de poder. El problema de fondo eran las crisis de subsistencias, una amenaza continua que desde 1760 parecía haberse agudizado.682 En 1765 las medidas liberalizadoras tomadas por el gobierno, con la abolición de la tasa de granos, en lugar de mejorar la situación contribuyeron a empeorarla todavía más. Se produjo un gran encarecimiento de los productos de primera necesidad. En Madrid el precio del pan casi se había doblado de 1760 a 1766. Lo mismo había sucedido con otros artículos básicos. El hambre amenazaba y los precios se dispararon. Incluso disposiciones destinadas a mejorar la vida cotidiana de los madrileños, como la limpieza y el alumbrado público, acabaron por crear descontento. Los propietarios repercutieron los costos sobre los alquileres y se encareció la vivienda, y los faroles hicieron del aceite y de las velas de sebo, necesarios para la iluminación, productos muy caros.

En diciembre la situación era ya muy crítica. Muy interesante resulta el testimonio del embajador británico, que una vez más pone de manifiesto el agudo olfato político de doña Isabel, siempre atenta a cualquier indicio de descontento popular y dispuesta a aconsejar asu hijo: «Como el precio del pan se ha elevado considerablemente, se han dejado oír grandes clamores por parte del pueblo de Madrid; y el día que la corte regresó aquí (desde El Escorial), la multitud se arremolinó en torno al carruaje de la reina, con gritos de que estaba hambrienta. Su Majestad comunicó esto al rey al día siguiente y este envió a buscar a Esquilache, reprochándole que en cierta medida erala causa de ese disturbio; y me ha comunicado alguien que escuchó la conversación que Esquilache replicó que era imposible conciliarla guerra con los ahorros que exigía la situación económica. . .».
En esas adversas circunstancias el gobierno adoptó muy inoportunamente otra medida que acabaría de desencadenar el conflicto. El10 de marzo de 1766, se reformó el vestido popular, prohibiendo la capa larga y el sombrero de ala ancha, que fueron sustituidos por la capa corta y el sombrero de tres picos. El motivo era asegurar el orden público, con frecuencia burlado por delincuentes que amparándose en el anonimato del embozo tradicional escapaban de la justicia.
Además la orden se aplicó con excesivo rigor y originó algunos incidentes. Creció la tensión y se agudizó la guerra de pasquines que alentaban a la subversión. El pueblo de Madrid se movilizaría al grito de «¡Viva el sombrero redondo! ¡Viva España!». El motín se inició en Madrid el 23 de marzo de 1766,Domingo de Ramos. Un incidente entre unos embozados y algunos soldados, en la plaza de Antón Martín, desencadenó los alborotos. un grupo numeroso se dirigió hacia la residencia de Esquilache, la Casa de las Siete Chimeneas, y la saqueó, salvándose el ministro del ataque por hallarse ausente.
Otros se dedicaron a destrozar a pedradas los faroles de Sabattini. Muchos se congregaron frente al palacio real I solicitando hacer presentes al rey sus quejas y peticiones. El duque de Arcos, jefe de la guardia de corps, prometió que el monarca les atendería y logró que se dispersara la multitud.
Sin embargo el problema, lejos de solucionarse, se reprodujo con mayor violencia. El lunes día 24, volvió la multitud a reunirse ante" el nuevo palacio real y se encontró frente a frente con la guardia valona. Se produjo entonces una refriega en la que hubo víctimas por ambas partes. Ante el peligroso cariz de los acontecimientos el rey reunió a sus consejeros para decidir el modo de actuar. Las opiniones eran contrapuestas. Unos se inclinaban por el castigo, mientras que otros se declaraban en contra de utilizar la fuerza tanto por razones de humanidad como de justicia, pues consideraban que algunas de las peticiones populares eran justas. Para establecer una comunicación entre los amotinados y el gobierno fue elegido como portavoz popular un predicador, el padre Cuenca, a quien se encargó llevar a palacio las reclamaciones, centradas en los siguientes puntos:
destierro de Esquilache, ministros españoles en el gobierno, disolución de la guardia valona, rebaja de los comestibles, supresión de la Junta de Abastos, acuartelamiento del ejército, anulación del decreto sobre capas y sombreros, y garantía personal del rey. El fraile cumplió su misión y regresó asegurando que Carlos III accedía a todas las peticiones. Inmediatamente unos alguaciles comenzaron a fijar carteles que anunciaban el abaratamiento del pan y otros víveres.
Los amotinados, muy recelosos, reclamaban la presencia del monarca, y don Carlos no tuvo más remedio que ceder a lo que consideraba una humillación. Salió al balcón y dio su asentimiento a las peticiones.
Carlos III, monarca absoluto e ilustrado, convencido de su dignidad real y de su papel de padre de su pueblo, que desde su punto de vista le debía amor, respeto y fidelidad, jamás olvidaría ese momento.
