martes, septiembre 26, 2006

ORDEN DEL 23 DE ABRIL DE 1796

oldados en quince días habéis conseguido seis victorias, tomando 21 banderas, 55 piezas de artillería, varias plazas fuertes, conquistado la parte más rica del Piamonte; habéis hecho 15.000 prisioneros, matado o herido más de 10.000 hombres...Desprovistos de todo, habéis suplido todo. Habéis ganado batallas sin cañones, atravesado ríos sin puentes, habéis vivaqueado sin aguardiente y frecuentemente sin pan. Las falanges republicanas, los soldados de la libertad, eran los únicos capaces de sufrir lo que vosotros habéis sufrido."

Napoleón Bonaparte

BALAS DUMDUM

as tropas británicas del noroeste de la India comprobaron quelos modernos fusiles der epetición resultaban inadecuados contra fanáticos enemigos. El calibre de las nuevas balas resultaba insuficiente para detener a cientos de enemigos lanzados al ataque, y se pensó en un proyectil que produjera un mayor choque contra el cuerpo. En el arsenal de Dumdum, en Calcuta,se contruyó una nueva bala explosiva con la punta rebajada en formna de cruz, quenetró oficialmente en servicio en octubre de 1899, con la advertencia que debía cargarse una a una en el fusil. No obstante, aquel mismo año fueron prohibidas en la Convención Internacional de la Haya.

LOS LEGIONARIOS DE CAMARÓN.CAMPAÑA MEXICANA

nos 2.000 légionnaires habían llegado a Veracruz al mando del coronel Jeanningros, jefe del 1er Régiment Étranger.
A finales de abril de 1863, se les encargó custodiar los convoyes que se dirigían a Puebla y el día 29, el coronel ordenó que una compañía marchara en vanguardia de una expedición. La misión correspondió a la 3ª Compañía, formada por polacos, alemanes, belgas, italianos, españoles y una mayoría de franceses. La unidad carecía de capitán, y todos sus oficiales estaban enfermos, por lo que tomó el mando el capitán Danjou, ayudante del primer batallón, y los subtenientes Maudet -el abanderado- y Vilain –el pagador-, quienes partieron con 62 hombres a la una de la madrugada del 30 de abril.
Habían recorrido dos tercios del camino cuando el coronel mexicano Millán se dispuso a atacarlos con 800 jinetes del ejército, 300 irregulares y tres batallones de infantería; en total, unos 2.000 hombres. Al amanecer, la caballería cargó contra los légionnaires, que los rechazaron a costa de perder todos sus víveres y municiones de repuesto, ya que los mulos que los transportaban se espantaron.
La vegetación permitía a los franceses proseguir su camino a cubierto. Pero el capitán Danjou -un veterano curtido en la guerra y el servicio, que había perdido su mano izquierda, debiéndola sustituir por otra articulada de madera comprendió que aquella fuerza mexicana les impediría llegar a Puebla y decidió entretenerla en combate contra su unidad. En lugar de esconderla, hizo que la compañía ocupara una hacienda llamada Camarón, que luego los franceses denominarían Camerone.
Parapetados en la casa y las paredes del patio, esperaron el ataque enemigo. Cuando el coronel Millán les pidió que se rindieran, respondieron a tiros.
Contaban con sus buenos fusiles de infantería modelo 1857 y sus largas bayonetas, mientras que la caballería mexicana, con sables, lanzas y carabinas Spencer sin bayoneta, estaba mal dotada para combatir a pie. El capitán Danjou fue el alma de la resistencia, hizo jurar a sus hombres que combatirían hasta el final y, a media mañana, murió de un balazo.
Los tres batallones mexicanos de infantería asaltaron la casa y la incendiaron, pero tuvieron que retirarse ante el fuego abierto por los legionarios, que resistían entre el humo, sin beber ni comer desde la madrugada. Ya eran mayoría los muertos y heridos cuando el subteniente Maudet, un cabo y tres legionarios hicieron una descarga y se lanzaron a la bayoneta; murieron antes de llegar a los mexicanos. Ya sólo combatían un cabo y dos legionarios cuando el coronel Combas ordenó detener el ataque y tomarlos prisioneros. Habían resistido durante diez horas.
Al día siguiente llegó a Camarón una columna con el coronel Jeanningros. Entre los cadáveres rescataron al único superviviente, el tambor Laï,herido de siete lanzadas y dos balazos.
El coronel reconoció el cuerpo de Danjou, cuya mano ortopédica recogió como reliquia. De los 65 hombres, dos oficiales y 22 legionarios murieron en combate, un oficial y dos legionarios heridos murieron poco después de terminar la lucha, y otros 19 heridos lo hicieron durante su cautiverio; el resto, casi todos heridos, cayeron prisioneros, y sólo Laï fue rescatado.
Camarón se convirtió en la gesta simbólica de la Légion Étrangere; sus tropas presentaban armas cada vez que pasaban ante el lugar. Años más tarde, se colocó una placa con los nombres de Danjou, Villainy Maudet en el patio de honor de la Légion y, actualmente, todas sus banderas y estandartes tienen bordada la leyenda«Camerone 1863». En la ceremonia anual del 30 de abril, el cofre que guarda la mano del capitán es colocado a la derecha de la bandera del 1er Régiment Étranger, sostenida por un general y un légionnaire veterano.

