martes, febrero 20, 2007

UN EXPERIMENTO (CASI) SOCIALISTA

L DE DIOCLECIANO fue un experimento socialista con una relativa planificación de la economía, nacionalización de las industrias y multiplicación de la burocracia. La moneda quedó vinculada a una tasa de oro que permaneció invariable durante más de 1.000 años. Los campesinos quedaron fijados en las tierras y constituyeron la «servidumbre de la gleba». Obreros y artesanos fueron «congelados» en gremios «hereditarios», que nadie tenía derecho a abandonar. Se instituyeron las «aglomeraciones». Aquel sistema no podía funcionar sin un severo control de los precios, que fue instituido por un famoso edicto en 301 después de Jesucristo, el cual representa todavía una de las obras maestras de la economía dirigida.
TODO EN ÉL ESTÁ previsto y reglamentado, salvo la natural tendencia de los hombres a las evasiones y su ingenio para tener éxito en ellas. Para combatirlas, Diocleciano tuvo que multiplicar al infinito su Tributaria. «En nuestro Imperio—rezongaba el librecambista Lactando— de cada dos ciudadanos, uno suele ser funcionario». Pululaban confidentes, superintendentes e inspectores. Sin embargo, las mercancías eran sustraídas igualmente de los «stocks» y vendidas de estraperlo, y las deserciones en los gremios de artes y oficios estaban a la orden del día.
A causa de todos estos abusos, llovieron detenciones y condenas, y fortunas de miles de millones fueron deshechas por las multas del fisco. Y entonces, por primera vez en la historia de la Urbe, viéronse ciudadanos romanos cruzar a escondidas los «límites» del Imperio, o sea «el telón de acero» de aquellos tiempos, para buscar refugio entre los bárbaros.
Hasta aquel momento habían sido los bárbaros quienes buscaron refugio en tierras del Imperio, cuya ciudadanía codiciaban como el más precioso de los bienes. Ahora acontecía lo contrario. Era ése el síntoma del fin.


Indro Montanelli «Historia de Roma»