Entre el conjunto de estas unidades sobresalió con especial relevancia la denominada falange. Utilizada de manera profusa por los macedonios, su origen era tebano y se debía a un militar llamado Epaminondas .
Su perfeccionamiento vino de la mano de Filipo, el rey de Macedonia y padre de Alejandro Magno. Polibio ha dejado una descripción detallada de su forma de funcionamiento. De acuerdo con ésta, el soldado, con sus armas, ocupaba un espacio de tres pies en posición de combate, mientras que la longitud de la lanza larga que llevaba—la denominada sonsa— era de 16 codos. Esta circunstancia despejaba una distancia de 10 codos por delante de cada hoplita, cuando cargaba sujetando la lanza con ambas manos. La longitud de las lanzas permitía que el combatiente de la primera fila quedara protegido por las que sobresalían procedentes de la segunda, tercera, cuarta y quinta filas.
Dado que la falange contaba con 16 filas destacaban las cinco primeras, las otras 11 se limitaban a levantar las sarisas por encima del hombro de los que les precedían protegiéndolos y, en su caso, relevándolos.
ASÍ, LA FALANGE se convertía en un erizo invulnerable que esperaba el agotamiento del adversario para luego embestirlo y destrozarlo con su potencia de choque.
Esta unidad resultaba invencible en la medida en que destrozaba el orden de batalla del enemigo, por regla general, incapaz de acabar con aquel erizo de lanzas largas. Pero habla dos puntos débiles. El primero era la necesidad de contar con un terreno llano y sin obstáculos, y el segundo, que carecía de capacidad de maniobra frente a un ataque envolvente. De la misma manera, un miembro de la falange aislado no podia recibir ayuda de sus compañeros y estaba condenado a perecer. Mientras la falange no se enfrentó con esos peligros, fue imbatible en el campo de batalla como demostrarían tanto Filipo como Alejandro. Sin embargo, en el choque con las legiones romanas fue derrotada vez tras vez. Se trató simplemente de la derrota de una magnífica unidad militar a manos de otra muy superior.
César Vidal
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