martes, junio 16, 2009

DEL"FALCON"AL"MYSTERE";DE DOÑANA A "LA MARETA"

on una Administración que ba­tió todos los récords de corrup­ción pura y dura, con un goberna­dor del Banco de España moviendo millones en oscuros manejos, el je­fe de la Guardia Civil ingresando en sus cuentas privadas millones de pesetas de los fondos reservados, Filesa, Matesa y Time Export y todo lo demás, el Gobierno socialista de Felipe González tampoco fue manco en lo que se refiere a co­rrupción blanca, por citar la denomi­nación con que A. J. Heidenhei­mer engloba todos aquellos abu­sos de poder que no cruzan la frontera de la ilegalidad. Du­rante más de 13 años de do­minio socialista, España fue la finca de los jerarcas del régi­men, sin que hubiera a menu­do forma de distinguir dónde empezaba lo privado y acaba­ba lo público.
Curiosamente, una de las fijaciones de aquel tiempo en materia de co­rrupción blanca fueron, entonces como ahora, los aviones del Ejército español. Cam­bie el lector Falcon por Mysfére y la asistencia a mítines del PSOE por una tarde en los toros, y ya puede trazar una línea de continuidad en­tre Alfonso Guerra y José Luis Rodríguez Zapatero. Corría 1988 y Alfonso Guerra, que volvía de vi­sita oficial de Portugal, tenía el ca­pricho de llevar a su hijo Pincho a la Monumental de Sevilla, donde toreaba Curro Ro­mero. Impaciente porque había atasco en la carretera, solicitó un Mystere para que el entonces vice­presidente llegara a tiempo. Podrá discutirse qué es peor, si lo de Gue­rra, por lo frívolo y prepotente del motivo, o lo de nuestro presidente, por procurarse una ventaja sobre su rival electoral con medios públi­cos, adquiridos para fines muy dis­tintos. Pero el impulso común es in­confundible. También puede establecerse un paralelismo entre las vacaciones de Felipe González en Doñana o a bordo de El Azor con la costumbre de zapatero de veranear en el palacio de La Ma­reta, residencia real de Lanzarote, cedida a Patrimonio Nacional, o su excursión de rebajas a Harrod's y Zara de Londres, también en un avión de las Fuerzas Aéreas espa­ñolas. Para ellos quizá fueran reba­jas, pero a los españoles las gan­gas nos salieron por seis millones de las antiguas pesetas.
Revista ÉPOCA.5-11 de junio 2009

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