martes, julio 17, 2007

RED BÁSICA DE FERROCARRILES EN ENSPAÑA

spaña, 9 de noviembre de 1853 — La oposición parlamentaria insta al gobierno para que cambie el sistema de concesiones de las líneas de ferrocarril. Otorgadas hasta este momento a través de reales decretos, los parlamentarios exigen su control, para evitar así la discrecionalidad y el favoritismo de la corte, así como el espectáculo de la compraventa de que son objeto.
Las primeras concesiones para la explotación de ferrocarriles se otorgan ya en 1829, aunque la falta de subvenciones, y posteriormente el impacto de las guerras carlistas, impiden su plasmación hasta 1843. Este. año se concede la explotación de la línea Barcelona-Mataró, inaugurada en 1848, a la que siguen las de Madrid-Aranjuez en 1844, y Langreo-Sama-Gijón en 1845, inauguradas en 1851 y 1855, respectivamente. Las primeras medidas legislativas importantes, aparecen el 31 de diciembre de 1844, cuando se establece el rescate anticipado de las concesiones y la revisión periódica de las tarifas, para evitar las ganancias exageradas, y se fija el ancho de vía en seis pies castellanos (1.67 m). Esta medida contribuye negativamente en las relaciones con el extranjero, al aislar a España de la red férrea europea.
El primer impulso ferroviario se frena en 1847-48. La revolución de 1854 va a incidir ampliamente en la legislación ferroviaria, propiciando la ley de 1855 en la que se dan todo tipo de facilidades a las compañías para construir las líneas férreas. Subvenciones del estado, provincia o municipio, la libre importación de material ferroviario durante el tiempo que dure la obra y diez años más, la concesión por noventa y nueve años, y la revisión quinquenal de tarifas, serán un buen acicate para los empresarios. Si en 1855, cuando se aprueba la nueva ley ferroviaria, sólo existen las tres líneas férreas arriba reseñadas, con un total de 350 km, en 1868 se sitúa el balance en 5 000 km.
Poco a poco se irá configurando un plano radial de los ferrocarriles, desde Madrid a la frontera portuguesa y francesa, y Andalucía, con pocas conexiones intermedias entre poblaciones secundarias, así como se imponen unas razones estratégicas para que el ancho de vía español no coincida en las conexiones con Francia y el resto de Europa, todo ello cosas que han llegado hasta hoy, con las servidumbres de todos conocidas. La industria nacional no encuentra ningún desarrollo, con el auge del ferrocarril. Las concesiones de la ley de 1855 lo consienten, al librar del pago de aranceles y derechos «las primeras materias, efectos elaborados, instrumentos. útiles, máquinas, carruajes, maderas, coke y todo lo que constituye el material fijo y móvil».