viernes, febrero 15, 2008

DEL VENTORRILO A LA CALETA

ádiz, singular como ella misma, aislada por el mar y caños,ha creado desde el ventorillo del Chato hasta La Caleta, una forma de vida sin precedentes y connotaciones dificilmente repetibles.
Allí, desde su construcción en en 1780, el ventorrillo del Chato ha sido escenario de vicisitudes históricas, que han marcado de alguna forma el sentir y la idiosincrasia del pueblo gaditano, voces que en sus sotanos retumbaban ante la innominia y el atropello de las tropas francesas durante el asedio del Emperador, paredes que fueron testigo de las discusiones más enfervorizadas para establecer los planes de resistencia ante el invasor, bastión que supo defender con honor la historia con su bateria ubicada en sus inmediaciones, contestando a los gabachos del Trocadero,dejando bien claro que Cádiz, no se rendía ni España tampoco.
Lugar sagrado, que en situaciones extraordinarias, se convierte en el templo del sentir gaditano, en sus sótanos, el bautizo laico, manera de ser y de entender la vida, que permanece en un anfora celosamente guardadas, las esencias del tipísmo, agua de La Caleta,arenas de la playa, sal, levante y poniente, gotas de vino de la tierra, aires de gracia y humor, esencias de libertad, resonancias flamencas y carnavalescas, extractos de los pueblos fenicios, genovés e hispanoamericano.
La rama de romero, embadurnada en todos estos ingredientes, hace que su bautismo, dé el placet a aquellos que de alguna forma u otra, aman a Cádiz y desean formar parte de su vida y alma.
Comienzo de una ciudad trimilenaria que desde su soportal, obsequia a La Caleta cada mañana con guiños reflejados en sus paredes de cal,saludando a cada una de sus piedras, pues todas tienen su nombre,La piedra camión, La palangana, El enchinal, Ola bandera, La albujera baja, La albujera alta y La poza cerra, la Tortuguita, Laja del norte, La puntilla brava, La olla, El corra, Los pozuelos de dentro, Los pozuelos de fuera, Las anega ahoga, La barrilla, Las anega alta, Punta del sur, El espolón y La puntilla,La raurilla, El tornillo, La isleta ahoga, Cataero, El camello, Los erizos, La puntilla, La piedra cuadrá, La alhaja, La boquera, Pez rey, La rejilla del cañón, La plancholeta, El pinganillo , La piedra del ahogao, Las tres piñuelas, La piedra rota, Los alambres, La isletilla, El medio lance, La piedra del diablo, La piedra de los patos, y muchísimas otras que fue granero de inspiración de músicos y poetas como Isaac Albéniz, José María Pemán, Paco Alba, Antonio Burgos o Carlos Cano, entre otros, lugar custodiado por sus guardianes que la miman y protegen flanqueada por los castillos de San Sebastián y Santa Catalina, niña pequeña que juega con su cabellera dorada coqueteando con el que se asoma a su romantica playa, nido de amores y escenario de besos, sueños al atardecer en su puesta de sol,meca de abrazos y despedidas, lugar en fin, sagrado de amores y esperanzas.
Nelson

NUEVOS SABORES

na vez establecidos en los territorios de Siria y Palestina, los toscos colonos francos no tardaron en descubrir las delicias de la cocina oriental y muy pronto se acostumbraron al uso de las especias, poco difundido en Occidente, al menos hasta la época de la Primera Cruzada.Además de ser más rica en sabores, la cocina oriental pasmaba a los cruzados por la variedad de los condimentos y, sobre todo, de los dulces a base de fruta exótica y azúcar de caña. La robusta dieta de los guerreros europeos, acostumbrados a consumir grandes cantidades de tocino y demás grasas animales, dio paso a una cocina más ligera y variopinta; sin duda, más adaptada a las condiciones meteorológicas del terreno.Es difícil decir si las mujeres jugaron un papel relevante en la aculturación de los francos por las costumbres orientales.Aunque se verificó sin mayores problemas un cierto número de matrimonios mixtos, celebrados sobre todo en el entorno de la realeza y de los principes y sólo con armenias o bizantinas, no parece sin embargo que los cruzados tuviesen mucha intimidad con las mujeres locales, exceptuando claro está, las relaciones ocasionales con prostitutas y criadas o la efímera presencia cercana de alguna concubina.