jueves, mayo 10, 2007

LA COMPETENCIA DE LOS VIUDOS

alamós, 1660 — Según los datos recogidos en las hojas parroquiales de esta localidad catalana, el número de viudos que se vuelven a casar por estos años alcanza el treinta por ciento. En el s XVII era más elevado el número de viudos que el de viudas, porque las mujeres sufrían una elevada mortalidad a causa de los partos y las secuelas físicas que dejaban. Por ello, la concurrencia de los viudos en la oferta matrimonial suponía un duro peso para los jóvenes célibes de cada localidad, que veían retrasarse su acceso a la vida conyugal, además de correr el peligro cierto de permanecer solteros.
Los viudos maduros podían gozar frecuentemente de mejor posición económica y a menudo se hacían con las muchachas más bellas y al mismo tiempo mejor dotadas. Para contrarrestar esta tendencia se recurría a la cencerrada o burla ruidosa que se hacía también a los forasteros, en las bodas desiguales o en muchas otras ocasiones. Se han estudiado con atención las funciones de la cencerrada, pero no siempre cumplían un papel ritual o era forzoso que se produjeran. Los jóvenes, agrupados en cuadrillas o abadías de mal gobierno, solían cobrar una tasa a todas las bodas para celebrar un festejo a la salud de los novios. A los viudos se les cobraba el doble y recibían algunas chanzas.Sólo si no mostraban la debida generosidad se veían afrentados por la cencerrada, salvo en contados casos especiales.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Historia real en un pueblo de Cáceres. En 1972, Amparo se casó a los 21 años con un chico de su localidad, que por desgracia se mató en un accidente automovilístico a los seis meses. Por entonces, y en un pueblecito de la Extremadura profunda como aquel, la viudez obligaba a un ritual de duelo inhumano, por lo intransigente, machista y extremado. La viuda tenía que vestir de negro riguroso e incluso llevar velo. Y eso es lo que hizo Amparo durante tres largos años: enterrarse en el luto e ir todos los días a misa y todos los domingos al cementerio. Éstas eran las únicas salidas que le estaban permitidas.
Acabado este duelo, conoció a un chico de Toledo y se hicieron novios.
La cencerrada había sido prohibida en España por los distintos Gobiernos desde muchos años atrás. Consistía en que una horda de energúmenos asaltaba a aquellas personas cuya vida se consideraba poco ortodoxa. Sus víctimas eran las mujeres embarazadas fuera del matrimonio, por supuesto, pero también los novios de edad más o menos avanzada, o el matrimonio entre viudos. Y, sobre todo, viudas; aunque las cencerradas se aplicaban por igual a hombres y mujeres, lo cierto es que eran ellas siempre las más afrentadas, insultadas y agredidas. La cosa consistía en organizar un estruendo bárbaro, en gritar a las víctimas palabras soeces y degradantes, en perseguirlas por las calles del pueblo y en manosearlas.
En 1979 apareció en el pueblo el primer alcalde democrático, del PSOE, al que le encantaba esta burla abusiva. Y en 1980 comenzó de nuevo. Varias muchachas del pueblo fueron humilladas y tocadas por los salvajes, mientras las autoridades municipales miraban para otra parte.
Hasta que, en 1983, corrió entre los vecinos la noticia de que Amparo, la viuda, estaba embarazada de su novio. Inmediatamente le dieron la consabida cencerrada.
Pero ella, en vez de aguantarse como las víctimas anteriores, decidió denunciar a siete de ellos ante el juzgado. En 1987, tras cuatro años de dura pelea en solitario, Amparo logró que los mozos fueran condenados a una multa y a la reprensión pública. Y se acabaron las cencerradas.
El hilo de la Historia se va tejiendo así, con pequeños actos heroicos de personas modestas que van agrandando, poco a poco, la libertad de todos. (R. M.)
Saludos. Zinthia.

Anónimo dijo...

Zinthia, me has dejado con este comentario un poco descolocado, porque tenía entendido que el progresísmo no sería capaz de permitir determinadas manifestaciones que degradan al ser humano(aunque esto es una chorrada por mi parte, porque los mayores abusos, han sucedido y suceden con mentalidades progres). Pero si te agradezco profundamente, lo que has plasmado en la bitácora, porque de alguna forma, más me retifico en mi forma de pensar. Saludos