viernes, febrero 13, 2009

DON DE MANDO

omo ejemplo paradigmático del verdadero líder militar quizás no haya figura mejor en la historia que la del almirante británico Sir Horatio Nelson.
Nelson fue capaz de obtener una obediencia ciega y el más profundo de los respetos entre sus subordinados. Gran parte de su éxito se debió, sin duda, a su gran genio militar. Un militar sigue en combate a un jefe que demuestra una gran capacidad y preparación.
Pero no fue únicamente gracias a este genio militar como Nelson obtuvo la lealtad sin límites de sus hombres.
Otros hombres con este genio innato (Napoleón, Patton, y tantos, tantos otros) no llegaron a obtener esa fidelidad y fe ciega de sus subordinados.
El militar británico dio muestras de un gran carisma y liderazgo mediante otras virtudes que podrían… «cultivarse».
En primer lugar, siempre dio muestras de un arrojo casi temerario. Fue siempre el primero en entrar en combate, de manera que su ejemplo sirviera de inspiración a sus subordinados. Su buque siempre fue el primero, o gobernó a su buque, a veces incluso desobedeciendo órdenes, de manera que entrara en combate antes de lo que le correspondía.
En Tr a f a l g a r, como almirante al frente de casi 30 navíos, su buque era el primero de la línea. Y lo lanzó contra la parte más fuerte de la línea hispano-francesa. Ante este ejemplo, ¿quién de entre sus comandantes hubiera dejado de seguirle? No todo el mundo nace con el legendario valor de Nelson; muchos grandes militares se encontraban muertos de miedo antes de entrar en combate; la mayoría de los militares consiguen superar su miedo de una u otra manera y arrojarse a la lucha.
Al lanzarse el primero a la batalla, Nelson estaba ayudando a todos sus subordinados que carecían de esa bizarría innata a superar sus miedos y a entrar en combate con la acometividad necesaria.
Podemos observar esta cualidad en otros grandes militares de la historia, como Alejandro Magno (siempre en cabeza de sus tropas, compartiendo las mismas penurias que sus soldados y herido en combate en nueve ocasiones a lo largo de los doce años de campaña en que fundó su imperio), Ghengis Khan, Atila... Como ejemplo antagónico tenemos a los militares que observan la batalla desde la distancia, lanzando sus tropas al combate o dando órdenes desde su despacho que no le afectan en persona; a mayor abundancia, el anti-ejemplo continuaría con el líder que en cuanto
comienza a perder la batalla, o tiene alguna sensación de peligro, abandona a sus tropas y se retira a lugar seguro. La primera gran conclusión que el almirante británico nos permite obtener es que el ejemplo es una de las bases fundamentales del liderazgo.
Una cualidad poco común de la que hizo gala Nelson, y que en mi opinión constituía la espina dorsal de su carisma, era lo que algunos autores han llamado commitment (dedicación al subordinado, compromiso para con él). Es decir, Nelson tenía como máxima el cuidar de sus subordinados en todo.

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