domingo, marzo 18, 2007

PROTECCIÓN DE LOS VINOS CASTELLANOS

a desde tiempo inmemorial, el vino ha supuesto para nuestro país y aún cuando este se estaba formando como nación, un elemento que significó un empuje económico sin precedente, sin tener en cuenta, lo que culturalmente ha podido aportar.
Desde 1348, aquella sociedad era consciente de la importancia de los caldos que se producían , hasta el punto de que se tomaron medidas jurídicas, las cortes de Alcalá de este año aprobaron otras disposiciones de tipo económico. Una de ellas consistió en proteger los vinos castellanos e impedir la importación de caldos extranjeros. Este será el siglo del auge de los viñedos . Ya desde principio de la alta edad media, tanto en la España cristiana como en la musulmana (pese a las prohibiciones de índole religiosa), se había asociado la viña a otros cultivos, en un contrato entre el señor y el labriego que plantaba cepas en sus tierras, a través de unas condiciones de plantación que, menos en Cataluña, constituyeron la conocida rabassa morta. Tanto la zona de La Rioja como la llamada Tierra del Vino (Zamora, Toro), y Aranda de Duero, eran grandes productoras de vinos.
El renacer de las ciudades y el auge de la economía de cambio convirtió el vino en un preciado objeto de comercio, que se llevaba a vender a las villas desde los campos cercanos. Tanto el Fuero Real como las Partidas regulan minuciosamente el tráfico de los vinos.
LLegados a este punto, sería un tremendo error, no protegr algo que nos pertenece mucho antes de que tuviésemos la conciencia de país. El vino es una seña de identidad, ha pasado por todas las vicisitudes y el compañero infatigable de los aciertos y desdichas de nuestra nación.
La presencia y cultivo de la vid, está documentada desde la antigüedad, con la presencia de los romanos (siglo III antes de Cristo) implantandose la vid de forma estable, aunque ya los pueblos prerromanos de la comarca (vacceos y arévacos), cultivaban los viñedos.
Es por tanto, algo que va de forma intrinseca a nuestra filosofía de vida, a nuestro carácter, en definitiva, forma parte de un todo, que sin él, dejaríamos de ser y de entender de donde venimos y hacia donde vamos.

NELSON