
Dice la Historia, que aquí en Palas, el rey Witiza, estableció su sede durante algun periodo, con esto se dá a entender que la fundación de esta ciudad se remonta como mínimo al año 700, pero también queda claro que ésta como otros tantos concellos,han prosperado a raíz de establecerse la ruta jacobea, que ha insuflado reconocimiento, desarrollo turístico y también económico a toda esta ruta
El camino esta cajonado por subidas y bajadas que a estas alturas del mismo,la articulaciones de las rodillas sufren lo indecible, pues la fatiga esta acumulada a los largo de las etapas anteriores y ya no se sabe si es mejor subir o bajar, pero pronto aparecerá Melide, quizás lo esperábamos como el Maná, pues nos imaginábamos que Ezequiel, tendría los calderos a punto donde prepara el tan famoso pulpo de Melide.
Melide, cuyos orígenes se barruntan prerromanos, fue una de las poblaciones destruidas en el siglo XV por la revuelta de los irmandiños, levantamiento popular cobtra el poder feudal que arrasó varias fortificaciones y palacios en esta comarca.
En la calle del Camino, que así se llama donde se encuentra ubicada la p
ulpería de Ezequiel, empezaba a saturarse a nuestra llegada, era digno de observar el procedimiento de coción de los cefalópodos en grandes ollas de cobre a todo fuego, y de ahí al mostrador, donde las manos expertas de Ezequiel, los troceada con una tijera a una velocidad vertiginosa.
Las mesas alargadas del interior, se iban ocupando por extricto orden de llegada, desde mi punto de vista, este lugar se ha convertido después del abrazo al Santo, en el segundo lugar en importancia de la peregrinación jacobea.
Después de la salida de Melide, la ruta continua a través de pequeños núcleos de poblaciones, sin catedrales majestuosas ni importantes monasterios, sólo colinas verdes y aldeas minúsculas que se superan sin más rodeo ni dificultad, tan sólo podría ser algo lento al vadear los numerosos ríos de la comarca, que discurren directos al sur, en busca del valle del Ulla.
Desde aquí queda aproximadamente la mitad de camino para llegar a Arzúa, a la que llegué por la tarde, es una ciudad moderna, muy tranformada y sin excesivo interés artístico, pero bien provista de servicios para el peregrino.
En Arzúa, se puede degustar el mejor queso de tetilla de toda Galicia, que fue este alimento el p´rólogo antes de saborear ya bien caida la tarde un lacón con grelos, para reponer fuerzas en la última etapa que nos quedaba antes de llegar a Santiago.
Nelson