LA FORJA DE UN ALMIRANTE EN DIEZ AÑOS

elson tiene su primera acción de escuadra en 1795, francamente más tarde que sus compañeros. Mandaba el navío Agamenon, a las órdenes del vicealmirante William Hotham, en el Combate de Hyeres y queda sumamente insatisfecho porque aquél se contentó con hacer dos presas y no a por todas. En adelante es su obsesión.
En el Combate de cabo San Vicente monta el Captain y destaca saltando con el trozo de abordaje, espada en mano, a dos buques españoles, el San José y al San Nicolás, que se rinden. Esta acción, junto con su intervención en Copenhague (1801) a las órdenes de Parker tiene lugar tras dos sublimes desobediencias Calder, también capitán de navío en San Vicente, «hurgando» en la falta de Nelson de acuerdo con las instrucciones generales de escuadra, mereció esta respuesta de Jervis: «Ciertamente fue así, y siempre que usted cometa tal clase de quebranto a sus órdenes, le perdonaré también» . Al parecer no hay constancia de reprobación oficial o privada por parte de Parker.
Seis días después de cabo San Vicente asciende a contralmirante -en su turno por antigüedad-, tras 18 años en el empleo de capitán de navío; tenía 39 años. Por 'este tiempo tiene lugar un bloqueo a Cádiz, en una de cuyas acciones, entre botes armados ingleses y nuestras fuerzas sutiles, salva la vida por la interposición heroica.del patrón de la lancha.
Su primer mando como jefe de escuadra es un pequeño grupo de combate. Como fuerza de desembarco llevaba la reembarcada por el irresistible avance de las fuerzas de Napoleón. Además de llenar la inactividad impuesta con una operación de desembarco limitada en Tenerife, esperaban apresar un convoy de ultramar. El fracaso es tan conocido como el arrojo de Nelson desembarcando con las fuerzas de asalto.
En 1798 se le confía el mando de la escuadra del Mediterráneo, y después del gran desconcierto que le supone la coladera de una flota de invasión de más de 150 velas, tras una búsqueda incierta, la encuentra fondeada en Aboukir. Propio de su tenacidad, ya cerca del ocaso, se atreve a atacar. La varada de su amigo Troubridge, buque más avanzado, no le amedrenta.
Hay una tercera desobediencia --doble- menos conocida. Siendo segundo del vicealmirante Keith, comandante en jefe del Mediterráneo, se niega en dos ocasiones a reforzar Menorca, a la que aquél estimaba en peligro, dando preferencia a las operaciones en apoyo de los reyes de Nápoles.
No contento, escribe al primer Lord dándole sus razones, y de paso –muy deslealmente- reprochando a su jefe el que se le hubiera escapado la combinada en su paso del Estrecho al Atlántico (1801). A la tercera reiteración de Keith, envía a su segundo Duckworth con cuatro navíos sin fuerzas de tierra, que dejó en Nápoles. En otra carta privada al primer Lord, que ha desaprobado su conducta, escribe con toda arrogancia «que no cree que exista ningún oficial de mar que conozca los asuntos de mar y tierra del Mediterráneo mejor que él mismo» . Sin lugar a dudas, fue muy benévolo con Nelson por tratarse del héroe de Aboukir.
En esta etapa desarrolla una intensa actividad de diplomacia armada con una libertad de acción sorprendente. Su única directiva, o mejor en ausencia de aquélla, actuaba a propia iniciativa con una simple intención superior: Inglaterra, Inglaterra e Inglaterra. Tras la rendición de Nápoles, no acepta el armisticio acordado con los rebeldes y ejecuta al comandante en jefe de la Marina republicana, Caraccioio, y 100 más. A decir de tratadistas, en nuestros días difícilmente hubiera escapado de la consideración de crimen de guerra (y para el capitán de navío Foote, que firmó el armisticio).
Como almirante del Canal está a disgusto. Lo encuentra poca cosa para él y tiene que ensayar un zarpazo, que se salda con el fracaso contra las fuerzas sutiles de defensa de Boulogne. Esta acción es la mencionada anteriormente elogiando a Miralles.
En la primavera de 1803 es el comandante en jefe del Mediterráneo. Transcurren dos largos años de vigilancia de la escuadra de Napoleón en Tolón que no de bloqueo, para dar todas las oportunidades al enemigo. En 1804, desanimado, está a punto de pedir su traslado al Almirantazgo.
A primeros de 1805, Villeneuve sale de Tolón y las fragatas inglesas no aciertan a seguirlo. Tras una búsqueda infructuosa por todo el Mediterráneo tiene noticia de que se ha reunido con navíos españoles y navegan a las Indias.
Aún siendo el almirante del Mediterráneo no espera órdenes y sale a la caza, temiendo que las intenciones de Napoleón fueran la toma de Jamaica. Cruza el Atlántico en ambos sentidos en setenta días. Cuando desembarca en Gibraltar, pone pie en tierra por primera vez en dos años. En agosto arría su insignia en el Vicctory surto en Spithead. Estaba muy cansado y deprimido porque ha puesto en peligro a Inglaterra. Ha quebrado la doctrina: en caso de pérdida del enemigo, repliegue al Canal. No obstante, es nombrado comandante en jefe de las fuerzas de bloqueo, iza su insignia en el Vicctory y sale para Cádiz; era el 15 de septiembre 1805.
Desde que llega al golfo de Cádiz, mantiene un dispositivo de vigilancia con fragatas y algunos navíos en primer escalón para protegerlas, mientras otros se avituallan en la bahía de Lagos y Tánger. La destreza para mantener cadenas de comunicación visual era clave para la reunión rápida en cuanto se tuviera noticia de que la combinada daba la vela.