Mª Ángeles Pérez Samper

Reclutas Españoles en el Ejército Británico 1812 - 1813


Por Robert BurnhamTraducido por José A.Aded – Junio 2001
“ Nunca vi soldados mejores, más disciplinados, y absolutamente sobrios en mi vida, y como exploradores, el viejo Húsar alemán no los excedió ".
Sir Harry Smith, del 95º de Rifles.
Uno de los episodios menos conocidos de la Guerra Peninsular fue el reclutamiento activo de españoles en el Ejército británico en 1812 y 1813. Durante años el británico miró con desprecio a sus colegas españoles y para la mayoría de los oficiales, era inconcebible tenerlos en sus regimientos. Hacia 1811, el Duque de Wellington se opuso a la idea. Esta actitud negativa fue arrastrada hasta el siglo XX y ni el Señor Charles Oman, en su trabajo definitivo de la Guerra Peninsular, ni John Fortescue, en su monumental estudio del Ejército Británico, mencionan su reclutamiento. Pero ellos fueron alistados; y en algunos casos, casi el 35% de los reclutas de las unidades en 1812 eran españoles. La mayor parte de las veces sirvieron honorablemente.
La primera pregunta que debe hacerse dado el extendido desprecio hacia las habilidades combativas del español por el cuerpo de oficiales británicos es: ¿ que circunstancias los llevaron reclutarlos en sus regimientos ?. Era una cuestión de números. Los británicos no tenían ningún sistema de alistamiento y confiaban en los voluntarios para completar las filas de sus regimientos. En 1811, el Ejército Británico que servia en Ultramar tenía 21,000 bajas. Mientras que esta cantidad es pequeña comparada con las bajas del ejercito Francés, Ruso, o Austríaco en 1805, 1807, o 1809, provocó una grave crisis en el sistema militar británico. En 1811, el Ejército Británico sólo había reclutado a 26,000 hombres para reemplazar a las 21,000 bajas, además de TODOS los regimientos en el servicio activo, no sólo aquéllos que servían en España y Portugal. ¡Dicho de otro modo, simplemente, el Ejército Británico estaba al limite de efectivos!.
La situación en los primeros cuatro meses de 1812 puso en grave crisis al sistema militar británico. Aunque Wellington obtuvo dos victorias notables en los sitios de Ciudad Rodrigo y Badajoz, tuvo un alto coste. Durante los dos sitios, el británico perdió casi 4,000 de sus propios hombres sin incluir las bajas portuguesas. ¡Esto estaba por encima de un 10% de los soldados británicos de Wellington antes de que combatieran en una batalla contra los principales ejércitos franceses! Algunas de las unidades de primer orden del ejército formaron parte de las tremendas pérdidas y no había ningún reemplazo a la vista. Las dos divisiones de primer orden del Ejército, la División Ligera y la " Fighting " 3ª División, fueron particularmente afectadas. El 1/88 Regimiento ( Connaught Rangers) había perdido el 25% de sus hombres y 14 de 24 oficiales en los dos sitios. Los 1/95 Rifles estaban en peor forma. Su fuerza era aproximadamente al principio de 1812 de 700 hombres y oficiales. Cuando Badajoz fue capturado el 1/95 tenía 16 oficiales y 198 soldados muertos o heridos; ¡alrededor de un 30% de bajas!. En los datos anteriores, claro está, sólo cuentan las bajas en combate. ¡Si 1812 iba a ser como 1811, Wellington debía de estar preocupado!. ¡Hacia el Otoño de 1811, el Ejército Británico tenía hospitalizado casi 17000 individuos o el 45% de las tropas!.
Ni siquiera Wellington podía esperar refuerzos. Había menos de 30000 soldados regulares en las Islas Británicas. Muchos de los batallones eran los depósitos para sus batallones hermanos y eran la matriz para proporcionar los reemplazos, ninguna unidad estaba completa. La Guerra con los Estados Unidos se estaba tejiendo en el horizonte y en Julio, la Gran Bretaña estaba luchando con sus anteriores colonias una vez más. Esto acabó con cualquier esperanza de mayores refuerzos para Wellington. ¡En 1812, el Ejército Británico en la Península se reforzó con sólo 3 regimientos de Caballería, una batería de Artillería, y un batallón de Infantería!. Este batallón de infantería sin embargo, fue considerado tan incapaz para el servicio activo, que se envió a Gibraltar para adiestrarlo para el combate.
Se cierra un trato.
