martes, julio 29, 2008

FRANCIA EXIGE A ESPAÑA EL DINERO QUE LE DEBE

l reinado de Carlos IV fue un período de profunda crisis económica que agotó los recursos de los españoles. Si bien es cierto que las dificultades no se iniciaron con el advenimiento de este monarca, también lo es que durante los años de su gobierno, de 1788 a 1808, la crisis se generalizó y se ahondó hasta alcanzar niveles inéditos.
Las causas son complejas. En primer lugar, el reinado coincidió con el agotamiento del modelo de crecimiento de las décadas anteriores; en segundo lugar, el contexto internacional experimentó un vuelco desfavorable con el estallido de la Revolución francesa.Entre 1793 y 1814, la monarquía española se vio inmersa en un prolongado ciclo de guerras contra las dos grandes potencias del momento: Francia yGran Bretaña. Los constantes conflictos bélicos y los problemas derivados de su financiación afectaron al comercio con América, desequilibraron la hacienda, obligaron a un aumento de la presión fiscal y perjudicaron a las manufacturas industriales. El déficit de la hacienda pública ya era evidente en 1796, con los gastos derivados de la Guerra de la Convención, que inició el endeudamiento del Estado. Desde 1796 hasta 1808, el sometimiento de España a los intereses de Francia se hizo cada vez más patente. Por el tratado de San Ildefonso firmado ese año, España se comprometió a prestar a Francia, para frenar el poderío naval inglés, ayuda material y económica en forma de barcos, tripulaciones y grandes cantidades de dinero.
La guerra con Inglaterra colapsó la hacienda real. Gran Bretaña hostigó el comercio español con las Indias, lo que supuso la reducción de los caudales procedentes de América y de los ingresos aduaneros. La situación llegó al límite tras la firma del tratado secreto de San Ildefonso de octubre de 1800. En virtud de lo estipulado, la Armada entregó a la marina francesa seis navíos armados y arbolados y España cedió la Luisiana a Napoleón. En este tratado, y en el de Madrid de 1801, España se comprometía además a declarar la guerra a Portugal para impedir la recalada de los buques ingleses en los puertos del país vecino. La Guerra de las Naranjas fue rápida y exitosa, pero tuvo unas indeseadas consecuencias: obligó a Napoleón a forzar la paz con Inglaterra, que se firmó en Amiens el 25 de marzo de 1802. El Emperador exigió compensaciones a España por los perjuicios ocasionados: el pago de un subsidio de seis millones de libras mensuales.
Referencia.-La Corte de Carlos IV.Editorial Espasa.El Mundo.

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