ue el rey Carlos III el que, mediante un Real Decreto de mayo de 1785, aprobó la utilización de una nueva enseña como elemento de identificación de la Armada española. Así decía el texto: «Para evitar los inconvenientes y perjuicios que, ha hecho ver la experiencia, puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa mi Armada Naval y demás embarcaciones españolas, equivocándose a largas distancias o con vientos calmosos con las de otras naciones, he resuelto que en adelante usen mis buques de guerra de bandera dividida a lo largo en tres listas, de las que la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total y la de en medio amarilla, colocándose en esta el escudo de mis Reales Armas reducido a dos cuarteles de Castilla y León con la corona real encima...».Las flotas de la mayor parte de los países empleaban en sus pabellones el color blanco, lo que dificultaba la identificación del enemigo hasta que se encontraba peligrosamente cerca. El diseño de la que sería enseña de la bandera nacional española se eligió mediante la convocatoria de un concurso público de bocetos, con la única condición de que las banderas fueran fácilmente distinguibles a larga distancia.
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