viernes, septiembre 15, 2006

CAMPAÑAS DE LA INFANTERÍA DE MARINA ESPAÑOLA

"El rey Alfonso XIII por real orden de 17 de febrero de 1926 dio las gracias a los jefes, oficiales, clases e individuos de tropa del Batallón expedicionario de Infantería de Marina de San Fernando, por su meritísima conducta y brillante actuación en la campaña de Alhucemas. El 10 de septiembre de 1925 había desembarcado en la playa de Los Frailes, patentizando los días 14, 19, 20, 21, 23, 25 y 30 de dicho mes, bajo el fuego contrario, su serenidad y bizarría, aún a pesar de sufrir numerosas bajas".

Introducción.
Posiblemente nadie como nuestra Infantería de Marina, la más antigua del mundo y a la que perteneció el insigne escritor Miguel de Cervantes Saavedra, ha tenido desde 1537, año de su creación reconocido por el rey Juan Carlos I por real decreto de 10 de julio de 1978, una vocación tan constante de servicio en el exterior del territorio nacional.
Nápoles, Sicilia, Palermo, Toscana, Burdeos, Túnez, Malta, Pulla, Lepanto, Lisboa, Lombardía, Flandes, Barlovento, Méjico, Brasil, Montevideo, Gibraltar, Orán, La Habana y Larache fueron algunos de sus escenarios en los siglos XVI, XVII y XVIII.
Argelia, Argentina, Filipinas, Cuba, Méjico, Santo Domingo, Conchinchina, Marruecos y Guinea lo serían en el siglo XIX. Nuevamente Guinea y Marruecos volvieron a serlo en el siglo XX y como antecedente de su actual presencia desde 1996 en Bosnia-Herzegovina, cumpliendo una misión internacional de paz, citar que seis décadas antes recibió la orden de prepararse para marchar a Lituania, como mandatarias de la Sociedad de las Naciones, antecesora histórica de la actual ONU, si bien finalmente no fue necesario.
El DIARIO DE CADIZ, desde su fundación en 1867, se convertiría sin duda alguna, al tratarse en la mayor parte de los casos de fuerzas acantonadas en la provincia gaditana, en su más ejemplar cronista.
Las primeras Campañas de Marruecos.
Para encontrar el primer antecedente de la Infantería de Marina por estos territorios hay que remontarse hasta 1689 cuando fuerzas del Tercio de la Armada del mar Océano acudieron en auxilio de Larache.
Posteriormente, con ocasión de la llamada Guerra de Africa declarada el 22 de octubre de 1859, los batallones 4º y 6º de Infantería de Marina fueron designados para unirse a las fuerzas expedicionarias. Sin embargo, el primero, como consecuencia de los acontecimientos vividos en Méjico, no llegó a pisar suelo africano y terminaría zarpando para la isla de Cuba.
En cambio el 6º batallón, bajo el mando del teniente coronel Agustín Burgos Llamas, participaría en los principales hechos de armas de aquella campaña, destacando gloriosamente en la famosa batalla de Uad Ras acontecida el 23 de marzo de 1860. El 7 de agosto del año siguiente regresaría a San Fernando a bordo del vapor "General Alava" con 3 cruces laureadas individuales de San Fernando y 8 ascensos por méritos de guerra.
Dos días antes había sido relevado en Tetuán por el 5º batallón de Infantería de Marina, que regresaría al puerto de Cádiz, en el vapor "Vasco Núñez de Balboa", cuatro meses después.
La Infantería de Marina volvería a aparecer en suelo marroquí en 1890 con motivo del asalto ala importante posición de Ketán. Su presencia también sería requerida con ocasión de los sucesos de Melilla en 1893 y el 2 de noviembre del año siguiente participaría en la heroica defensa de Villa Cisneros.
En 1911, a causa de los nuevos hechos que se producen, se organiza el 1º batallón expedicionario de Infantería de Marina formado por 800 hombres y que bajo el mando del teniente coronel Marcelino Dueñas desembarcaría el 8 de junio en las playas de Larache.
Al mes siguiente recibiría el refuerzo del 2º batallón expedicionario mandado por el teniente coronel Miguel Vázquez de Castro, que les prestaría una eficaz ayuda en las labores de defensa y saneamiento de las plazas de Larache, Alcázar y Arcila. El 14 de diciembre de 1912 se reorganizarían constituyendo el regimiento expedicionario de Infantería de Marina cuyo primer coronel en jefe sería Andrés Sevillano Muñoz.
