

Asentada ya definitivamente como la cineasta del régimen, Goebbels, dueño y señor del cine, le encarga la dirección de Olympia, película con corte de epopeya sobre los Juegos de 1936. Riefensrahl no defraudó; su nueva obra consiguió el primer premio en el festival de cine de Venecia.
El triunfo de la voluntad y olympia han merecido todo tipo de elogios técnicos, pero también el calificativo de “pura apología del nazismo’, lo que dio con su directora en la cárcel, acusada de colaboracionismo, al final de la guerra.
Generosamente subvencionada por el Ministerio de Propaganda, Riefenstahl, al margen de calidades artísticas, a veces también negadas, parece trabajar bajo el dictado de Hitler y Guebbels. Olympia está exclusivamente concebida para el mayor brillo y gloria del nacionalsocialismo en Alemania.
En esta directora, recientemente fallecidada a los ciento un años, se cumple fielmente el principio del arte nazi, según la afirmación de Jean Michel Palmier:“La creación artística no existe sino como instrumento político. El arte no es nada sin la comunidad racial que le da sentido y valor”.
Olimpia se recrea en una producción escénica típicamente nazi, con el gusto por lo monumental, la fuerza, el brío y la salud y, a decir verdad, la organización y los resultados de los Juegos del 36 contribuyeron tanto al éxito de la película como a sus objetivos propagandísticos.
L. V. SOLAR