martes, octubre 03, 2006

OFICIAL y CABALLERO

ONZALO FERNÁNDEZ de Córdoba fue uno de los últimos caballeros que representaron los ideales medievales y, al tiempo, uno de los primeros que alumbró el Renacimiento. Pródigo hasta la extenuación -"la riqueza es servirme de ella" decía-sus gestos resultan hoy tal vez asombrosos, pero no exentos de imaginación.
En ocasiones dejaba ir a los prisioneros con regalos, después de agasajarlos; ofreció un ducado a los soldados por día que no blasfemaran; compraba lo saqueado por las tropas y lo devolvía a sus propietarios y, por supuesto, mantenía estrictamente los ritos religiosos, hasta el punto de que tras su muerte, se encontraron cilicios y disciplinas en uno de sus cajones.
NO SE CONOCE, además, que tuviera otro trato de mujer que con sus esposas: primero, Isabel de Sotomayor y, cuando ésta falleció de un mal parto, María Manrique. Desde luego, la especie que a veces circula sobre sus su puestas relaciones con doña Isabel la Católica son un burdo engaño. Con razón pudo decir, a pesar de todos sus recelos, el rey Fernando el Católico que el Gran Capitán era «el principal varón de nuestros reinos».

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