
En el pañol de balas se estibaban las municiones de acuerdo con el reglamento de artillería de 1766. Situados en ambas bandas del sollado, y junto a los costados, existían unos pasillos que corrían de popa a proa, llamados «callejones de combate». Por ellos se desplazaba la dotación libremente durante el combate y se facilitaba el reconocimiento de los costados y la reparación
de los balazos a la lumbre del agua a cargo de los carpinteros y calafates.
En la bodega, de popa a proa, iban situados el segundo pañol de pan y la despensa, en cuya parte central se almacenaban en barricas el vino, vinagre, menestras y demás géneros de consumo alimenticio. A continuación iba el pañol de pólvora, justo debajo del antepañol del sollado citado anteriormente.
Allí se guardaba la pólvora encartuchada en lienzo por calibres o a granel en barriletes, también de acuerdo con el citado reglamento de 1766. A proa del palo mayor, bajo el pañol de balas del sollado, se encontraba otro similar para almacenar las mismas municiones, y a continuación, el del contramaestre, donde iban depositados, además de los útiles propios de su cargo, los cables,
calabrotes y jarcia pendiente y de labor de respeto. Siguiendo hacia proa, y ocupando casi un cuarto de la eslora hasta el trinquete, se estibaban el lastre y la aguada.