Wellington comprendió que tendría que buscar las tropas en otra parte. Cuando se le propuso a principios de 1811, estaba firmemente opuesto, pero a mediados de 1812 no tenía ninguna elección. Según William Napier, se alcanzó un acuerdo a cambio de una concesión de un millón en moneda, junto con armas y uniformes para cien mil hombres, a cambio de que cinco mil españoles serían alistados en las filas británicas". El 18 de Mayo de 1812, Wellington envió la siguiente carta a todos sus comandantes divisionarios: El Gobierno español se ha complacido en permitir que un número limitado de súbditos de España sirvan a Su Majestad en los regimientos británicos que componen este ejército, le ruego que autorice a los regimientos nombrados en el margen alistar y afectar en su fuerza 100 voluntarios españoles, con las siguientes condiciones:
Primero: Los hombres no deben ser menores de cinco pies y seis pulgadas de altura, de fuerte constitución, y no menores de diecinueve años mayor de edad, ni mayores de veintisiete.
Segundo: Se les inscribirá del siguiente modo por el comandante del regimiento para servir durante la guerra presente; pero en caso de que el regimiento en que ellos estén alistados deba salir de la Península los voluntarios españoles serán licenciados, y cada uno de ellos recibirá un mes paga completa para llevarla a su casa.
Modo de inscripción.
Yo, A.B. juro que serviré a Su Majestad el Rey de Gran Bretaña e Irlanda, en el ... batallón del ... regimiento de infantería, durante la guerra existente en la Península, si Su Majestad debe requerir mucho tiempo mis servicios, y con tal de que el ... batallón del ... regimiento continúe en la Península durante dicho periodo.
En tercer lugar: Se les permitirá asistir a los servicios Divinos según los principios de la Religión Católica Romana, del mismo modo que los soldados británicos, en los asuntos de Su Majestad.
Cuarto: serán alimentados, vestidos, y pagados del mismo modo que los otros soldados; y serán destinados a las compañías sin discriminación, como cualquier otro recluta. Quinto: Recibirán la paga desde la fecha de su inscripción, pero sin generosidad. El capitán de la compañía a la que cualquiera de estos voluntarios se destine, proveerá de ocho dólares a cada uno con los requisitos de que debe comprarse una mochila, dos pares de zapatos, y dos camisas. El oficial al mando de la compañía debe contabilizar el resto de la suma después de comprar estos artículos de la misma manera, en cuanto a su paga. Los zapatos pueden recibirse en la proporción usual del comisariado. Le pido que ordene a los comandantes de los regimientos, el deseo de que estos voluntarios deben tratarse con suma bondad e indulgencia, frente los grados del sistema de disciplina del ejército. Es de destacar en esta carta que los regimientos fueron autorizados para alistar a españoles, y que las unidades anotadas en los márgenes no se mencionan en los Despachos de Wellington. Sin embargo en una carta a su hermano, Sir Henry Wellesley, del 27 de Mayo de 1812, declara: "... el Gobierno de España ha señalado al Mariscal de Campo Don Miguel Álava su consentimiento en los asuntos de Su Majestad Católica, al poder permitir alistar a un número de 5000 hombres en el ejército de Su Majestad que sirve en la Península . Incluyo la copia de circular que he escrito a los Oficiales Generales de división para permitir a los regimientos de sus varias divisiones alistarse a los súbditos de Su Majestad Católica, y especificando las condiciones en que el alistamiento será hecho. Puedes observar que esta carta mantiene alistados a 4100 hombres que son todos los que he pensado apropiado permitir al día de hoy; y no he permitido a los regimientos extranjeros en el servicio británico alistar a cualquier español ". ( Kings German Legión, Brunswick Oels y Cazadores Británicos ). De esto se deduce que Wellington autorizó a cada regimiento Británico de linea que servia en su ejercito a reclutar alrededor de 100 españoles. En aquel momento, un regimiento británico que normalmente estaba en servicio activo consistía en un solo batallón. Había 41 batallones de linea en las ocho divisiones de su ejército. Desgraciadamente no declara por qué prohibió reclutar a los regimientos extranjeros. ( Kings German Legión, Brunswick Oels y Cazadores Británicos )
Se envian Bandos de Reclutamiento.