Desde entonces y hasta su regreso al Departamento de Cádiz en el mes de agosto de 1922, profusamente relatado por el DIARIO DE CADIZ, el regimiento expedicionario de Infantería de Marina, que se disolvería en San Fernando, había participado a lo largo de esos más de diez años de permanencia en tierras africanas, en centenares de combates en los que quedó acreditado una vez más su bizarría y extremado valor.
Un nuevo batallón expedicionario.
En 1924, a raíz de los acontecimientos que se estaban viviendo en Marruecos, volvió a organizarse en San Fernando un nuevo batallón expedicionario con fuerzas de los departamentos de Cádiz, El Ferrol y Cartagena. Formado por cuatro compañías de fusiles, una de ametralladoras y el tren de batallón, totalizaría 782 hombres, 14 caballos y 67 mulos. Sin embargo, tres meses después, al desaparecer las causas que motivaron su creación, fue disuelto si bien todo el armamento y material quedó almacenado en San Fernando.
A partir del 23 de abril volvió a reorganizarse bajo el mando del teniente coronel José de Aubarede Kierulf, dedicando los suplementos del DIARIO DE CADIZ del 29 y 30 de mayo extensas crónicas a su multitudinarias y cariñosas despedidas en San Fernando y el arsenal de La Carraca a bordo del transporte "Almirante Lobo". Sus comandantes eran Carlos Morris Soriano y Enrique de la Huerta Domíngez mientras que los capitanes se llamaban Arias Baltar, Pérez del Río, Luis Guijarro Alcocer y Ambrosio Ristori de la Cuadra.
Entre los múltiples detalles que relataba el corresponsal de San Fernando, destacaban la imposición a todos los miembros del batallón, de escapularios de la Santísima Virgen del Carmen, Patrona de la Isla y de la Marina, donados por las esposas de las autoridades militares del departamento así como que todo el comercio de San Fernando cerró sus puertas para asistir a la despedida de sus infantes de marina.
Nuevamente el suplemento del DIARIO DE CADIZ del 4 de junio relataría su llegada y desembarco, en la tarde anterior, en el puerto de Melilla, en donde fue recibido y arengado por el general José Sanjurjo Sacanell. Las crónicas de los días siguientes informarían al público gaditano de que el batallón expedicionario se asentaba en el destacamento de Dar Drius y que pasaba a formar parte de la harka que mandaba el bilaureado e isleño comandante José Enrique Varela Iglesias.
El desembarco de Alhucemas.
Un inesperado ataque rifeño sufrido el 20 de agosto de 1925 en el peñón español de Alhucemas terminó por motivar que el proyecto de un desembarco en su bahía se tornara firme. Al día siguiente el general jerezano Miguel Primo de Rivera Orbaneja y el general francés Henri Philippe Petain se reunieron en Algeciras y concretaron fechas, etapas y operaciones combinadas. Inicialmente se fijó para el 5 de septiembre si bien debido a diversas causas se retrasó tres días más.
A partir de esa fecha se intensificaron los reconocimientos aéreos y navales de aquella zona. Gracias a ello se localizaron dos lugares adecuados para llevarlo a cabo: la playa de la Cebadilla y las calas del Quemado y Bonita, sitas en la península de Morro Nuevo.
Las fuerzas de desembarco estarían constituidas unos 20.000 hombres divididos en dos columnas, una por cada Comandancia General de Ceuta y Melilla, cuya composición sería similar. La primera lo llevaría a cabo en la playa de la Cebadilla mientras que la segunda lo realizaría sobre la cala del Quemado y cala Bonita. Los franceses debían realizar simultáneamente una acción que ocupara los límites meridionales del Rif además del apoyo directo, aéreo y naval, en la operación de desembarco.
El batallón de Infantería de Marina formaría parte de la columna de Melilla que mandaba el general Emilio Fernández Pérez y que además estaba compuesta por la harka del comandante Varela, dos batallones del infantería del Ejército, tres tabores de infantería de la mehalla, dos banderas de la Legión, tres tabores de infantería de Regulares, tres baterías de artillería, un grupo de zapadores, una compañía de mar y los correspondientes servicios de apoyo y logísticos.
