UAN SEBASTIÁN ELCANO fue casi un héroe por accidente. Se enroló en la expedición de Magallanes, en buena medida, para huir de la Justicia. Había vendido su barco, una nave de 200 toneladas, con armamento y munición, a Saboya, que entonces era enemiga de España, lo cual constituía un delito de traición. Pensó que yéndose al fin del mundo, nadie se acordaría de él. Dicho y hecho. Logró el puesto de maestre (segundo de a bordo) de la nao Concepción y zarpó rumbo a las Islas de las Especias.Había nacido en Guetaria (Guipuzcoa) en 1476. Tenía, por tanto, 43 años. Su experiencia como marino estaba más que probada. Sus padres tenían un negocio de pesca y él
mismo llegó a ser armador. Había participado en la conquista de Orán (1509); y en las campañas navales de la guerra de Italia con el Gran Capitán. Pero se vio obligado a vender su barco a mercaderes a sueldo del Duque de Saboya, debido a un serio agobio económico.Cuando, tras la muerte de Magallanes, se hizo con el mando demostró sus dotes de navegante y también de caudillo. A diferencia del portugués, que trató a sus hombres con excesiva dureza, Elcano supo conjugar la energía con la cordialidad. Dado lo delicado de las situaciones que hubieron de arrostrar, les exigía mucho, pero al propio tiempo les insuflaba ánimo cuando sus fuerzas flaqueaban.
AL LLEGAR A ESPAÑA, Elcano fue recibido por Carlos V en Valladolid. Le entregaron un escudo de armas en el que figuraba un globo terráqueo con la divisa en latín: Primum circundedisti me (Fuiste el primero que me rodeaste). Además, fue premiado por el Emperador con un sueldo vitalicio de 500 ducados de oro anuales. Pero el navegante no las tenía todas consigo. El antiguo fugitivo no se quedó tranquilo hasta que no solicitó formalmente al César el perdón por la venta de su barco a los saboyanos. Ni que decir tiene que Carlos V se lo concedió.
Pero apenas pudo disfrutar de la gloria. Le perdió la sed de aventura. Sólo tres años después de regresar, se embarcó en una nueva expedición rumbo a las Molucas, repitiendo la ruta de Magallanes.
Iba de lugarteniente de Jofre García de Loaysa. La flota (siete barcos) fue destruida y dispersada y sólo quedó la navecapitana. El escorbuto fue diezmando a los supervivientes.
Elcano alcanzó el Pacífico pero no llegó a ver, de nuevo, las Islas de las Especias. Falleció a bordo, en plena travesía, en agosto de 1526.
No hay comentarios:
Publicar un comentario