domingo, febrero 11, 2007

BANQUETES ORGIÁSTICOS

os banquetes celebrados en Roma eran todo un acontecimiento social.Los organizadores se preocupaban de que todo saliera perfecto, pues suhonor iba en ello, en unos ágapes donde el sexo estaba presente.
LOS BANQUETES se convertían en juicios. Para los ciudadanos ricos, cada ágape debía ser el mejor organizado, el más ameno, el que mejor comida y bebida sirviese, el que más diversiones y distracciones ofreciese, en definitiva, el mejor celebrado nunca. El anfitrión rico en este tipo de encuentros tenía que dar a sus invitados una imagen de sí mismo dotada de todo su esplendor. A fin de cuentas, el banquete no era otra cosa que una representación en la que cada uno daba vida a su personaje. De este modo, dar fiestas se convirtió en todo un arte y era una celebración común a todos los ámbitos sociales, aunque, bien es verdad, sólo en los más detacados tenía una especial relevancia.

Los banquetes se celebraban al final de la jornada. Solian dividirse en dos partes. Durante la primera mitad del festín, se comía pero no se bebía. Aquí, los excesos gastronómicos eran muy frecuentes. En una misma reunión se podía encontrar gran variedad de platos. Hasta 100 especies diferentes de pescado, enormes cantidades de carne de cerdo, de vaca, de cordero, de pato, de avestruz y un sinfin de animales exóticos traídos expresamente para la reunión desde todos los rincones del vasto Imperio, además de una gran variedad de fruta que se consumía casi en cantidades industriales: higos, melocotones, melones y así un largo etcétera.

Para la conservación de estos alimentos se ordenaba traer, expresamete, nieve y hielo procedente de los Alpes. Por el contrario, en el transcurso de la segunda parte, no se comía y sí se ingerían cantidades ingentes de alcohol. Una exquisitez, muy de moda en la época de Calígula, era beber perlas disueltas en vinagre. Los comensales se disponían, reclinados, en lechos. Se consideraba ordinario y vulgar comer sentado en un banquete. En algunos de estos festines, remarcando su acento lúdico, muchos de los comensales se adornaban con flores, símbolo, en este caso, del furor que siempre estaba presente y nunca debía faltar en una orgía.
G.B.