Los convoyes navales españoles de ambas columnas estaban formados por los acorazados "Alfonso XIII"y "Jaime I"; portaaviones "Dédalo"; cruceros "Méndez Núñez", "Blas de Lezo", "Victoria Eugenia" y "Extremadura"; cazatorpedos "Alsedo" y "Velasco"; 6 cañoneros; 11 guardacostas; 6 torpederos; 7 guardacostas; 4 remolcadores; 2 algibes; 24 barcazas de desembarco tipo "K" de las 26 que recientemente se habían comprado a Gran Bretaña así como los transportes "Lázaro", "Aragón", "Navarra", "Sagunto", "Alhambra", "Menorca", "Jorge Juan", "Florida", "Romeu", "Roger de Flor", "Villareal", "Cullera", "Castilla", "Cabañal", "A. Cola", "Hespérides", "Segarra", "V. La Ronda", "V. Ferrer", "Menorquín", "Escolano", "Amorós", "Barceló", "Andalucía", "Jaime II" y el "España nº 5", siendo en este último en el que embarco el batallón expedicionario de Infantería de Marina.
Los franceses colaboraron con 1 acorazado, 2 cruceros, 2 torpederos, 2 monitores y 1 remolcador con un globo de observación cautivo.
El 8 de septiembre iniciaría el desembarco la columna de Ceuta en la playa de la Cebadilla y dos días después en la zona de la cala del Quemado, la de Melilla. A media mañana el batallón expedicionario lo hacía en la playa de los Frailes, cooperando en la conquista de Morro Nuevo y muy singularmente la parte alta del monte Malmusi, sufriendo las primeras bajas: 2 muertos (el capellán José Alonso Abad y el cabo Antonio Yunget) así como más de 30 heridos (entre ellos el propio teniente coronel Aubarede).
Durante todo el mes de septiembre participa en decenas de enfrentamientos contra las kábilas rebeldes de Abd-el Krim, destacando por su dureza los acontecidos los días 14, 19, 20, 21, 23, 25 y 30 de dicho mes, ocupándose sucesivamente Malmusi, el Cuerno de Xauen, Taramara, Bujíbar, monte Cónico y muy especialmente por los infantes de marina las posiciones de la Rocosa y de las Palomas, mereciendo por su bravura la felicitación y el reconocimiento del mando. El DIARIO DE CADIZ fue informando puntualmente a sus lectores de dichas vicisitudes.
Al mes siguiente se ocuparía Adrar-Seddum, el monte Amekrauz y Axdir, centro de la cábila rebelde de Beni-Urriagel y cuna de Abd-el-Krim, responsable de los trágicos sucesos de Annual en el verano de 1921. Pocas semanas después la campaña de Alhucemas se daba por concluida. Sin embargo con ello no concluirían las campañas de Marruecos. El 8 de mayo de 1926, en explotación del éxito de la anterior se iniciaba la última de todas ellas que concluiría victoriosamente el 10 de julio de 1927.
El regreso a San Fernando.
En olor de multitudes y con las autoridades civiles y militares gaditanas al frente, el batallón expedicionario de Infantería de Marina, tras su brillante actuación en la campaña de Alhucemas, desembarcaría el 15 de diciembre de 1925 en La Carraca, disolviéndose oficialmente dos días después. Una vez más gracias a la extensa y detallada crónica del corresponsal de San Fernando publicada el 18 de diciembre en el DIARIO DE CADIZ pueden conocerse perfectamente lo sucedido.
El alcalde de San Fernando, José Vázquez Delgado, dio una recepción especial e invitó al teniente coronel Aubarede a firmar en el libro de honor de la ciudad. A continuación y tras pronunciar un patriótico discurso de bienvenida en presencia de numerosas autoridades civiles y militares, ofreció en el salón de la biblioteca del Almirante Lobo del ayuntamiento, un espléndido vino de honor a los jefes y oficiales del batallón que fue servido por "La Mallorquina".
El DIARIO DE CADIZ.
Si bien existen magníficas obras que tratan desde el rigor histórico y profesional la presencia de nuestra Infantería de Marina en las campañas de Marruecos, como por ejemplo "Diario de operaciones del 2º batallón expedicionario en Yebala" (1921) y "Compendio Historial de la Infantería de Marina" (1927), de Ramón Rodríguez Delgado de Mendoza; "Historia de la Infantería de Marina Española" (1968), de José Enrique Rivas Fabal; "Historia de las Campañas de Marruecos" (1981), del Servicio Histórico Militar o la más reciente de "La Infantería de Marina Española. Historia y Fuentes" (1999), de Hugo O´Donnell y Duque de Estrada, la información que contienen los ejemplares del DIARIO DE CADIZ de aquella época, constituye una preciosa e inapreciable fuente para cualquier historiador, investigador o aficionado de dicho tema.
Agradecimientos.
Por último agradecer la inestimable colaboración de Manuel Ristori Peláez, coronel de Infantería de Marina, y de Juan Torres García, perteneciente a la plantilla del DIARIO DE CADIZ.

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