lunes, octubre 30, 2006

LONDRES TOMA GIBRALTAR CON UN ACTO DE PIRATERÍA

NGLATERRA APROVECHÓ la ambigüedad del conflicto para quedarse indefinidamente con el estratégico enclave de Gibraltar. No estaba en guerra con España, sino que, simplemente, era aliado de uno de los pretendientes al trono. En cierto modo se podría decir que era aliado de una de las dos Españas en liza. Con lo que en términos estrictamente jurídicos, no ganó la pLaza por un acto de guerra, sino por un acto de piratería.
A cambio, FelipeV logró afianzarse como soberano de España, tras la Guerra de Sucesión. El primer rey Borbón había sido designado heredero por Carlos II el Hechizado en su controvertido testamento. Pero el archiduque Carlos de Austria, invocaba su derecho sucesorio. Apenas llevaba Felipe un año en el trono, cuando se desató el conflicto.El detonante fue Luis XIV. El monarca francés no sólo obtuvo privilegios comerciales en la América española e introdujo sus tropas en Flandes sino que, además, afirmó los derechos de Felipe a la sucesión del trono francés e incluso cuestionó la legitimidad de la casa reinante en Inglaterra insistiendo en que la dinastía legítima eran los destronados Estuardo. Precisamente por ello, varias potencias europeas apoyaron la causa del pretendiente austriaco.
Bien entrado 1701 se produjeron algunos combates de poca envergadura entre fuerzas francesas y austriacas en Italia. Pero el conflicto estalló en toda su intensidad cuando los ingleses desembarcaron en los Países bajos en 1702. A la causa austriaca se sumaban Inglaterra y Holanda, y el año siguiente lo harían también Saboya y Portugal. La guerra mo iba a ser un paseo militar para el eje borbónico(Madrid-Paris) .
EN ESE CONTEXTO, se perdió Gibraltar. En agosto de 1704, una fuerza combinada anglo-holandesa había atacado el enclave. Hasta esa fecha, Gibraltar había sido una ciudad española más. Su Ayuntamiento estaba compuesto por trece regidores que representaban a unos vecinos dueños absolutos de la villa y de los terrenos colindantes, es decir, del Campo Llano de Gibraltar. El territorio comprendía toda la comarca costera de la bahía de Algeciras en la que en 1704 no existía más ciudad que Gibraltar (5.000 habitantes) ya que su puerto era el único que ofrecía re fúgio contra los vientos de Levante. El comandante de la fortaleza, Diego de Salinas, solicitó autorización al Ayuntamiento para poder rendirse a los anglo-holandeses.
Como quiera que el consistorio no deseaba acatar como rey al archiduque Carlos, se trasladó en corporación, con sus archivos y documentos, a la ermita de San Roque, a unos diez kilómetros de la ciudad. Esperaba regresar una vez que cambiara el signo de las hostilidades.
No lo conseguiría nunca.
Hasta ahí la situación era comprensible en el curso de una guerra. Lo que resultó intolerable desde el punto de vista del Derecho fue que el almirante inglés Rooke tomara Gibraltar en nombre de la reina Ana dado que España no se hallaba en guerra con Inglaterra y la intervención militar inglesa sólo defendía una fuerza combinada anglo-holandesa que había atacado el enclave.
Pero los ingleses no se contentaron con robar la plaza. La limpiaron de españoles, al hacer huir a la población. Las fuerzas de Felipe de Anjou intentaron recuperar Gibraltar y procedieron en septiembre a iniciar un primer asedio que no concluyó, infructuosamente, hasta marzo de 1705. Para entonces, España se había convertido en un territorio ya desgarrado por la guerra.
La Corona de Aragón había abrazado la causa del archiduque, a pesar de que en las Cortes de Barcelona de 1701- concedieron incluso privilegios a la región desconocidos hasta la fecha, como fue un puerto franco en la Ciudad Condal y el envío de dos navíos anuales a las Indias.Pero la propaganda austriaca se reveló muy eficaz en su empeño por demostrar que la administración borbónica iba a perjudicar los intereses de Aragón y Cataluña, debido a su acusado centralismo.
El primer rey Borbón estuvo a punto de perder la guerra(y también la corona) en 1704. Ante el empuje de las fuerzas aliadas, se vió obligado a retirarse de Madrid donde entró el archiduque Carlos en medio de una gélida acogida, en tanto que el resto de Europa las tropas francesas tuvieron que abandonar Italia y los Países Bajos españoles.
La situación comenzó a cambiar en abril de 1707 cuando las fuerzas de Felipe V obtuvieron la victoria de Almansa sobre un ejército aliado. El triunfo permitió a Felipe recuperar parte de los reinos de Valencia y Aragón e incluso, de Lérida. La reacción inmediata del monarca fue decretar la abolición de los fueros de las regiones vencidas. Era una medida justificada por el Derecho de la época, que castigaba a los súbditos rebeldes con la pérdida de sus privilegios.
PERO LAS TORNAS VOLVIERON a cambiar. El general inglés duque de Marlboroung logró una sucesión de victorias que dejaron abierto el camino de París a las tropas aliadas. Ante esa situación, Luis XIV decidió que tenía que firmar la paz a cualquierr precio incluyendo el abandono de su nieto Felipe
En 1717, las tropas del archiduque Carlos entraron de nuevo en Madrid, pero las victorias de Brihuega y Villaviciosa permitiron a Felipe de Borbón recuperar Aragón y Cataluña. Diversos factores políticos decidieron, entonces de la contienda.
En primer lugar, el terrible desgaste humano y económico sufrido por Francia aconsejaba la paz. Del lado británico también había deseos de negociar, tras la llegada al poder del partido inclinado al armisticio. En segunrdo lugar, el acceso a trono de Austria del pretendiente a la Corona española, el archiduque Carlos hizo replantearse las cosas a sus aliados, Inglaterra y Holanda. La posibilidad de que España volviera a quedar ligada al Imperio,como en la época de la época de Carlos V, era tan peligroso para Londres y Amsterdam como la unión de Fracia y España. Así que retiraron su apoyo a la causa austriaca.
Por último, Felipe V contaba con apoyo popular que, dificilmente, podía ser revertido por la acción de las armas aliadas. En 1713 cayó Barcelona, último bastión de la causa del archiduque, tras ser bombardeada.
La larga guerra de Sucesión había terminado. En virtud del Tratado de Utrech(1713) Inglaterra se quedaba con Gigraltar y Menorca, y el imperio de Flandes, Milán, Nápòles y Cerdeña.
Tres siglos después, el Peñón sigue siendo una herida abierta. El recuerdo lacerante del alto precio pagado para afianzar a FelipeV en el trono de España.
Cesar Vidal

