sábado, julio 07, 2007

FUROR ANTICLERICAL EN MADRID

adrid, 17 de julio de 1834 — Al amparo de la oscuridad de la noche es asaltado el convento de Atocha, a cuya defensa acude un destacamento de provinciales de la guardia, un batallón de urbanos bajo las órdenes de don Juan Muguiro y la caballería del mismo cuerpo con el marqués de Espinardo al frente.La agresión al convento viene a sumarse a una serie de sucesos trágicos similares que se han desencadenado en la capital.Causa de esta situación es la epidemia de cólera que. procedente de las tierras asiáticas, se ha extendido por las vías fluviales hasta San Petersburgo y de allí ha llegado a Inglaterra, Francia y, posteriormente, a España.
Madrid, asolado por el cólera, experimenta un profundo trastorno en el orden público, y la seguridad personal de sus habitantes se siente amenazada. En medio del caos corre el rumor de que los agentes de los jesuitas propagan la enfermedad y envenenan las fuentes públicas, por lo que la perturbada multitud quiere tomarse venganza y no duda en penetrar en los claustros de San Isidro para dar muerte a los sacerdotes. A ello se añade un elemento político, pues reina la convicción de que estos religiosos son aliados de los carlistas en armas y pretenden impedir que se celebre la reunión de las cortes concertada para el día 24. Informado el general Martínez de San Martín de los hechos, adopta medidas para contener a los amotinados que ya saquean Santo Tomás, San Francisco y la Merced y, pese a que no logra evitar múltiples matanzas, sí puede defender los conventos amenazados de San Gil, los basilios y San Cayetano.

PACTO EN SIERRA MORENA

uensanta, agosto de 1832 — En el santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, cerca de Badolatosa (Sevilla), se acaba de consumar lo que puede considerarse apoteosis del bandolerismo andaluz. Incapaz de poner fin al señorío que sobre lugares y caminos ejerce en Sierra Morena el bandolero José María Hinojosa, alias el Tempranillo, el rey don Femando VII, por medio de su enviado el general don José Manso, gobernador militar de Cádiz, rememora las medidas de gracia que se hacían servir hasta el siglo XVII y acuerda un indulto pleno para José María, su cuadrilla y todos aquellos que, aceptando la autoridad de El Tempranillo, decidan seguirle hacia una nueva vida dentro de la ley.No sólo se le perdonan catorce años de asaltos, violencias, contrabando y cobros ilegales. Considerando que es el hombre más adecuado para imponer la voluntad del gobierno en Sierra Morena, se le ofrece constituir con sus hombres un Escuadrón Franco de Protección y Seguridad Pública de Andalucía, cuyo mando le corresponderá.Convertido por el acuerdo de fugitivo en agente del orden, José María paga de su bolsillo las mejores ropas para que el flamante escuadrón siga atrayendo la admiración que su majura hasta entonces le había procurado. Entre las consideraciones que llevaron a Fernando VII a establecer el indulto no sólo figura la incapacidad de sus fuerzas para terminar con los bandoleros.José María había prestado decisiva y temible ayuda el año anterior a la intentona liberal del coronel Manzanares, y numerosos propietarios y comerciantes animaban también una solución que ofrecía seguridad a sus caudales, aun a cambio de la impunidad para todo aquello perpetrado con anterioridad.