jueves, abril 19, 2007

LA IMPRENTA, ARMA DE GUERRA

aíses Bajos, 1581 — Este año se publica la llamada Apología, de Guillermo de Orange, en la que se arremete contra Felipe II y su política en los Países Bajos, lo cual va seguido también de algunas réplicas por parte española. También hemos visto en otro lugar cómo las Relaciones de Antonio Pérez inciden en este aspecto de desprestigio de lo español, revelando muchos de los secretos de estado y dando pie al desarrollo de sus rocambolescas vivencias en suelo español.
Pero estos no van a ser los únicos casos en que la imprenta sirva como arma de guerra, un arma arrojadiza para extender las ideas o aumentar las controversias. Esta situación se dará también con las publicaciones de unos y de otros a raíz de la guerra de Cataluña, desde 1640, con los defensores de la Generalidad o del rey Felipe IV. En el campo de la religión, asimismo la imprenta resultará fundamental para la propagación de las ideas de la Reforma, y a su vez de la Contrarreforma, con la censura que se lleva a cabo en algunos lugares contra los autores acusados de heréticos, y en muchas de cuyas obras han llegado hasta nosotros párrafos tachados por la Inquisición. Casiodoro de Reina, en 1569, tendrá que recurrir a los talleres protestantes de Basilea para sacar a la luz del día su versión de la Biblia en castellano, algo que está prohibido en España, donde no existen traducciones en lengua vulgar del libro santo. O bien la obra de Cipriano de Valera, en 1602, que realiza ediciones y correcciones de esta Biblia en castellano, siguiendo la tradición protestante iniciada con Lutero y el propio Gutenberg con sus célebres ediciones de la Biblia luterana, para dar a conocer los libros santos a la gente llana. En unas proyecciones más pacíficas, la imprenta había servido asimismo de elemento de difusión y de abaratamiento de la cultura, hasta entonces limitada a las copias de los manuscritos. Ello hizo posible que ya en el s xv. a través de las ediciones llamadas incunables, se aprovechara el nuevo medio para realizar tiradas de leyes, como en el caso del Ordenamiento de Montalvo en Castilla, de los textos sagrados en sus diferentes lenguas originales, como la Biblia políglota complutense, de principios del s XVI. o en general de lo que hoy llamaríamos best-sellers, cual es el caso de los libros de caballerías o del mismo Cervantes con su Quijote.

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