
TAMBIÉN EL ARTE DEBE GUIAR EL AMOR. El amor es cruel, pero es un niño de corta edad fácil de dirigir. Soldado novicio que quiere alistarte bajo la bandera del amor,primero busca la mujer que debes amar; después cautiva su corazón; por último procura que vuestra pasión sea eterna. Éste es el método.
Mientras seas libre aprovecha el instante propicio para decir a la mujer elegida: "Tú sola me gustas". No te vendrá del cielo; la mujer que tú quieras has de buscarla con tus propios ojos. (...) Si te agrada la gracia de las muchachas adolescentes es muy fácil que se te ofrezca alguna virgen candorosa; si las prefieres llenas de juventud, encontrarás de éstas un verdadero enjambre. Donde mejor tenderás tus redes será en el teatro, lugar más propicio para conseguir tus fines. Allí encontrarás, sin duda, la belleza que te seduzca. Como las hormigas van y vienen sin cesar, cargadas con su alimento, (...) así acuden las mujeres, brillantemente ataviadas, para presenciar los espectáculos solemnes. (...) Acuden para ver, y sobre todo para ser vistas.
El circo, en donde se reúne el pueblo entero, es lugar muy favorable a los amores. Allí no tendrás necesidad de (...) espiar el gesto que te interprete el pensamiento de la mujer que estás conquistando. Siéntate cerca de ella, lo más cerca posible; el estrecho limite de tu asiento te obli- gará a sentarte así, y con verdadero gozo notarás contra las tuyas las carnes duras y tibias de su hermoso cuerpo. Busca un pretexto cualquiera para hablar. Los caballos entran en el circo. Pregúntale a quien pertenecen los caballos y cuál de ellos es su preferido. Inmediatament le jurarás que eres dela misma predilección. Si por una casualidad cae polvo en el vestido de la joven, scúdelo suavemente con tus dedos, y si no le ha caído, fíngelo y haz como si se lo sacudieras. Con cualquier pretexto debes mostarte obsequioso. ¿Que el evstido le arrastra por el suelo?, recógeselo en seguida y en premio a tu complecencia contemplarás con deleite su bellísima pierna.(...). Cualquier insignificacia cautiva a un espíritu frívolo.(...).
Tu primer cuidado ha de ser tener amistad con la docnella de la mujer que ames; ella es la que te facilitará el acceso a su intimidad(...). Que ella elija la ocasión en quele ánimo de su señora, libre de preocupaciones, esté mejor dispuesto para rendirse(...). Promete. Sí, promete siempre y promete mucho, porque el prometer no arruina a nadie(...). Ten en cuenta que si regalas algo a tu amante antes de haberla poseido, es muy fácil que te quedes sin regalo ni amante.(...). Quizá recibas una contestación rogándote que ceses en tu insistente asedio. Pero yo te aseguro que ella se quedará temblando de que obedezcas su ruego; redobla entonces tus solicitudes y bien pronto las verás satisfechas. Si alguna vez te encuentras con tu amada, acércate y háblala. Levántate si ella se levanta, y siéntate si vuelve a sentarse. (...) Preséntate aseado. Sea tu habla suave, (...) que tus cabellos, mal cortados, no caigan mechones, ni tu larga barba te erice el rostro;no lleves largas las uñas ni sucias;no asomen los pelos por las ventanillas de la nariz,y,antes que nada, que tu boca no hieda(...). Para obtener su consentimiento, ruega; es su única exigencia; no le ocultes desde el principio la causa de tu inclinación. Mas si ves que tus humillaciones únicamente sirven para hincharla de orgullo,(...)busca otros amores. (...) El gran secreto de vivir es el saber adaptarse. Pues bien usa con cada mujercon un método diferente. Si te quieres pasar de listo con las ingenuas y de audaz con las gazmoñas, unas y otras desconfiarán de ti (...). De aquí puedes sacar la consecuencia de porqué la que teme entregarse a un hombre digno viene a caer en brazos de un canalla.
Nelson
Ovidio (43 a.C.—17 J.C.)Extracto de «Ars amandi»