lunes, septiembre 25, 2006

LA TÉCNICA Y LA GUERRA

a moderna tecnología se aplicó de lleno durante la Guerra de Secesión, con el uso de minas, fortificaciones de campaña, globos de observación, imprentas de campaña, transportes ferroviarios, telégrafos y el desarrollo de la llamada cirugía de guerra.
En el Norte, fue reglamentario el fusil Springfield de 14 mm, aunque algunas unidades contaban con la carabina inventada por Chistopher Spencer en 1860, de calibre 13 mm y con un cargador tubular de 7 cartuchos, alimentado por la culata. Lossudistas importaron grandes cantidades de fusiles británicos Enfieldy contaron con bastantes fusiles del sistema Minié. Los cartuchos fabricados en el Sur eran de mala calidad, y los soldados preferían los capturados a los nordistas, que también podían utilizarse en sus fusiles.
A lo largo de la guerra, Colt vendió al Norte 35.000 revólveres, 113.980 fusiles y 7.000 carabinas. El revólver Colt más usado fue el modelo 1860, que también fabricaron los sudistas. También fue muy corriente el uso del revólver Remington -parecido al Colt, aunque más robusto y también mucho más económico-, así como el inventado por el coronel Jean Le Mat, en el Ejército del Sur.
Gracias a su potencia industrial, el Norte unificó muchas de sus piezas de artillería, mientras el Sur se ceñía a sus escasas posibilidades. Ambos bandos apreciaban especialmente el cañón francés del 12, de ánima lisa y avancarga, al que denominaban Napoleón. Los nordistas contaban también con una pieza más precisa y barata: el cañón Parrott, del 10 y ánima rayada, aunque con un serio riesgo de reventar en pleno fuego.
Sin gran profusión, se utilizó la ametralladora inventada por Richard Gatling en 1862, con cañones rotatorios, la munición en una tolva sin cargador y una manivela que alimentaba la máquina y movía los tubos. Teóricamente, y en condiciones óptimas, podía hacer hasta 600 disparos por minuto.
Durante esta guerra tyvo lugar el primer combate entre acorazados; el 9 de marzo de 1862 el sudista Merrimack se enfrentó al nordista Monitor al que derrotó en la batalla de Hampton Road. El 5 de agosto de 1864 otro modelo monitor, el nordista Manhattan, hundió al acorazado Tennessee en la batalla de Mobile. Losmonitores fueron construidos por el industrial sueco-americano John Ericsson; sus cañones principales ya no estaban situados en las amuras sino en una torreta blindada sobre la cubierta, que podía hacer fuego en varias direcciones.

