martes, septiembre 01, 2009

LA MAGIA CONTIDIANA DEL CAMINO

penas las primeras luces iluminan el albergue de peregrinos, aún sin visibilidad completa, la oscuridad dá paso a las voces, ida y venidas a lo largo del cobijo que nos ha dado descanso durante la noche,tintineos de cacharros metálicos, quejas, padecimientos y palabras de ánimo. La gran sala de literas parece una madriguera de sombras desconcertadas, contagiadas por una extraña energía que obliga a todo el mundo a ponerse en marcha desde muy temprano.
Cuerpos y almas están atrapados en un objetivo insólito y poderoso que les dirige hacia el Finis Terrae de la costa gallega,que alimenta cada paso y les hace seguir a pesar de los dolores, el cansancio y las inclemencias meteorológicas.
Dejándo atrás nuestro lugar de descanso se suceden lugares en la superficie de la corteza terrestre donde las fuerzas telúricas realizan una unión cósmica con el resto de las energías del Universo, una especie de vías de escape,de canales de comunicación entre el interior y el exterior,entre lo terrenal y lo universal, entre la oscuridad y la luz, entre lo conocido y lo desconocido que únicamente los iniciados son capaces de descubrir. Estos lugares especiales son los que eligen los eremitas y meditadores para sus retiros, los manantiales para brotar, los monjes de todas las religiones para fundar sus monasterios, las montañas para unir sus aristas, las brujas para celebrar sus aquelarres y los indígena animistas del mundo para celebrar sus rituales sagrados.
El Camino de Santiago está plagado de lugares y de símbolos que los peregrinos de todos los tiempos han utilizado para rezar cuando es un templo, para descansar si es un árbol, para beber si se trata de un río o, sencillamente, para mirar y sentir si es un paisaje.
Con el calzado caliente por el contacto de la senda que nos dirige hacia Santiago, los peregrinos
siguen haciendo Camino, siguen buscando marcas amarillas, siguen mirando el horizonte de poniente, hacia un destino que parece muy lejano pero que está mucho más cerca de lo que creen, porque el principio y el final de todos los caminos está en su propio corazón.
En el Camino de Santiago se dan cita la mayoría de las claves viajeras: conocimiento, evasión, libertad e incertidumbre. La milenaria ruta jacobea añade además el descubrimiento y la comprensión de las señales y símbolos que durante más de un milenio han guiado a peregrinos del mundo cristiano. Cada día, el popular «camino de las estrellas» ofrece un cúmulo de sorpresas, revelaciones y sugerentes acontecimientos. La del romero compostelano es una rutina penitente y cotidiana que, a cada paso, se descompone en sensaciones imprevisibles que alientan al viajero caminante a seguir un poco más, un paso más que le hacen cumplir el Ultreia del Camino.