martes, julio 29, 2008

CLERO,NOBLEZA Y PUEBLO LLANO

a base del Antiguo Régimen era la sociedad estamental, estructura formada por un grupo cerrado:clero, nobleza y estado llano, al que se accedía, fundamentalmente, por origen familiar. Cada estamento poseía sus propias leyes, disfrutaba de privilegios en el caso del alto clero y la nobleza, o estaba sometido a un rígido código de derechos y deberes, caso del tercer estado. El resultado era una organización social muy estable. Con carácter excepcional podía darse el ascenso de un individuo, bien por méritos propios, bien por comprar algún título nobiliario,entre miembros de la alta burguesía, enriquecida con los negocios.
La nobleza era el estamento que gozaba de mayores privilegios. Constituía tan solo una pequeña parte de la sociedad, pero acaparaba las tierras y el poder político y militar. Estaba exenta de impuestos y recibía, además, las rentas de los campesinos. Jurídica y legalmente se hallaba en la cúspide social y disfrutaba de privilegios vedados al resto de la sociedad.
El clero constituía, con la nobleza, el principal estamento; en su seno entre el alto clero, formado por los grandes dignatarios de la Iglesia, que gozaban de una inmensa riqueza patrimonial en iglesias, palacios, tierras, rentas y diezmos, y el bajo clero, constituido por un grupo heterogéneo que agrupaba desde los canónigos catedralicios hasta los simples curas rurales. La Iglesia, además, ostentaba el poder espiritual y monopolizaba la educación.
El tercer estado estaba formado por la mayor parte de la población. Agrupaba en su seno individuos en condiciones muy diversas, pues en él se incluía tanto a la alta burguesía empresarial y financiera como a los artesanos urbanos o a los campesinos. Si los burgueses poseían palacios opulentos, disfrutaban de una elevada educación y vivían de forma similar a la nobleza, los campesinos apenas conseguían sobrevivir a las continuas hambrunas. La mayoría estaba vinculada a los propietarios de las tierras y debía hacer frente a una gran cantidad de impuestos de la que se beneficiaban la nobleza y la Iglesia.
Esta rígida sociedad estamental entró en crisis en el siglo XVIII cuando la burguesía enriquecida comenzó a reclamar derechos políticos. La consecuencia fue el estallido de la Revolución francesa en 1789.

Benito Pérez Galdós

FRANCIA EXIGE A ESPAÑA EL DINERO QUE LE DEBE

l reinado de Carlos IV fue un período de profunda crisis económica que agotó los recursos de los españoles. Si bien es cierto que las dificultades no se iniciaron con el advenimiento de este monarca, también lo es que durante los años de su gobierno, de 1788 a 1808, la crisis se generalizó y se ahondó hasta alcanzar niveles inéditos.
Las causas son complejas. En primer lugar, el reinado coincidió con el agotamiento del modelo de crecimiento de las décadas anteriores; en segundo lugar, el contexto internacional experimentó un vuelco desfavorable con el estallido de la Revolución francesa.Entre 1793 y 1814, la monarquía española se vio inmersa en un prolongado ciclo de guerras contra las dos grandes potencias del momento: Francia yGran Bretaña. Los constantes conflictos bélicos y los problemas derivados de su financiación afectaron al comercio con América, desequilibraron la hacienda, obligaron a un aumento de la presión fiscal y perjudicaron a las manufacturas industriales. El déficit de la hacienda pública ya era evidente en 1796, con los gastos derivados de la Guerra de la Convención, que inició el endeudamiento del Estado. Desde 1796 hasta 1808, el sometimiento de España a los intereses de Francia se hizo cada vez más patente. Por el tratado de San Ildefonso firmado ese año, España se comprometió a prestar a Francia, para frenar el poderío naval inglés, ayuda material y económica en forma de barcos, tripulaciones y grandes cantidades de dinero.
La guerra con Inglaterra colapsó la hacienda real. Gran Bretaña hostigó el comercio español con las Indias, lo que supuso la reducción de los caudales procedentes de América y de los ingresos aduaneros. La situación llegó al límite tras la firma del tratado secreto de San Ildefonso de octubre de 1800. En virtud de lo estipulado, la Armada entregó a la marina francesa seis navíos armados y arbolados y España cedió la Luisiana a Napoleón. En este tratado, y en el de Madrid de 1801, España se comprometía además a declarar la guerra a Portugal para impedir la recalada de los buques ingleses en los puertos del país vecino. La Guerra de las Naranjas fue rápida y exitosa, pero tuvo unas indeseadas consecuencias: obligó a Napoleón a forzar la paz con Inglaterra, que se firmó en Amiens el 25 de marzo de 1802. El Emperador exigió compensaciones a España por los perjuicios ocasionados: el pago de un subsidio de seis millones de libras mensuales.
Referencia.-La Corte de Carlos IV.Editorial Espasa.El Mundo.