i que decir tiene, que siempre me causó cierto desinterés el país vecino, bien porque lo tenemos muy cerca, o porque de alguna forma parece que se hace turísmo cuando se recorren miles de kilómetros, y cada vez ,estoy más convencido que el turismo, se disfruta, allí donde exísta oferta suficiente para sentirse satisfecho y sobre todo, cuando coincide tus expectativas con lo ofertado. 
El viaje que he efectuado a Portugal, ha satisfecho en mucho, la clase de turismo que me apasiona,siempre desde el punto de vista histórico aunque adornado con otras posibilidades, como puede ser el gastronómico o la simple visión general de la idiosincrasia del pueblo luso.
La alforja, ha regresado conmigo, repleta de sensaciones maravillosas, de un enriquecimiento histórico, y cultural, desconocido hasta la fecha para mí, sin olvidar, que se podría llamar sin temor a equivocarnos, que para muchos, Portugal, es el eslabón perdido respecto a los lazos que nos unen y que sin conocer su historia, seguiremos manteniendo unos vacíos enormes en el entendimiento de la formación de España y viceversa.
No me resta más que, agradecer en todo momento, la cordialidad y el esmero con que el pueblo vecino,ofrece a las personas que eligen su País como destino vacacional.Anécdotas, paseos nocturnos por el Lisboa antiguo, sus calles, la música que impregna toda la plaza de Rossio,y a cada paso, el arte hecho mosaico, galerías de acontencimientos de toda índole plasmados en colores blancos y azules que se convierte en un museo del gusto y de la elegancia dificilmente comparable en ningun otro lugar.
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