domingo, diciembre 23, 2007

UN EXCÉNTRICO BARÓN INGLÉS

n mayo de 1888, sir William Matthew Petrie partió desde Alejandría hacia Liverpool con un botín decididamente importante. Antes semejantes descubrimientos, nadie podía imaginar las condiciones en que había trabajado el gran arqueólogo durante los años de excavación en Egipto, llegando a dormir en una antigua tumba y trabajando desnudo durante la noche; su única protección había sido un esclavo que le servía de ayudante y de guardián. Sus colegas ingleses se sorprendían de que no utilizara calcetines y su dieta era tan espartana que Lawrence de Arabia se preguntaba cómo no había muerto de botulismo.
Más allá de lo anecdótico, Petrie ha sido una de las figuras de gran relieve en el mundo de la Egiptología, y no solamente en el ámbito anglosajón. Nacido en 1 853 en Charlton, condado de Kent, había dirigido sus primeras excavaciones en Gran Bretaña y, en 1881, realizó su primera misión en la tierra de los faraones, trabajando en Gizeh. A continuación excavó en el Delta del Nilo, en Tanis (1884) y en Naucratis (1885) y en 1888 inició sus investigaciones en El Fayum. Fue profesor de Egiptología en la Universidad de Londres desde 1892 hasta 1933 y, en 1894, fundó la Escuela Británica de Arqueología en Egipto. Además de numerosas contribuciones de carácter especializado, fue autor de una obra autobiográfica titulada Seventy Years in Archaelogy, publicada en 1931.

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