
Pero mi sorpresa se debió a la personalidad de Aulo, en el momento de comenzar mi lectura, me lo imaginé, -quizás, llevado por la idea estereotipada de lo que siempre entendía por un emperador-, a un hombre de mirada larga, gestos sumamente controlados y de figura que infundia los mayores de los resp
etos, con su tonsor(peluquero), esperándolo para acicalarlo en su tonstrinaes (peluquería)particular en las primeras horas de la mañana, impecable luciendo una majestuosa túnica, y dejando a su paso el olor de los mejores perfúmenes y rejuvenecido con los cosméticos de la época como podria ser splenia lunata-(cosmético que usaban la alta aristocracia). Pero como decía al principio, Aulo rompió el molde de los conocimientos anteriormente expuestos, es decir, su ambición para obtener el cargo de emperador, se debía sólo y exclusivamente para saciar su apetito desmesurado, hasta el punto que durante el día comía de cuatro a cinco veces . A lo largo del Imperio, desplegó unos agentes gatronómicos, para que le consiguiese, los productos más exóticos y exquisitos para su mesa, llegando a exhibir en uno de sus célebres banquetes hasta dos mil pescados y siete mil pájaros, todos raros y jamás visto tiempo atrás.

Se dice que si el emperador hubiese vivido mucho, tiempo, todos los ingresos del Imperio, no habrían bastado para saciar su apetito. Desbancando en esa carrera sin sentido de la hambruna personalizada a emperadores como Nerón y a Plinio el viejo. Tanto le obsesionó los placeres de la "buena" mesa, que descuidó las obligaciones propias de gobernante de un gran imperio, terminando sus días a manos del pueblo exaltado y estrangulado por manos anónimas, cerrándole para siempre la via principal de su ingesta.
NELSON