ELCONFLICTO CON MÉXICO

a expansión territorial no sólo chocaba con los indios sino también con México, en cuya provincia de Texas se infiltraban continuamente los ganaderos estadounidenses. Desde 1826, los mexicanos intentaban impedirlo, y las fricciones aumentaron al año siguiénte, cuando el Gobierno mexicano abolió la esclavitud, que los texanos pretendían mantener con el aliento norteamericano. En 1830,el Gobierno mexicano pretendió terminar con la interferencia extranjera prohibiendo la inmigración de norteamericanos a Texas.
Pero ello no significó el cese de la agitación sino todo lo contrario. En octubre de 1835, los texanos se sublevaron, y el 2 de marzo de 1836 se declararon independientes, apoyados por el general norteamericano Samuel Houston, que contaba con el respaldo de Washington. El general mexicano Antonio López de Santa Anna penetró entonces en Texas con 8.000 hombres y, el 6 de marzo, derrotó a los sublevados, que se habían hecho fuertes en El Álamo; pero una segunda expedición mexicana tuvo peor fortuna, pues Houston derrotó y capturó al general Santa Anna en San Jacinto, el 21 de abril. A cambio de su liberación, Santa Anna reconoció la independencia de Texas, sin que los mexicanos aceptaran el acuerdo.
El 18 de febrero de 1845, el presidente James K.Polk declaró la anexión de Texas a Estados Unidos, lo que provocó una airada protesta mexicana que sirvió de pretexto al Gobierno de Washington para declarar la guerra a México, el 13 de mayo de 1846. Según su costumbre, los norteamericanos levantaron una fuerza de milicias, que atrajo a numerosos voluntarios en los territorios cercanos al conflicto. En el valle del Mississippi y Texas se alistaron 49.000 hombres; en cambio, en los antiguos estados de la costa atlántica únicamente se apuntaron unos 13.000 voluntarios.
México estaba sumido en la anarquía, y Santa Anna regresó del exilio para encabezar la lucha.
A pesar de la resistencia mexicana, dirigida por él mismo junto con Mariano Arista y Pedro de Ampudia, los norteamericanos penetraron en las despobladas provincias del norte, apoderándose de las principales poblaciones, y otra columna avanzó por el noreste, hasta que Monterrey cayó en manos del general Zachary Taylor el 21 de septiembre de 1846. Sin embargo, la principal fuerza norteamericana marchó por la costa del Caribe, donde tropezó con fuertes resistencias, salvadas gracias a las columnas transportadas por la Armada.
El 27 de marzo de 1847, el general Winfield Scott desembarcó en Veracruz y marchó a Cerro Gordo y a Puebla, donde debió detenerse porque muchos de sus voluntarios agotaban el compromiso y era preciso esperar a que llegara su relevo. Tres meses permaneció Scott detenido por esta cuestión burocrática -que evidenció la necesidad de contar con un ejército permanente-,hasta que la victoria de Chapultepec, del 12 de septiembre, le permitió entrar en la capital dos días más tarde e imponer el tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848. Por éste se entregó a Estados Unidos la mitad de! territorio nacional mexicano (los actuales estados de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y parte de Colorado), incluidos sus habitantes.
En los aspectos puramente militares, la guerra sirvió de bautismo de fuego a varios oficiales,antiguos cadetes de West Point, como Robert E. Lee, George McClellan, Ulysses S. Grant y Jefferson Davis, el futuro presidente de los Estados Confederados durante la Guerra Civil. A pesar de la mala experiencia de los voluntarios, dos años después de terminado el conflicto el Ejército norteamericano sólo contaba con 948 oficiales y 9.815 soldados.

EL CAQUI

n 1848, las tropas británicas de la frontera de la India estrenaron un nuevo tipo de uniforme de algodón, teñido de verde-amarillo, cuyo nombre se basó en el vocablo indígena kakhi, que significa polvo. Se utilizaba únicamente en los servicios de campaña, reservándose el uniforme clásico para las grandes paradas y los actos sociales. El caqui, era cómodo, fresco y dificultaba la punteria enemiga, al confundirse con el terreno polvoriento. Su introducción rompió la tradición europea de los colores vivos. En el vestuario de todos los ejércitos el rojo y el azul se había combinado con los bordados o adornos amarillos, blancos, negros o verdes, para buscar la prestancia de los militares. Esto fue así hasta que el calor padecido en las guerras coloniales obligó a sustituir los trajes de paño por otros de algodón, e impuso los colores claros. El inconveniente que ello comportó fue el aumento de la visibilidad de las tropas, que ya eran vulnerables a distancia por el alcance creciente de los fusiles, circunstancia a la que había que añadir el ehcho de que en la guerra colonial el enemigo aprovechaba los accidentes del terreno para disparar desde distancias menores a las usuales en los campos de batalla europeos.

UN EPISODIO CRITICO


n plena Tercera Guerra Carlista, los oficiales de artillería del ejército del norte repudiaron al general Hidalgo de Quintana y solicitaron masivamente el retiro. El gobierno de Ruíz Zorrilla decidió mantener su autoridad y ordenó que un jefe de otro cuerpo se hiciera cargo de los regimientos de artilería y que los sargentos sustituyeran a los oficiales. Esta crisis fue pretexto para la abdicación de Amadeo de Saboya.

