domingo, noviembre 12, 2006

EL LADO NEGRO DEL COMUNISMO


as cifras de víctimas de los regímenes comunistas son escalofriantes. Más de cien millones de muertos se han cobrado los sistemas represivos instaurados en China, URSS, Vietnam y Corea del Norte, variospaíses de África y Europa del Este, Camboya, Cuba y Nicaragua.


LAS CIFRAS HABLAN POR SÍ SOLAS, porque suman más de cien millones los muertos a causa de los sistemas represivos comunistas instaurados en diferentes naciones del mundo. Y eso que en estos datos —recogidos en El libro negro del comunismo— no están incluidos los fallecidos en hambrunas o en guerras de agresión, ni los exiliados, ni los presos políticos no ejecutados.
Son China y la URSS los países donde el comunismo se cebó más con su pueblo, con 50 y 20 millones de muertos respectivamente, seguidos de Vietnam y Corea del Norte (1 5 millones), Camboya (dos millones), Africa (dos millones), Europa del Este (dos millones), el Tíbet (1.300.000), Nicaragua (20 a 25.000) y Cuba (15 a 20.000).
Cuando las noticias referentes a las atrocidades de los Estados comunistas comenzaron a ser tan frecuentes y documentadas que no podían ser negadas indefinidamente, era una práctica común la de insistir en que tales conductas no nacían del pensamiento de Marx, sino de una deformación estalinista del mismo. Era una apología aparentemente coherente, pero, en realidad, ignorante de los propios escritos de Marx, comenzando por el Manifiesto. Stalin no hizo sino interpretar la partitura escrita por Lenin, pero éste, a su vez, se limitó a transitar por las vías trazadas por Marx. El mensaje apocalíptico de éste ya había dejado de manifiesto que los comunistas sustituirían la visión de los proletarios por la suya propia; que se apoyarían en otros partidos de izquierda para llegar al poder y luego, instalados en el mismo, eliminarlos; que procederían a liquidar a los opositores y que implantarían una dictadura regida por el sector «más consciente» de la sociedad.De esa manera, ciertamente cambió la Historia, pero en lugar de la consumación feliz que millones esperaron, sólo creó un espectáculo digno de los peores horrores imaginados por Dante.
De manera nada sorprendente, Marx no sólo fue nefasto en sus planteamientos para el proletariado, sino también para la gente que le rodeaba. Uno de sus apologistas más recientes, Wheen, ha reconocido que era «un tremendo fanfarrón y un sádico matón intelectual». Entre las víctimas de sus ataques acerados —no pocas veces injustificados—, figuraron sus compañeros del movimiento socialista, los amigos, los judíos —fue un antisemita implacable durante toda su existencia— y los que le prestaban dinero.
PERO, SIN DUDA, QUIEN MÁS PADECIÓ fue su familia. No sólo su esposa tuvo que llevar una vida que sobrecogería hoy a cualquier mujer de mente abierta, fuera de izquierdas o de derechas, sino que los hijos del matrimonio parecieron tocados por una maldición que los arrastró al suicidio o al trastorno mental. Unicamente un vástago de Marx se libró de ese sino desdichado, el bastardo al que no reconoció y con el que nunca llegó a encontrarse.
En vida, Karl Marx no gozó de gran influencia, en parte por su carácter despótico, en parte porque sus planteamientos resultaban discutibles para muchos dirigentes obreros y, en parte, porque las alternativas ofrecidas por éstos gozaron de mayor predicamento.
Aunque pueda sorprender a la vista de las dictaduras comunistas del siglo XX, lo cierto es que tal situación no debería sorprender si se consideran los hechos objetivamente. Para empezar, como pronóstico del futuro inmediato, las lineas redactadas por Marx y Engels resultaron fallidas. A más largo plazo, sucedió lo mismo con la visión científica que Karl Marx y Friedrich Engels afirmaban haber descubierto.
Durante décadas, los países capitalistas más avanzados no sólo alejaron el fantasma de una crisis que provocara el desplome del sistema, sino que acabaron por primera vez, en la Historia con el trabajo infantil y lograron no sólo que las clases medias no se proletarizaran, sino que buena parte del proletariado se convertiera en clase media.
Los países que habían adoptado como auténtico dogma de fe los principios marxistas acabaron asistiendo uno después de otro, al final del sistema por su propia incapacidad para atender buena parte de las cuestiones sociales que el mismo pretendía resolver de manera definitiva. Al fin y al cabo, sus trabajadores habían estado sufriendo un nivel de vida muy inferior al de aquéllos que se encontraban integrados dentro de los países llamados capitalistas.
PROFECÍAS NO CUMPLIDAS
El triunfo de la revolución proletaria en 1848
Primer éxito de la misma en Alemania o Gran Bretaña
Empobrecimiento de la clase trabajadora
Desaparición de la clase media
Empeoramiento de las condiciones laborales
Concentración de la propiedad en menos manos

FUENTE: El libro negro del comunismo, de Nicolas Werth Stephane Courtois. Ed. Planeta-Espasa. Madrid, 1998.Más de cien millones de muertos se han cobrado los sistemasrepresivos instaurados en China, la URSS, Vietnam y Corea del Norte, varios países de África y Europa del Este, Camboya, Cuba y Nicaragua.

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