miércoles, abril 11, 2007

DUREZA FRENTE A CONCILIACIÓN

landes, 1567 — La marcha del duque de Alba ha llenado de temor a los protestantes en toda Europa. Sobre todo a los calvinistas que dominan Ginebra.
El papa Pío V deseaba aprovechar el paso del ejército católico para arrasar este nido de herejía, pero Felipe II, prudente una vez más, no quiere levantar contra él las iras de los hugonotes franceses y alemanes, por lo que se excusa ante el pontífice. Sin embargo, el episodio reactiva la decisión de lucha de todos los calvinistas, y su presencia gana peso en Flandes, donde en este momento continúan siendo una minoría.
El 22 de agosto llega el duque a Bruselas, Margarita de Parma expresa rápidamente su malestar a Felipe. y abandona Flandes antes de terminar el año. Termina así la política de convivencia: Alba pretende, por el contrario, imponer sin fisuras la autoridad real como único medio de pacificar el país. Crea el tribunal de los Tumultos —llamado luego el Tribunal de la Sangre— y arresta a los nobles más destacados en la protesta. Egmont y Hom. Su intención es «no arrancar la viña, sino podarla», y espera limitar el derramamiento de sangre, pero el temor de los flamencos es muy grande e interpretan estas medidas como la instauración de un régimen de terror, máxime cuando viene a establecer la nueva Inquisición tridentina.
Guillermo de Orange intenta una primera invasión con tropas alemanas, pero el miedo paraliza cualquier reacción popular y es derrotado.
El ataque supone un argumento más para la estrategia que lleva a cabo el duque de Alba.

LOS PORDIOSEROS DOMINAN EL MAR

landes, 1 de julio de 1567 — Los ciudadanos flamencos, levantados contra el dominio de la corona española, encuentran una nueva forma de atacar los intereses españoles. Guillermo de Orange concede patentes de corso, para arruinar el comercio marítimo español, que se encuentra en este momento en plena prosperidad. Muchos aventureros acuden en busca de estas patentes de corso. Son los pordioseros del mar, más deseosos de ganar cuantiosos botines que de defender los ideales flamencos de independencia. Estos piratas tendrán escasos puertos donde poder recalar, ya que no sólo atacan a los galeones españoles, sino que destruyen barcos de otros países, convirtiéndose en enemigos de muchas naciones. El sistema de piratería que se impone en este período da lugar a una patente de corso bien regulada, que se refleja en las legislaciones de diversos países, como en las ordenanzas de Francia (1584, 1681), Holanda (1622, 1667, 1705), España (1621), Inglaterra (1707) y Dinamarca (1710).