miércoles, octubre 31, 2007

EL CONDE DE VILLAMEDIANA

adrid, suscitó muchas historias y anécdotas, sobre todo a partir de 1561, cuando se traslada la corte a la ciudad del Manzanares. Creo que no habría tiempo ni medios, para hacer una recopilación de tantísimas cosas curiosas.
La Plaza Mayor, es el lugar más representativo en cuanto a volúmen de hechos, testigo mudo que a lo largo de los siglos, ha podido presenciar entre sus soportales, todo tipo de aventuras históricas y acontecimientos verdaderamente relevantes.
La Plaza Mayor, tuvo como protagosnista al conde de Villamediana, que en el siglo XVII, disfrutaba de una posición de privilegio en la corte, como tantísimos otros, que pegado al manto de púrpura, supieron sacarles el mayor partido a su osadía o quizás a su habilidad para gozar de una posición inalcanzables para otros, aunque en muchos casos, esto acabara con la vida de algunos, por las intrigas y las sospechas.
Uno de estos casos de intriga, se fundó en los rumores de que el conde de Villamediana, estaba enamorado de la mismisima reina Isabel de Borbón. Cuentan que el conde asistió a una de las frecuentes fiestas taurinas que se celebraban en la Plaza Mayor con un collar formado por reales y una inscripción que decía: “Son mis amores”. Unos apuntan a que con ello quería dejar de manifiesto su interés por el dinero, muchos otros, sin embargo, defienden que lo que el conde de Villamediana pretendía era dar a conocer su amor por la reina (“reales son mis amores”).
De cualquier modo, supuso un desafío, y cuando quiso brindarle un toro a la reina, un regidor provocando al rey afirmó: “Su Majestad, ¡qué bien pica el conde!”. Algo que Felipe IV zanjó con un “¡pero pica muy alto!”.
D. Juan de Tassis y Peralta, Conde de Villamediana y Correo Mayor del Reino, fue muerto en la calle Mayor por un hombre que con "arma terrible de cuchilla, según la herida, le pasó del costado izquierdo al molledo del brazo derecho, dejando tal batería que aun en un toro diera horror". Ni sus contemporáneos ni la posteridad han podido averiguar si el asesino, nunca hallado, obraba por cuenta del Rey, celoso de sus galanteos a la Reina; o de sus compañeros de sodomía, temerosos de su cercana declaración ante el Tribunal que los juzgaba; o de cualquiera de los muchos a quienes injurió en prosa y en verso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tal vez nunca se sepa, pero la historia en sí es "realmente" interesante. Magnífico artículo Nelson. De dónde los sacas? ja ja ja Un saludo.

Anónimo dijo...

Esta visto y comprobado que nunca se puede presumir en esta vida, la envidia es la peor de nuestros enemigos, creo que lo mat� la envidia, �no crees nelson?.
Sigue as�.

Anónimo dijo...

Bueno, no se sabe realmetne quien lo mató, porque hasta nuestros días se desconoce,pero quizás hubo de todo un poco.