jueves, octubre 05, 2006

NAPOLEON REVOLUCIONA EL ARTE DE LA GUERRA

L GENERAL BONAPARTE, veterano de las campañas de Italia y Egipto, ya había dejado de manifiesto que era mucho más que un aprovechado alumno de los maestros militares franceses. Aunque educado según los principios de Lazare Camot y de los hermanos Du Teil que tanto le ayudaron en los primeros pasos de su brillante carrera militar, el ahora emperador de Francia supo aprovechar logros del pasado y sumarIos durante los últimos años a innovaciones de especial relevancia en el campo de batalla. La infantería napoleónica es, en ese momento, la primera de Europa. Aunque el uso de formaciones como la columna y la línea distaba mucho de ser original, Napoleón logró sumar a eso elementos la creación de una infantería que podría denominarse ligera.
Sus componentes eran reclutas bisoños o voluntarios novatos cuyo entrenarmento y veteranía resultaban insuficientes para permitirles maniobrar de una forma más convencional pero cuya efectividad final resultó innegable. Desde septiembre de 1804, todos los regimientos franceses recibieron la orden de convertir una de sus compañías de fusileros en voltigeurs o unidades ligeras. Estos voltigeurs sirvieron,por ejemplo, a Napoleón para ocultar sus maniobras a las fuerzas enemigas. De mayor importancia aún fueron los aportes introducidos por Napoleón en el arma de caballería. A semejanza de lo sucedido con la infantería, el emperador de los franceses creó unidades de carácter ligero. Los lanceros o chevau-légers-lanciers, por ejemplo, proporcionaban a los regimientos pesados una capacidad de reconocimiento impensable en otro ejército europeo.
De la misma manera, unidades como los cazadores a caballo o los húsares cumplían un papel de extraordinaria importancia cubriendo retiradas, despistando a las tropas enemigas en la detección de los avances militares o combatiendo en el campo de batalla. Los dragones -otro de los grandes aportes de Bonaparte- incluso se convirtieron en una especie de unidad de caballería intermedia entre las pesadas y las ligeras. Útiles en combate directo,desempeñaban funciones relevantes en la protección de los flancos y en tareas de reconocimiento. Posiblemente, donde Napoleón mostró con más claridad su talento militar en relación con la caballería fue en su utilización como un arma ofensiva independiente, algo absolutamente inusitado para sus oponentes. Sus ataques con masas compactas de caballería en Jena o Eylau tuvieron un efecto paralizante, primero, y aniquilador después; sobre las mejores fuerzas armadas del continente. Sin embargo; a pesar de sus éxitos en la utilización de la infantería y de la caballería, no debe olvidarse que Napoleón fue educado como artillero y que esta circunstancia tuvo una especial trascendencia en su revolución del arte de la guerra. En contra de la opinión de distintos teóricos de la, artillería, Napoleón modificó el calibre de sus cañones de manera radical. Así, los pertenecientes al calibre 4 fueron sustituidos de manera prácticamente total por los del 6 Y los del 8 por otros del 12. No sólo se trató de un aumento de calibre. El emperador además transformó la artillería de arma de apoyo en un arma ofensiva que hizo converger con terribles consecuencias sobre un punto concentrado de las líneas enemigas.
Además, desde 1800, Napoleón realizó un esfuerzo considerable para que el ejército francés contara con conductores encargados exclusivamente del traslado lo más rápido posible de las piezas artilleras. Estas importantes innovaciones llegaron complementadas por el desarrollo específico de dos pilares del ejército imperial. Nos estamos refiriendo a la intendencia y al mando. La primera no era ciertamente perfecta, pero Napoleón supo consagrar un sistema de despojo y requisa de aquellas zonas por donde pasaban sus hombres que prácticamente aseguraban su alimentación y abastecimiento.
En cuanto al segundo, su sofisticación fue comparativamente extraordinaria. Sin temor a exagerar, puede decirse que no contaba con el más mínimo paralelo en los ejércitos de Rusia, Austria o Prusia. Al Cuartel General Imperial -dividido en el Cuartel General de la Grande Armée, el Comisariado General de Intendencia y la Casa del Emperador- Napoleón sumó un servicio topográfico realmente incomparable y, muy especialmente, la obtención de una verdadera" .montaña de datos relativos a las fuerzas enemigas. Ese sistema permitió a Napoleón controlar con notable perfección fuerzas militares de un tamaño realmente impresionante,circunstancia una vez más totalmente fuera del alcance de otros ejércitos.
Con todo, constituiría un error pensar que los éxitos del emperador radicaron únicamente en las.innovaciones técnicas. Bonaparte supo además utilizar de manera magistral factores como la moral de las tropas, la movilidad de sus fuerzas (en buena medida derivada de las reformas ya señaladas) y la capacidad para separar y parcelar, primero, y destruir, después,las tropas enemigas. Entonces -sería inútil negarloNapoleón era con mucho el general más competente de Europa. Pese a todo, existían razones para interrogarse acerca del tiempo que podría mantener esa superioridad indiscutible. Para empeza los éxitos imperiales derivaron en buena medida de su mando único y centralizado. Sin embargo, habría que preguntarse si, enfrentado con una guerra en varios frentes, sería capaz de delegar en subordinados o insistiría en mantener el mando de una manera única y, por ello, ineficaz. Tampoco parecía que la política seguida por las tropas francesas en territorio enemigo pudiera contribuir a cimentar de manera perdurable las victorias de Napoleón.
LA TÁCTICA DE PRACTICAR expolios continuados y sistemáticos podía ser útil en tropas, pero dificilmente se podía ser tan optimista en relación con las posibles reacciones futuras. Enfrentado con poblaciones civiles hostiles e incluso opuestas violentamente, ¿podría Napoleón sofocar todo tipo de sublevaciones sin que eso influyera negativamente en su estrategia?
Finalmente, había que tener en cuenta que los adversarios de Napoleón fueron derrotados vez tras vez desde hacía más de un lustro. Sin embargo, sería erróneo considerados como a un conjunto de soldados torpes o incompetentes. Eran, en términos generales, militares hábiles, e incluso brillantes, desbordados por una mente bélica superior. Pero precisamente por ello entraba dentro de lo verosímil que acabaran un día adáptando las innovaciones napoleónicas e introduciéndolas en sus ejércitos. Para entonces, Napoleón podría hallarse frente a avispados alumnos dotados con medios materiales superiores. Al darse tal circunstancia, el sol del hasta entonces invicto emperador comenzaría a eclipsarse.
C.V.

