
«¡Oh Neptuno, dios de los mares!, ¿por qué no me vales en esta hora? Pues dentro de tus mares sacrifiqué quinientos hombres, que con mis manos degollé, cuarenta mil que eché al hondo, y treinta mil que murieron de enfermedad, y veinte mil que perecieron peleando en mis galeras. ¿Es, pues, posible que habiendo yo muerto tantos sea poderoso de matarme a mí uno solo?».