LA LEGION FRANCESA EN ESPAÑA

rancia había creado la Legión el 19 de agosto de 1831,empleándola en la ocupación de Argelia. Cuatro años después, dentro del marco de la Cuádruple Alianza, establecida en abril de 1834, la monarquía liberal francesa decidió prestar el nuevo cuerpo, que no llegaba a 5.000 hombres, al Gobierno de Madrid, que defendía el liberalismo contra los carlistas.
El 19 de agosto de 1835 desembarcó la Legión francesa en el puerto de Tarragona. Su jefe, el coronel Bernelle, contaba con 4.100 hombres, vestidos con el uniforme de Argelia y organizados según sus nacionalidades.
Una vez en España, Bernelle reordenó la tropa, mezclándola sin atender a sus orígenes, práctica que, desde entonces, sería normal en la Legión.
La fuerza entró en operaciones en Cataluña y Aragón. Al año siguiente, se trasladó a Navarra, donde se registraron los mayores combates. En mayo, a fin de atender a sus propias necesidades militares, Bernelle organizó tres escuadrones de lanceros polacos, una compañía de abuses, una de ingenieros y otra sanitaria.
Los legionarios fueron eficaces en el combate, aunque sufrieron numerosas bajas. Al no contar con nuevos reclutas, sus efectivos disminuyeron rápidamente por los muertos, heridos y enfermos. Acostumbrados a la buena organización francesa, los hombres se quejaban por no percibir sus sueldos, recibir víveres defectuosos y no poder renovar el ya harapiento vestuario traído de Argelia. Harto de discutir con los representantes españoles, el coronel Bernelle dimitió y regresó a Francia.
El coronel Conrad, segundo jefe del cuerpo, tomó el relevo y prosiguió la campaña, con sus efectivos reducidos ya a tres batallones que los españoles llamaban «los argelinos». Conrad supo hacerse oír por el Gobierno, que le entregó 80.000 duros, destinó la Legión a Cataluña y, finalmente, le ascendió a brigadier.
Los legionarios renovaron parcialmente sus uniformes y equipo, inspirándose en algunas prendas carlistas, como la boina roja con pompón, la cartuchera y las alpargatas. Entretanto, también habían adoptado un himno, el Canto de la Legión francesa en España, escrito por uno de los sargentos mayores. En marzo de 1837 reemprendieron sus combates. El más sangriento tuvo lugar en Barbastro, el 2 de junio de 1837, cuando
quedaron aisladas cuatro compañías de la Legión y un regimiento de la Guardia Real española.
Entre los atacantes figuraba una fuerza de voluntarios extranjeros alineados en el bando carlista y cuyo
choque con los legionarios resultó devastador para ambos.
La Legión francesa no había podido reponer sus bajas y estaba casi aniquilada. La acantonaron en Pamplona, sin sueldo, en pésimas condiciones y sin saber qué hacer con ella. Finalmente, en diciembre de 1838, los
500 supervivientes fueron licenciados y regresaron a Francia.

LA GUERRA EN EL RIO DE LA PLATA

os argentinos insistieron en sus expediciones al Alto Perú y los españoles los derrotaron en Huaqui, el 20 de junio de 1811, penetrando en su territorio. El general Manuel Belgrano les salió al paso, venció en Tucumán, el 24 de septiembre de 1812, prosiguió hacia el interior y venció de nuevo en Salta, el 20 de febrero de 1813.
La reacción española no se hizo esperar, y el virrey Joaquín de la Pezuela derrotó a Belgrano en Vilcapugio, el 1 de octubre, y en Ayouma, el 13 de noviembre.
En 1815, una nueva expedición argentina mandada por José Rondeau fue derrotada en Sipe-Sipe.
En 1811 se había instalado en Montevideo el nuevo gobernador, Francisco Javier de Elío, que dirigió la guerra contra la junta de Buenos Aires. Sin embargo, el 28 de febrero de aquel año, el uruguayo José Gervasio Artigas, quien anteriormente había ayudado a reclutar el cuerpo de blandengues, acaudilló un movimiento campesino, independiente de la junta de Buenos Aires, venció a los españoles en Las Piedras el 18 de mayo y sitió Montevideo. Un armisticio firmado entre el virrey y la junta de Buenos Aires puso fin a su campaña, obligándole a retirarse. Aquel mismo año, también fracasó una expedición de Belgrano a Paraguay.
Los españoles lo derrotaron en Paraguarí y Tacuarí. En 1813, el virrey Abascal envió contra Chile una expedición a las órdenes de Osorio quien, tras larga lucha, derrotó a Bernardo O'Higgins en Rancagua, en octubre de 1814.