TROPAS ESPAÑOLAS PARTICIPARON EN LA CONQUISTA DE SAIGON

N TERRITORIO VIETNAMITA. - Cochinchina, región meridional de Vietnam cuya capital era Hue, fue un territorio gobernado por la familia de los Nguyen, que se había expandido por el delta del Mekong, había ocupado Saigón en 1698 y había extendido lentamente sus dominios por las llanuras del bajo Mekong. La monarquía imperante fue derrocada por un levantamiento en los años 1 771-1 785, pero recuperó el poder en 1 789 por medio de NguyenAnh, quien propició el auge económico de la región. A partir de estas fechas, los soberanos de Hue comenzaron a poner trabas a la presencia extranjera en la región. Esta postura xenófoba fue creciendo en intensidad y dio el pretexto para la intervención militar de los franceses cuando el rechazo de los europeos devino, por parte del emperador anamita Tu Duc, entre 1830 y 1864, en persecución de los misioneros católicos tanto franceses como españoles, que alcanzó su punto más algido con el asesinato del obispo español José María Díaz Sanjurjo. Para proporcionar una mayor consistencia a la respuesta, Francia, basándose en los términos del Tratado de la Cuádruple Alianza, solicitaba la cooperación española, que enviaba desde la guarnición destacada en Manila una expedición integrada por 500 (otras fuentes hablan de 1.400) hombres, peninsulares y tagalos, al mando del coronel Ruiz de Lanzarote.La guerra comenzaba en 1858 y culminaba su primera fase en febrero de 1859 con la toma de Saigón por el general francés Rigault de Genovilly. A partir de 1860, la presencia española se reducía a 200 hombres comandados por el coronel F. J. Palanca, que fueron abandonados a su suerte por las autoridades españolas y cuyo aprovisionamiento quedaba en manos francesas. Palanca fue destituido en 1861, pero no fue relevado hasta 1863. La marcha de la campaña, favorable a los expedicionarios; y el levantamiento de los católicos en Tonkín obligaban a Tu Duc a firmar la paz en Saigón en 1862. Francia sacaba importante tajada económica y política, mientras España recogía algunas migajas en forma de indemnización por la guerra y cierta libertad de comercio en algunas plazas, pero fracasaba en su objetivo de «introducirse a modo de potencia en el continente asiático e iniciar una expansión en el exterior». Antes de regresar a sus bases filipinas,las tropas españolas se vieron forzadas a intervenir en abril de 1863 para sofocar las sublevaciones levantadas en las provincias cedidas a Francia tras la guerra.