Es difícil determinar cómo la carta de Wellington a sus comandantes de división fue recibida por los regimientos, algunos de los oficiales y hombres en sus memorias , diarios, y cartas, mencionan a los reclutas españoles y si realmente sirvieron los bandos de reclutamiento. William Surtees, del 2 Batallón 95 Rifles, informó: Me enviaron " en compañía de otro oficial a las montañas de Gata, no lejos de la ciudad de Plasencia. No tuvimos éxito, aunque obtuvimos los nombres de algunos que prometieron que nos seguirían a La Encina, ninguno hizo su aparición ". William Napier, del 43 Regimiento que era inicialmente muy optimista sobre el reclutamiento escribió en una carta a su esposa el 3 de Junio de 1812 : " Este plan de alistar a los españoles pienso que falla, por lo menos en principio; los hombres jóvenes ya han sido arrebatados, y las personas que se ofrecen son muy pocas y la mayor parte incapaces. Se vuelve un asunto muy doloroso; si nos negamos , su respuesta es que deben ir y morir, para eso tienen energía suficiente, para llevarlos con nosotros, muchos que no han comido desde hace varios días justifican sus palabras con su apariencia . Somos demasiado optimistas en nuestra elección, queremos a los hombres más altos que crecen en el país; por mi parte, tomaría a las mujeres más pronto que a ninguno, cuando pienso que el tiempo es demasiado corto para ser exigente ". Edward Costello, del 1 Batallón del 95º Rifles, era un poco más afortunado: " Nuestros regimientos, por la constante refriega con el francés menguaron en demasía, los reclutas de Inglaterra vinieron muy despacio, hasta que nosotros encontráramos necesario por fin incorporar algunos españoles; para este propósito se enviaron varios oficiales no comisionados y hombres para reclutar en los pueblos adyacentes. En el curso de un corto periodo de tiempo , y para nuestra sorpresa, conseguimos un número suficiente de españoles para dar diez o doce hombres a cada compañía en el batallón. ¡Pero el misterio se desvelo enseguida, y por los mismos reclutas , quiénes al unírsenos nos dieron a entender, por una torcedura significante del cuello, y un ' Carajo' ( así como forzados ), que ellos tenían tres alternativas para escoger: entrar al servicio británico, al servicio de Don Julian, o ser ahorcados!. El dominio despótico de Sánchez, y su trato amenazante, era tan disconexa su inclinación para con los Guerrilleros que huyeron apresuradamente a sus bosques autóctonos bajo el miedo de ser capturados y alegremente se unieron a los regimientos británicos. “ A principios de Julio de 1812, Wellington estaba listo admitir la derrota en el proyecto y escribió el 7 de Julio al edecán del Príncipe Regente, Coronel Henry Torrens: " El hecho es, que lo adopté porque no podía adoptarse ninguna otra elección; y sospeché lo que ha resultado ser el caso, que conseguiremos algún que otro recluta. No hemos conseguido bastantes para formar una compañía entera del ejercito; y siento añadir que algunos han abandonado ". Wellington puede haber sido prematuro en su pesimismo. George Hennell, del 43 Regimiento, escribió a su casa el 19 de Septiembre de 1812 , que su regimiento tenía 12 españoles. A finales del año los 95 Rifles habían reclutado a 46 españoles en su 1er Batallón, ninguno en su 2º Batallón ( la unidad de William Surtee ), y 9 en el 3er Batallón. ¡Los reclutas españoles comprendían el 1er Batallón el 34% de todos los reemplazos en 1812!. Las cosas se presentaron bien en 1813 para los Rifles. Willoughby Verner, en su Historia de la Brigada de fusileros, informa que cuando la campaña empezó en mayo de 1813 el Regimiento tenía " 134 reclutas unidos ( principalmente los españoles ) ". Edward Costello informó en 1814, que 16 españoles habían servido en su compañía, pero sólo 5 habían sobrevivido a la guerra.
Su Actuación como Soldados.
Muy pocos registros oficiales de testigos oculares sobreviven detallando la actuación de estos soldados españoles. Debe de haber sido bastante buena, ya que muchos fueron promovidos a cabos. Sir Harry Smith, del 1er Batallón del 95 Rifles, les dio siguiente elogiosa alabanza : " Nosotros también teníamos diez hombres en una Compañía de nuestro regimientos británico, los españoles, muchos de ellos los más atrevidos de los buenos tiradores de nuestro cuerpo, noblemente recobraron la distinción añadida al nombre de Infantería Española del tiempo de Carlos V. “ Nunca vi soldados mejores, más disciplinados, y absolutamente sobrios en mi vida, y como exploradores, el viejo Húsar alemán no los excedió ". El Sargento Edward Costello, del 1er Batallón del 95 de Rifles, dejó la siguiente descripción de uno de los españoles de su compañía: "...teníamos varios españoles en nuestro regimiento. Estos hombres eran generalmente valientes; pero uno en particular, el nombrado Blanco, era uno de los mas atrevidos y expertos tiradores que teníamos en el batallón. Su gran valor, sin embargo, estaba manchado por un amor por la crueldad hacia los franceses que detestaba, y nunca nombró sino con las expresiones más feroces. En cada misión que teníamos desde que avanzamos desde Portugal él siempre estaba en el frente; y la maravilla es cómo escapaba del tiro del enemigo, su actividad singular e inteligencia frecuentemente lo salvó. Su odio al Francés era, creo, ocasionado por su padre y hermano que eran campesinos que habían sido asesinados por un forrajeador francés. Desde este día dio muchas pruebas horribles de este sentimiento apuñalando implacablemente y golpeando con la culata de su fusil al francés herido que él vino a el. Esta matanza en la que estaba, sin embargo, fue detenida por un veterano de nuestro regimiento que, aunque padeciendo una herida severa en la cara, se exasperó así a la crueldad del español, que lo derribó con un golpe del extremo de su rifle. Sólo por la fuerza podíamos impedirle al español la mancilla de apuñalarlo.”