LA CONTIENDA EN VENEZUELA

spaña luchaba entonces contra Napoleón y apenas podía reaccionar en las colonias. Hasta marzo de 1812 no desembarcó en Venezuela el general Domingo de Monteverde, que encontró
a los republicanos enzarzados en luchas intestinas y desmoralizados por los efectos de un terrible terremoto.
Francisco de Miranda, no pudo formar un ejército disciplinado. Las tropas venezolanas fueron incapaces de resistir el impulso de Monteverde, que las derrotó varias veces.
Miranda capituló el 25 de julio de 1812, sin el acuerdo del resto del Ejército, a cambio de que
se respetaran las vidas, la libertad y los bienes de los venezolanos. Monteverde no cumplió el acuerdo y desencadenó una violenta persecución. Miranda fue acusado de traición por sus propios compañeros, quienes, en 1813, le entregaron a los españoles; fue encarcelado y, al cabo de cierto tiempo, quedó recluido en el arsenal de La Carraca, en San Fernando (Cádiz), donde murió cuatro años después.

LAS TROPAS SUIZAS AL SERVICIO DE ESPAÑA

egún un informe fechado a 31 de diciembre de 1814, en Palma de Mallorca, acerca de las actividades desde abril de 1808 a diciembre de 1814, Ludwig Von Wimpffen, hace constar que el Regimiento Infantería de Wimpffen nº1 de Suizos –estas Unidades adoptaba el nombre de su coronel- desde el 1734 estaba bajo las armas de Su Majestad Católica. En 1755 pudo conservar su propia organización y sus propias leyes. Después de las capitulaciones de 1796 y 1804, quedó sometido al mismo régimen que los demás Regimientos Suizos al servicio de España. Al empezar el levantamiento de España contra Napoleón, el Regimiento de Wimpffen –antes mandado por Smith y Schwaller- estaba fraccionado en Cataluña y fue el primero, en esta comunidad, en tomar las armas contra los franceses.
Desde 1808 a 1812, la unidad intervino en cuarenta y dos batallas sin contar su participación en la defensa de Zaragoza, Tarragona y las islas Medas. .
Al empezar la guerra de España -mayo de 1808-, los efectivos del Regimiento sumaban 2.101 hombres, organizados en dos Batallones, formados cada uno por una Compañía de granaderos y cuatro de fusileros. A fines de 1808 contaba 2.005 hombres; al terminar el 1810 quedaban 1.429 y en 1812 eran 152 los supervivientes.

En la Historia de la guerra de España contra Napole6n Bonaparte, se corrobora que en el año 1808 la fuerza del Ejército español constaba de 88.314 hombres de Infantería con 18.198 de Caballería, distribuidos en la forma siguiente: la Guardia de S. M. constaba de 3 Compañías de Guardias de la real persona o Corps (excluida la de Alabarderos); 3 Batallones de Infantería española, 3 de Infantería walona y 6 escuadrones de carabineros reales, cuyo total ascendía a 6.529 infantes y 1.600 caballos. La Infantería estaba integrada por 35 Regimientos de línea españoles, 4 de línea extranjera, 6 de Suizos y 12 de tropas ligeras, cuyo total era de 141 Batallones y 71.895 hombres. La Caballería constaba de 12 Regimientos de línea, 8 de dragones y 2 de húsares. Total 120 escuadrones y 16.040 hombres. El Real Cuerpo de Artillería tenia 4 Regimientos, con un total de 6.868 infantes y 550 caballos. El de Ingenieros, 800 hombres .

La ocupación progresiva del país a comienzos del año 1808 hizo que la situación, de los suizos en España se volviese cada vez más delicada. En el mes de mayo de aquel año, la distribución de las tropas suizas era la siguiente: el Regimiento de Wimpffen, de guarnición en Tarragona y varios puntos de Cataluña; el de Reding “joven” en Madrid; el de Reding “viejo” en Granada; el Betschardf en las Baleares; el Traschsler en Cartagena, y el de Preux en Madrid.

Como ya hemos indicado, el Regimiento de Wimpffen, en mayo de 1808 se hallaba en Tarragona y distintos puntos de Cataluña. Su distribución era la siguiente: en Barcelona, 2 Compañías en Lérida, 100 hombres en Tortosa, 800 hombres; en Montblanch, 24 hombres; en Cornudella, 24:hombres; en Tárrega, 24 hombres.; en Igualada, 24 hombres. Habiendo, además, en otros puntos.

Las tropas suizas, formaron parte del engranaje militar en España desde bastante tiempo, desde antes de la guerra de la Independencia, encontrándose las mismas totalmente integradas, y dispuestas a servir cómo fuerza de choque en la invasión napoleónica.