miércoles, abril 11, 2007

LOS PORDIOSEROS DOMINAN EL MAR

landes, 1 de julio de 1567 — Los ciudadanos flamencos, levantados contra el dominio de la corona española, encuentran una nueva forma de atacar los intereses españoles. Guillermo de Orange concede patentes de corso, para arruinar el comercio marítimo español, que se encuentra en este momento en plena prosperidad. Muchos aventureros acuden en busca de estas patentes de corso. Son los pordioseros del mar, más deseosos de ganar cuantiosos botines que de defender los ideales flamencos de independencia. Estos piratas tendrán escasos puertos donde poder recalar, ya que no sólo atacan a los galeones españoles, sino que destruyen barcos de otros países, convirtiéndose en enemigos de muchas naciones. El sistema de piratería que se impone en este período da lugar a una patente de corso bien regulada, que se refleja en las legislaciones de diversos países, como en las ordenanzas de Francia (1584, 1681), Holanda (1622, 1667, 1705), España (1621), Inglaterra (1707) y Dinamarca (1710).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para algunos países fue una manera encubierta de "ampliar" su armada en tiempos de guerra, sin invertir en barcos, y, a la vez, recibiendo parte del botín.
La patente de corso era un permiso que se concedía, en parte, para el "pirateo legal". Aunque los corsarios tenían ciertas normas (muy interesantes por cierto), no todos las cumplían, y terminaban comportándose como verdaderos piratas.
Las grandes batallas navales de la armada inglesa, tienen connotaciones de piratería. A Nelson le habría indignado cualquier comparación con los piratas, pero parece ser que pleiteó durante muchos años con su antiguo jefe y protector Lord Jervis, por el derecho de presa de unas naves en cuya captura no había participado directamente ni uno ni otro.
Saludos. Zinthia.

Anónimo dijo...

Se podría aseverar sin temor a equivocarse que los mercenarios que actualmente se baten en los conflictos internacionales, se podrían asemejar a quellos corsos que cobraban su salario con las contraspestaciones que suponía las capturas de navíos.
El corso, tenía los beneplácitos del gobierno que de alguna forma le expedía los permisos para llevar a cabo los abordajes y los beneficios que le suponía estas maniobras protegidas legalmente, aunque muchas veces se confundía al pirata con el corso, por la poca diferencia en sus actuaciones.