LA GUERRA DE MAMBRÚ

OHN CHURCHILL, duque de Marlborough, (y antepasado de Sir Winston) fue el más brillante general de la Guerra de Sucesión. Habla nacido en 1650 e hizo una meteórica carrera politica, gracias al ascendiente de su mujer (Sarah Jennings) sobre la reina AnadeInglaterra.
Marlborough humílló a las tropas del Rey Sol, en las batallas de Blenheim(1704), Ramillies (1706) y Oudernaarde (1708). Pero su estrella declinó cuando la reina se enemistó con Sarah. El general falleció en 1722.
Debido a la dificil pronunciación de su apellido los franceses lo transformaron en Mambrú. Se convirtió en un personaje popular del cancionero infantil tanto en Francia como en España, donde se hizo famosa la tonadilla Mambrú se fue a la guerra...

IVAN EL TERRIBLE, NACIDO PARA MATAR

A HISTORIA DE IVÁN EL TERRIBLE, nacido en 1530, es la historia de una paranoia. Una fuerza destructora que surgió en él desde muy joven. Quizá porque quedó huérfano de padre —Basilio III— a los tres años, porque su madre Elena murió posiblemente envenenada después de ocho años en la regencia o tal vez porque desde ese momento la aristocracia terrateniente que se hizo cargo del país—los boyardos— le trató con desprecio y llegó a descuidar incluso su alimentación y vestimenta. Esta situación duró hasta que el joven cumplió 13 años, cuando mató al principal boyardo de la regencia. Ganado el respeto de sus nobles, cuatro años más tarde Iván fue nombrado zar de todas las Rusias y casó con Anastasia Romanos hija de uno de sus enemigos.
Los primeros años de su reinado, sin embargo, fueronn bastante fructíferos. Estableció una asamblea que, aunque estaba lejos de las formas democráticas, permitía la solución de muchos problemas por el propio zar. Tambien reorganizó el gobierno de sus provincias y hasta se ocupó por la implantación de mejores jueces. Para satisfacción de su pueblo, en 1552 comenzó la expansión de Rusia hacia Asia al declarar la guerra a los Kanatos independientes. La derrota del Kanato de Astracán cuatro años después llevó las fronteras rusas hasta el Caspio. Hacia Europa trabó estrechas relaciones con Inglaterra, pero el comercio no era posible sin tener una salida al mar Báltico o sin que Polonia y Suecia dieran consentimiento. Por ello, en 1558 comenzó una guerra que duró 25 años y terminó con la derrota rusa.
La desconfianza y el sadismo de Iván se acentuaron a partir de 1560, cuando murió su mujer de un mal que el zar atribuyó al veneno. Los únicos culpables sólo podían ser los boyardos, de modo que se lanzó a un exterminio que alcanzó también a sus familias y sirvientes. El pánico se instaló en el país, pero aún se acrecentó más cuando Iván se retiró en 1564 a un arrabal de Moscú. El pueblo pidió su regreso, y el zar aceptó con dos condiciones: la de tener el derecho exclusivo de juzgar a los traidores y ir de crear la oprichnina, un estado dentro de otro que estaba compuesto por sus más fieles, los oprichniks. Iván redujo sus títulos al de príncipe de Moscú y eligió como zar a uno de sus secuaces, un tártaro al que simulaba rendir homenaje. Este negro periodo duró ocho años y supuso el aniquilanento casi definitivo de los boyardos. En cualquier caso, él mantenía su influencia, como demuestra que ordenara la destrucción de Novgorod y de Pskov en 1570 por sospechar que habían pactado con los lituanos. Las escenas de barbarie en ambas ciudades, con ciudadanos asados vivos y sus oprichniks cabalgando con cabezas de perro en sus monturas, duró seis semanas. Nadie pudo decir cuántas personas murieron en ese tiempo.
Sus últimos años no fueron menos nefastos. El país entró en una crisis económica, agudizada por decretos que impedían a los campesinos escapar de sus terrenos en ruina. El paroxismo de sus actuaciones llegó a tal extremo que, incluso, mató a su primogénito Iván en 1582 tras un ataque de ira y se entregó a las profecías y hechizos de magos y brujos que provenían de sus tierras aún paganas en el norte. Iván el Terrible murió en 1584 y le sucedió su hijo Fiodor, que era deficiente mental. Una circunstancia de la que se aprovecharía la escasa nobleza que aún quedaba para poner la primera piedra de su venganza.
Javier Lorenzo