
miércoles, marzo 28, 2007
LOS PROBLEMAS DE SER JOVEN

JUSTICIA Y RELIGIÓN CONTRA EL DUELO

Ya en el año 855, el concilio de Valence había condenado con la pena de muerte a todo participante en desafíos de esta índole. De nuevo Inocencio IV prohibía esa práctica en 1255 y todavía, en 1473, el concilio de Toledo castigaba con la expulsión del seno de la iglesia a los duelistas. De poco o de nada sirvieron los intentos de los Reye
s Católicos por poner fin a la avalancha de desafíos en España con una pragmática, dictada en Toledo, según la cual se penaba a los que se enfrentaban en duelo y a sus padrinos con el destierro, la infamia y la pérdida de sus bienes. Si por su parte Carlos I hubo de tolerar tal institución —sólo como medio para vengar las injurias— no fue porque se sintiera partidario de ella, sino porque así se lo recomendaron sus consejeros españoles.

No obstante, durante el gobierno del emperador, partieron repetidas iniciativas por parte de la iglesia y otras esferas sociales con el fin de frenarlos y fue el último monarca que concedió un «campo» de honor con su presencia, tal como preveían las leyes seculares. La polémica en torno a los duelos, e incluso la realización de dichos enfrentamientos, continuaría vigente durante mucho tiempo todavía. Un siglo después de la aparición del Discurso contra el duelo, se publicaría otra obra, Discurso contra el duelo y desaflos, escrita por Luis Brochero, quien reiteraba las criticas negativas.
Pero tampoco con este nuevo volumen se conseguiría concienciar a las mentes que defendían obstinadamente esas acciones.
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