Los españoles se licencian.
Uno de las condiciones del servicio era que una vez la guerra en la Península había terminado, todos los soldados españoles que sirvieran en los regimientos británicos se licenciarían y no se les exigiría servir en otra parte. Existe la pregunta de que si esto ocurrió a finales de 1813 cuando las fuerzas aliadas pasaron a Francia, o en 1814 después de que paz se declaró y el Ejército británico partió para las Islas Británicas u otros lugares. Cualquiera que fuera la fecha, los españoles fueron licenciados y por lo menos en el 95 Rifles, su separación no fue una feliz para ningún lado. Una vez más Sargento Costello registra lo que pasó:
" En pocos días [ 31 de Mayo de 1814 ] , recibimos un auto para proseguir a Burdeos, y embarcar para Inglaterra. Pueden imaginarse bien los grandes sentimientos de alegría que esto indujo a nuestros hombres, después de todas sus penalidades y sufrimientos, ya descritas. El segundo día de marcha nos detuvimos en un pueblo [ Bazas, 11 junio ], nombre del cual me olvido, dónde teníamos que separarnos de nuestros aliados españoles y portugueses. Un sentimiento de profundo de pesar, se sentía particularmente en los hombres de nuestro batallón al partir los españoles que habían estado tan largo periodo de tiempo incorporados en nuestras filas. Habían sido distinguidos por su gallardía, y aunque se habían destacado dieciséis en nuestra compañía, sólo cinco habían sobrevivido para ofrecernos el adiós. ¡Los compañeros pobres, ellos habían crecido adjuntos al batallón, y expresaron mucho pesar en salir! Incluso Blanco, el Blanco sanguinario, vertió lágrimas realmente “.
Conclusión
Se cierra una historia poco conocida de las Guerras napoleónicas. El número de españoles que sirvieron en el Ejército Británico en la Península probablemente no se conocerá nunca. William Napier, en su Historia de la Guerra de la Península establece que no sirvieron más de 300 y principalmente en la División Ligera. Todas las evidencias apoyan su afirmación. Aquéllos que sirvieron, era n nombrados por sus colegas británicos por su firmeza, valor, y devoción al deber. ¡No por los rasgos malos de cualquier soldado! Colaboradores: Este artículo demuestra la eficacia de Internet y como puede ser una herramienta de investigación. Estuve primero interesado por los reclutas españoles cuando estaba leyendo la Historia de Verner de la Brigada de Rifles y me encontré con una sección que trata de los reemplazos durante el año 1812. Allí menciona que los Rifles tenían éxito reclutando españoles. Esto chispeó mi curiosidad y anuncié la pregunta en el Foro de Historia de NapoleonSeries.org. Varios lectores proporcionaron las pistas de la investigación e incluso hicieron alguna investigación para mí. Me gustaría agradecer su ayuda a : Howie Muir, y Dean Carpenter. Debo dar gracias especiales a Rory Muir por apuntarme la dirección de Napier y Costello; ¡ y a Ron McGuigan que gastó muchas horas rastreando las referencias oscuras para mí y las visiones inestimables en los problemas de encontrar los reemplazos del ejército de Wellington !
BibliografíaBruce, H.A. Life of General Sir William Napier Londres: John Murray; 1864.Costello, Edward. The Peninsular and Waterloo Campaigns Hamden: Archon Books; 1968.Fortescue, John. A history of the British Army Londres: MacMillan & la Cía.; 1920. Volúmenes VIII & IX.Glover, Michael (Editor). A Gentleman Volunteer: The Letters of George Hennell from the Peninsular War, 1812 - 13 Londres: Heinemann; 1979.Grattan, William. Adventures with the de Connaught Rangers, 1809 - 1814 Londres: Greenhill Books; 1989.Gurwood, John (Editor). The Dispatches of Field Marshall the Duke of Wellington 1799 - 1818 1834 - 1839.Napier, William F. History of the war in the Península and in the South of France: from the year 1807 to the year 1814 V del Vol.; Londres: Constable; 1993.Omán, Charles. A History of de Peninsular War Nueva York: AMS Press; 1980.Omán, Charles. Wellington´s Army, 1809 - 1814 Londres: Greenhill Books; 1986.Page, Julia. Intelligence Officer in the Peninsula: Letters& Diairies of Major the Hon. Edward Charles Cocks 1786 - 1812 Nueva York: Hippocrene Books; 1986.Smith, G.C. Moore (Editor). The Autobiography of Sir Harry Smith: 1787 - 1819 Londres: John Murray; 1910.Surtees, William. Twenty-Five years in the Rifle Brigade London: Greenhill Books; 1996.Verner, Willoughby. The History and Campaigns of the Rifle Brigade: 1800 - 1813 Londres: Buckland and Brown; 1905.Wellington, Duke of . Suplementary Dispatches , Correspondance, and Memoranda of Field Marshal the Duke of Wellington Londres: John Murray; 1858 - 1872.

