martes, diciembre 11, 2007

AMBROSIO DE SPINOLA

ació en Génova en 1569, hijo del marqués de Sesto y de Benafro. Estudió ciencias exactas, historia, táctica militar y técnicas de fortificación. En 1592, su matrimonio con Juana Bassadonna incrementó sensiblemente (500.000 escudos) su gran fortuna personal. En 1602 organizó a sus expensas, y puso a disposición de Felipe III, una fuerza de 6.000 hombres.
En septiembre de 1603 organizó el sitio de Ostende, que se rendiría al año siguiente. El Rey le nombró maestre general de las tropas de Flandes, superintendente de la Hacienda y caballero del Toisón de Oro. En 1605 dirigió importantes operaciones en las Provincias Unidas y, debido a las dificultades de la Hacienda española, sufragó parte de los gastos de la guerra. Pero las dificultades de la misma le llevaron a apoyar un acuerdo, que se concretaría en la Tregua de los Doce Años, de1609.
Grande de España en 1612, vivió tranquilamente en Flandes hasta el inicio de la Guerra de los Treinta Años (1618). Capitán general de las tropas invasoras, entró en el Palatinado en agosto de 1620. En seis meses ocupó treinta plazas. Al fin de la Tregua de los Doce Años, en abril de 1621, el Conde Duque de Olivares dio orden de reiniciar las hostilidades. Los siguientes años significaron una varia y compleja serie de altibajos en su actividad bélica, hasta conseguir la gloria con la toma de Breda, en la primavera de 1624.En Madrid conservó el favor del Rey pero se enfrentó al todopoderoso Conde Duque, que siempre le había visto como un hombre del odiado Lerma. En 1629, su habilidad y conocimientos le alzaron al puesto de gobernador de un Milanesado levantado en armas contra España. El 4 de septiembre 1630 consigue establecer una tregua previa a la paz.
Olivares limitó en este momento sus poderes y provocó en el gran militar un profundo daño moral, al que se achacó su rápida muerte, producida el día 25 de ese mismo mes. La figura de Spínola, espléndidamente asentada en la Historia, quedaría inmortalizada en el Arte por el genio de Velázquez, que en Las Lanzas le retrató en su momento de mayor gloria.

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