a implantación del vapor como medio de propulsión, fácil es suponerlo, no estuvo exenta de muchos problemas, y uno de los difíciles fue la sustitución de los primeros maquinistas, ingleses por otros españoles. Varias instancias de don Francisco de Hernandorena,representante de una asociación de maquinistas, dieron lugar a una real orden de mayo de 1904 disponiendo que «en lo sucesivo todos los maquinistas de los buques nacionales sin excepción alguna, han de ser españoles. dando un plazo de cuatro meses, para el reemplazo de los que no lo sean». Muy buena intención, pero debió de ser precipitada, porque inmediatamente, la Compañía Trasatlántica elevó instancia en la que alegaba que eso no era posible aplicarlo a sus vapores correos. Nueva real orden, noviembre de 1904, desestimando lo expuesto por Trasatlántica, por lo cual ésta interpuso recurso contra dicha real orden, cuya suspensión fue decretada por el Tribunal Supremo, en razonada sentencia.
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