CAMPAÑAS DE LA INFANTERÍA DE MARINA ESPAÑOLA

"El rey Alfonso XIII por real orden de 17 de febrero de 1926 dio las gracias a los jefes, oficiales, clases e individuos de tropa del Batallón expedicionario de Infantería de Marina de San Fernando, por su meritísima conducta y brillante actuación en la campaña de Alhucemas. El 10 de septiembre de 1925 había desembarcado en la playa de Los Frailes, patentizando los días 14, 19, 20, 21, 23, 25 y 30 de dicho mes, bajo el fuego contrario, su serenidad y bizarría, aún a pesar de sufrir numerosas bajas".

Introducción.
Posiblemente nadie como nuestra Infantería de Marina, la más antigua del mundo y a la que perteneció el insigne escritor Miguel de Cervantes Saavedra, ha tenido desde 1537, año de su creación reconocido por el rey Juan Carlos I por real decreto de 10 de julio de 1978, una vocación tan constante de servicio en el exterior del territorio nacional.
Nápoles, Sicilia, Palermo, Toscana, Burdeos, Túnez, Malta, Pulla, Lepanto, Lisboa, Lombardía, Flandes, Barlovento, Méjico, Brasil, Montevideo, Gibraltar, Orán, La Habana y Larache fueron algunos de sus escenarios en los siglos XVI, XVII y XVIII.
Argelia, Argentina, Filipinas, Cuba, Méjico, Santo Domingo, Conchinchina, Marruecos y Guinea lo serían en el siglo XIX. Nuevamente Guinea y Marruecos volvieron a serlo en el siglo XX y como antecedente de su actual presencia desde 1996 en Bosnia-Herzegovina, cumpliendo una misión internacional de paz, citar que seis décadas antes recibió la orden de prepararse para marchar a Lituania, como mandatarias de la Sociedad de las Naciones, antecesora histórica de la actual ONU, si bien finalmente no fue necesario.
El DIARIO DE CADIZ, desde su fundación en 1867, se convertiría sin duda alguna, al tratarse en la mayor parte de los casos de fuerzas acantonadas en la provincia gaditana, en su más ejemplar cronista.
Las primeras Campañas de Marruecos.
Para encontrar el primer antecedente de la Infantería de Marina por estos territorios hay que remontarse hasta 1689 cuando fuerzas del Tercio de la Armada del mar Océano acudieron en auxilio de Larache.
Posteriormente, con ocasión de la llamada Guerra de Africa declarada el 22 de octubre de 1859, los batallones 4º y 6º de Infantería de Marina fueron designados para unirse a las fuerzas expedicionarias. Sin embargo, el primero, como consecuencia de los acontecimientos vividos en Méjico, no llegó a pisar suelo africano y terminaría zarpando para la isla de Cuba.
En cambio el 6º batallón, bajo el mando del teniente coronel Agustín Burgos Llamas, participaría en los principales hechos de armas de aquella campaña, destacando gloriosamente en la famosa batalla de Uad Ras acontecida el 23 de marzo de 1860. El 7 de agosto del año siguiente regresaría a San Fernando a bordo del vapor "General Alava" con 3 cruces laureadas individuales de San Fernando y 8 ascensos por méritos de guerra.
Dos días antes había sido relevado en Tetuán por el 5º batallón de Infantería de Marina, que regresaría al puerto de Cádiz, en el vapor "Vasco Núñez de Balboa", cuatro meses después.
La Infantería de Marina volvería a aparecer en suelo marroquí en 1890 con motivo del asalto ala importante posición de Ketán. Su presencia también sería requerida con ocasión de los sucesos de Melilla en 1893 y el 2 de noviembre del año siguiente participaría en la heroica defensa de Villa Cisneros.
En 1911, a causa de los nuevos hechos que se producen, se organiza el 1º batallón expedicionario de Infantería de Marina formado por 800 hombres y que bajo el mando del teniente coronel Marcelino Dueñas desembarcaría el 8 de junio en las playas de Larache.
