martes, septiembre 12, 2006

MISIÓN EN ESCOCIA

Un batallón español se infiltró en 1719 para desestabilizar Gran Bretaña.
En 1719, 300 soldados españoles llegaron a Escocia con una misión:allanar el camino para la invasión de Gran Bretaña. Esta es su historia.
Debo de reconocer que esta historia me sorprendió, por lo insólito de la gesta, así como por la falta de información de éste hecho bélico, aunque no de es extrañar de que muchísimos de ellos se queden en el olvido o simplemente no han tenido la oportunidad de ver la luz, bien por considerarlo poco relevante o porque no era aconsejable difundir los eventos.
Dornie, pueblo pintoresco de las Highlands de Escocia, y en donde la calma y la tranquilidad sólo se vé alterada por las sombras que deambulan por las calles del municipio, siendo su predilección, la mansión fortificada del Clan MacRae, el castillo de Eilean Donan, y que el protagonista, es un soldado español, que desde el 10 de mayo de 1719, se pasea con total impunidad por sus plazas y vericuetos.
Esa tarde, al tener conocimiento de la aproximación de las tropas de Infantería de Marina española, las fragatas inglesas Worcester, Enterprise y Flamborough, abrieron fuego sobre el destacamento que custodiaba los pertrechos y municiones , con el objetivo de desembarcar en las costas de Escocia, intentando desestabilizar dicha región, y destruir la monarquía del rey Jorge I, impidiendo así, que los ingleses pudiesen continuar hostigando los intereses de España en Europa.
El plan, fué gestado por Felipe V, con ayuda del Cardenal Giulio Alberoni, y el segundo Duque de Ormonde, James Butler, este último, desterrrado durante la monarquía de los Estuardos.
Ésta iniciativa, fue como consecuencia de que la monarquía española se resistía a perder los territorios en Italia, tras el tratado de Utrech, y para ello, se intentó diversas maniobras, no solamente relacionados con casamientos entre familias reales para evitar éstas pérdidas, sino que no le temblo el pulso a Felipe V y a su esposa Isabel de Farnesio a tomar todas aquellas iniciativas de cualquier índole incluida la fuerza.
El plan en sus líneas maestras se encuentra refeljado en The Jacobite Attempt of 1919, una obra en la que en 1895 William K. Dikson, Director de la Biblioteca Nacional de Escocia, recogió las cartas en las que Butter confía al primer ministroo de Felipe V, cómo debía ser el apoyo militar español en el proyecto de invasión.
El ataque concebía la existencia de dos frentes. El grueso principal dela expedición estaba integrada por unos 5.000 hombres que partían rumbo a Inglaterra a bordo de 27 naves cargadas con una gran cantidad de dinero, armas y municiones. Al frente se pondría el propio Duque de Ormonde, que había sido capitán general del ejército inglés. Su objetivo era desembarcar en el oeste de Inglaterra, donde los jacobitas tenían más influencia y donde esperaban organizar un gran ejército con el que atacar a Londres. Al mismo tiempo, George Keith, el décimo Conde Mariscal, se infiltraría en eloeste de las Tierras Altas Escocesas con 300 infantes de marina españoles para realizar una maniobra de distracción, alzar a los clanes de la zona y obligar a los ingleses a reforzar sus posiciones, retirando para ello tropas del sur. Las cosas, sin embargo, se trocieron desde el principio.
El día 29 de marzo, tres semanas después de supartida del puerto de Cádiz, la flota que comandaba Ormonde se encontró con una fuertísima tormenta cerca del Cabo Finisterre que acabó desbandándola.
Los barcos, muy dañados, tuvieron que regresar a los puertos de la Península, con lo que se ponía fin al intento de invasión. La expedición contra Escocia, tuvo más fortuna. El Conde Mariscal, que había partido el 8 de marzo de Pasajes, alcanzó Stornoway, en la isla de Lewis, al noroseste de Escocia, al frente de dos fragatas cargadas con el destacamento español y 2000 mosquetes.
El 13 de abril, las naves cruzaron el estrecho paso de mar que separa la Isla de las Tierras Altas y las tropas españolas desembarcaron en las orillas del lago Alsh. Según el profesor Black, el propósito del Conde Mariscal, era atacar Invernes, pero no lo consiguió por el poco apoyo de los highlanders, los habitantes de la región. Y es que cómo los líderes de los clanes jacobitas estaban advertidos del propósito de la expedición, no se atrevían a avanzar sin haber recibido noticias de Ormonde.
Keith, decidió mandar de regreso a las fragatas hacía España y penetrar tierra adentro con las tropas regulares y los clanes que se les unieran. El puesto de mando quedó establecido en el Castillo de Eilean Donan.
Una semana después, cinco naves inglesas llegaron a las proximidades. El 10 de mayo, el capitán Boyle, que dirigía la escuadra, exigió su rendicióm. Los españoles rechazaron la propuesta a balazos, de hecho no dejaron desembarcar al oficial encargado de parlamentar. A las 8 de la tarde las fragatas abrieron fuego y bombardearon las posiciones del destacamento, la desproporción fué tal que pronto quedó capturado y enviado a Leith.
A principios de junio, los líderes jacobistas de la coalición hispano-escocesa conocieron el desastre de la flota de Ormonde. Sin embargo a poesar de esto, enviaron refueros en su ayuda.
El 5 de junio, el Gobierno Británico ordenó al mayor británico Wightman que partiera de Invernes con 850 soldados, 120 dragones de caballería y cuatro baterías de mortero y aplastara la insurrección. Los soldados españoles, comandados por el coronel Nicolás Bolano, y sus aliados decidieron esperarles en Glenshiel, en donde tenían buenas posiciones defensivas.
El 10 de junio se encontraron los dos ejércitos. Según explica el profesor Black, Wightman se encontraba en inferioridad, pero empleó a fondo sus morteros, atacó con éxito los flancos del enemigo y lanzó a sus hombres contra el centro de la formación, donde estaba el grueso español, las tropas regulares españolas mantuvieron la posición bien, pero cuando comprobaron quela mayoría de sus aliados los habían abandonado, comenzaron a retirarse hacia lo alto de la colina. El combate que había comenzado a las 6 de la tarde, se decidió en tres horas, en ese tiempo no mas de 100 soldados cayeron entre ambos bandos.
Aquella noche, los jefes jacobinos desmoralizados por la falta de suministros, decidieron que el batallón español se rindiera y que los escoceses se perdieran entre la niebla, pues si bien las reglas de la guerra aseguraban un trato digno a las tropas regulares, los rebeldes tenían puesto precio a su cabeza. Los 274 soldados españoles que sobrevivieron terminaron su aventura en Edimburgo, donde permanecieron hasta octubre, mes en que fueron devueltos a España.
Abraham Alonso

1 comentario:

Pedro Bolaño dijo...

Me ha gustado mucho al artículo, por su minuciosidad informativa y su amenidad narrativa. He tenido la suerte de conocer en persona el castillo de Eilean Donan en el Loch Duitch y me he imaginado lo que cuenta el autor.