miércoles, enero 16, 2008

EL CAMINO FRANCÉS

ndudablemente, sobre el camino se ha escrito muchas historias, anécdotas,sucesos extraños, pero lo que está claro es que hoy por hoy, no ha dejado dicho recorrido mágico de generar un sin fin de opiniones y sobre todo de reflexiones con respecto a lo que el mismo supone o influye en aquellos osados andarines que deciden un buen día embarcarse en la aventura del peregrino.
Desde tiempo inmemorial, el mismo ha influído en las mentes, y sobre todo, según puedo dilucidar, que tanta energía acumulada en ese trayecto, nos proporciona la capacidad de reflexionar sobre infinidad de aspectos, imposible de conseguir en la jungla de asfalto.
El camino francés, como así se denomina, el que proviene de los Pirineos pasando por el Puente de la Reina en Navarra donde confluyen algunos otros, para enfilar los pies y las mentes hacia la tumba del Apostol, se llama así, por la afluencia de franceses en el mismo, también se denominó de la Vía-Láctea, por servir la misma de guía en la noche a los peregrinos hacía su destino final.
Según, documentos, en el tejado de la catedral de Santiago,se vé aún hoy,un pilar de piedra llamado"á cruz dos farrapos", donde los peregrinos pobres, colgaban como piadoso trofeo, sus destrozadas ropas después de trocarlas por otras nuevas que recibian de los canónigos, también a las puertas de la basílica,estaban de contínuo, los caballeros cambiadores"con sus taboas doradas é pintadas con sus arcas é balanzas é monedas...é das ganancias esponian cirios que alomeaban ante o apostol", como se puede leer en un libro antiquísimo, estos cambiadores formaban una hermandad o cofradía, que tenía por objeto como indica su nombre la de cambiar las monedas extranjeras que los peregrinos traían, lo que pone de manifiesto, que la cuestión de cambios y de transacciones, no es algo de nuestro tiempo , sino que nos han precedido nuestros ancestros.
En fin, creo que si nos decidimos a estudiar el significado y las consecuencias que el camino ha proporcionado a infinidades de generaciones, no acabaríamos nunca, pero sea como sea, merece la pena, sumergirse en él y caminarlo.
Nelson

Me quedan, 56 días