Al mes siguiente recibiría el refuerzo del 2º batallón expedicionario mandado por el teniente coronel Miguel Vázquez de Castro, que les prestaría una eficaz ayuda en las labores de defensa y saneamiento de las plazas de Larache, Alcázar y Arcila. El 14 de diciembre de 1912 se reorganizarían constituyendo el regimiento expedicionario de Infantería de Marina cuyo primer coronel en jefe sería Andrés Sevillano Muñoz.
Desde entonces y hasta su regreso al Departamento de Cádiz en el mes de agosto de 1922, profusamente relatado por el DIARIO DE CADIZ, el regimiento expedicionario de Infantería de Marina, que se disolvería en San Fernando, había participado a lo largo de esos más de diez años de permanencia en tierras africanas, en centenares de combates en los que quedó acreditado una vez más su bizarría y extremado valor.
Un nuevo batallón expedicionario.
En 1924, a raíz de los acontecimientos que se estaban viviendo en Marruecos, volvió a organizarse en San Fernando un nuevo batallón expedicionario con fuerzas de los departamentos de Cádiz, El Ferrol y Cartagena. Formado por cuatro compañías de fusiles, una de ametralladoras y el tren de batallón, totalizaría 782 hombres, 14 caballos y 67 mulos. Sin embargo, tres meses después, al desaparecer las causas que motivaron su creación, fue disuelto si bien todo el armamento y material quedó almacenado en San Fernando.
A partir del 23 de abril volvió a reorganizarse bajo el mando del teniente coronel José de Aubarede Kierulf, dedicando los suplementos del DIARIO DE CADIZ del 29 y 30 de mayo extensas crónicas a su multitudinarias y cariñosas despedidas en San Fernando y el arsenal de La Carraca a bordo del transporte "Almirante Lobo". Sus comandantes eran Carlos Morris Soriano y Enrique de la Huerta Domíngez mientras que los capitanes se llamaban Arias Baltar, Pérez del Río, Luis Guijarro Alcocer y Ambrosio Ristori de la Cuadra.
Entre los múltiples detalles que relataba el corresponsal de San Fernando, destacaban la imposición a todos los miembros del batallón, de escapularios de la Santísima Virgen del Carmen, Patrona de la Isla y de la Marina, donados por las esposas de las autoridades militares del departamento así como que todo el comercio de San Fernando cerró sus puertas para asistir a la despedida de sus infantes de marina.
Nuevamente el suplemento del DIARIO DE CADIZ del 4 de junio relataría su llegada y desembarco, en la tarde anterior, en el puerto de Melilla, en donde fue recibido y arengado por el general José Sanjurjo Sacanell. Las crónicas de los días siguientes informarían al público gaditano de que el batallón expedicionario se asentaba en el destacamento de Dar Drius y que pasaba a formar parte de la harka que mandaba el bilaureado e isleño comandante José Enrique Varela Iglesias.
El desembarco de Alhucemas.
Un inesperado ataque rifeño sufrido el 20 de agosto de 1925 en el peñón español de Alhucemas terminó por motivar que el proyecto de un desembarco en su bahía se tornara firme. Al día siguiente el general jerezano Miguel Primo de Rivera Orbaneja y el general francés Henri Philippe Petain se reunieron en Algeciras y concretaron fechas, etapas y operaciones combinadas. Inicialmente se fijó para el 5 de septiembre si bien debido a diversas causas se retrasó tres días más.
A partir de esa fecha se intensificaron los reconocimientos aéreos y navales de aquella zona. Gracias a ello se localizaron dos lugares adecuados para llevarlo a cabo: la playa de la Cebadilla y las calas del Quemado y Bonita, sitas en la península de Morro Nuevo.
Las fuerzas de desembarco estarían constituidas unos 20.000 hombres divididos en dos columnas, una por cada Comandancia General de Ceuta y Melilla, cuya composición sería similar. La primera lo llevaría a cabo en la playa de la Cebadilla mientras que la segunda lo realizaría sobre la cala del Quemado y cala Bonita. Los franceses debían realizar simultáneamente una acción que ocupara los límites meridionales del Rif además del apoyo directo, aéreo y naval, en la operación de desembarco.
El batallón de Infantería de Marina formaría parte de la columna de Melilla que mandaba el general Emilio Fernández Pérez y que además estaba compuesta por la harka del comandante Varela, dos batallones del infantería del Ejército, tres tabores de infantería de la mehalla, dos banderas de la Legión, tres tabores de infantería de Regulares, tres baterías de artillería, un grupo de zapadores, una compañía de mar y los correspondientes servicios de apoyo y logísticos.
Los convoyes navales españoles de ambas columnas estaban formados por los acorazados "Alfonso XIII"y "Jaime I"; portaaviones "Dédalo"; cruceros "Méndez Núñez", "Blas de Lezo", "Victoria Eugenia" y "Extremadura"; cazatorpedos "Alsedo" y "Velasco"; 6 cañoneros; 11 guardacostas; 6 torpederos; 7 guardacostas; 4 remolcadores; 2 algibes; 24 barcazas de desembarco tipo "K" de las 26 que recientemente se habían comprado a Gran Bretaña así como los transportes "Lázaro", "Aragón", "Navarra", "Sagunto", "Alhambra", "Menorca", "Jorge Juan", "Florida", "Romeu", "Roger de Flor", "Villareal", "Cullera", "Castilla", "Cabañal", "A. Cola", "Hespérides", "Segarra", "V. La Ronda", "V. Ferrer", "Menorquín", "Escolano", "Amorós", "Barceló", "Andalucía", "Jaime II" y el "España nº 5", siendo en este último en el que embarco el batallón expedicionario de Infantería de Marina.
Los franceses colaboraron con 1 acorazado, 2 cruceros, 2 torpederos, 2 monitores y 1 remolcador con un globo de observación cautivo.
El 8 de septiembre iniciaría el desembarco la columna de Ceuta en la playa de la Cebadilla y dos días después en la zona de la cala del Quemado, la de Melilla. A media mañana el batallón expedicionario lo hacía en la playa de los Frailes, cooperando en la conquista de Morro Nuevo y muy singularmente la parte alta del monte Malmusi, sufriendo las primeras bajas: 2 muertos (el capellán José Alonso Abad y el cabo Antonio Yunget) así como más de 30 heridos (entre ellos el propio teniente coronel Aubarede).
Durante todo el mes de septiembre participa en decenas de enfrentamientos contra las kábilas rebeldes de Abd-el Krim, destacando por su dureza los acontecidos los días 14, 19, 20, 21, 23, 25 y 30 de dicho mes, ocupándose sucesivamente Malmusi, el Cuerno de Xauen, Taramara, Bujíbar, monte Cónico y muy especialmente por los infantes de marina las posiciones de la Rocosa y de las Palomas, mereciendo por su bravura la felicitación y el reconocimiento del mando. El DIARIO DE CADIZ fue informando puntualmente a sus lectores de dichas vicisitudes.
Al mes siguiente se ocuparía Adrar-Seddum, el monte Amekrauz y Axdir, centro de la cábila rebelde de Beni-Urriagel y cuna de Abd-el-Krim, responsable de los trágicos sucesos de Annual en el verano de 1921. Pocas semanas después la campaña de Alhucemas se daba por concluida. Sin embargo con ello no concluirían las campañas de Marruecos. El 8 de mayo de 1926, en explotación del éxito de la anterior se iniciaba la última de todas ellas que concluiría victoriosamente el 10 de julio de 1927.
El regreso a San Fernando.
En olor de multitudes y con las autoridades civiles y militares gaditanas al frente, el batallón expedicionario de Infantería de Marina, tras su brillante actuación en la campaña de Alhucemas, desembarcaría el 15 de diciembre de 1925 en La Carraca, disolviéndose oficialmente dos días después. Una vez más gracias a la extensa y detallada crónica del corresponsal de San Fernando publicada el 18 de diciembre en el DIARIO DE CADIZ pueden conocerse perfectamente lo sucedido.
El alcalde de San Fernando, José Vázquez Delgado, dio una recepción especial e invitó al teniente coronel Aubarede a firmar en el libro de honor de la ciudad. A continuación y tras pronunciar un patriótico discurso de bienvenida en presencia de numerosas autoridades civiles y militares, ofreció en el salón de la biblioteca del Almirante Lobo del ayuntamiento, un espléndido vino de honor a los jefes y oficiales del batallón que fue servido por "La Mallorquina".
El DIARIO DE CADIZ.
Si bien existen magníficas obras que tratan desde el rigor histórico y profesional la presencia de nuestra Infantería de Marina en las campañas de Marruecos, como por ejemplo "Diario de operaciones del 2º batallón expedicionario en Yebala" (1921) y "Compendio Historial de la Infantería de Marina" (1927), de Ramón Rodríguez Delgado de Mendoza; "Historia de la Infantería de Marina Española" (1968), de José Enrique Rivas Fabal; "Historia de las Campañas de Marruecos" (1981), del Servicio Histórico Militar o la más reciente de "La Infantería de Marina Española. Historia y Fuentes" (1999), de Hugo O´Donnell y Duque de Estrada, la información que contienen los ejemplares del DIARIO DE CADIZ de aquella época, constituye una preciosa e inapreciable fuente para cualquier historiador, investigador o aficionado de dicho tema.
Agradecimientos.
Por último agradecer la inestimable colaboración de Manuel Ristori Peláez, coronel de Infantería de Marina, y de Juan Torres García, perteneciente a la plantilla del DIARIO DE CADIZ.