iempre me apasionó la vida de Lord Nelson, almirante inglés que supo colocar en el pedestal más alto y con los laureles más excelsos a la Armada británica. Nelson dejó más que de manifiesto su valía como almirante, curtida por años a lo largo y ancho de todos los mares y con un palmarés como estratega difícilmente equiparable en marinos de su época y también por no decirlo de todos los tiempos.
Sus victorias en el Nilo, Copenhague, y Trafalgar, pusieron al más alto nivel el conocimiento que poseía de la estrategia naval y la utilización de los recursos que disponía para solventar empresas de alta dificultad, en algunas ocasiones en inferioridad de condiciones respecto a sus enemigos.
Es indudable que lo que Nelson aportó a su país no tiene parangón en la historia naval, pues sabido es que Inglaterra pudo ser invadida y el almirante deshizo esa estratagema, pero quizás lo que realmente me hace reflexionar con respecto a su persona, es la capacidad de sacrificio, y ,por encima de todo, el amor infinito que le profesaba a su patria, el desprecio a su persona, el carácter de líder que proyectaba sobre sus inferiores, tocando con los dedos el endiosamiento de toda una nación que reconocía los méritos de un hombre capaz de todo entregándose hasta las últimas consecuencias.
Nelson, fue un avanzado en su época, como marino, por su visión en estrategia naval, y también, aunque de menor relevancia, en declarar públicamente su amor a Enma, con lo que eso suponía en la mentalidad de la época, y que por supuesto tuvo serios problemas a la hora de hacerse cargo de la flota inglesa.
El almirante, desplegó todas sus velas para atrapar los vientos que le llevasen hacía la mujer de su vida, tirando por la borda, los impedimentos propios de una sociedad hermética e incapaz de entender que el amor no tiene puertos fijos ni establecidos.
Sus dos amores, Inglaterra y Enma, hicieron de el un mito, que particularmente a mí, me supera, estratega en la guerra y en el amor, luchó contra sus enemigos sobre las cubiertas y en la vida contra la lapidación de aquellos que, quizás basándose en una falsa moral pretendían derribarlo como marino y como hombre.
Venció toda las dificultades, Inglaterra le ciñó con los más altos laureles, y sentimentalmente, se blindó ante aquellos que suponían sus detractores y que se permitían el lujo de juzgar una actitud que tan sólo la puede entender un corazón enamorado. Tanto Inglaterra, cómo su libertad para amar a su amor eterno, fueron librados de la invasión de los despropósitos.Gracias, almirante por enseñarme el valor en el mar y en el amor.
Sus victorias en el Nilo, Copenhague, y Trafalgar, pusieron al más alto nivel el conocimiento que poseía de la estrategia naval y la utilización de los recursos que disponía para solventar empresas de alta dificultad, en algunas ocasiones en inferioridad de condiciones respecto a sus enemigos.
Es indudable que lo que Nelson aportó a su país no tiene parangón en la historia naval, pues sabido es que Inglaterra pudo ser invadida y el almirante deshizo esa estratagema, pero quizás lo que realmente me hace reflexionar con respecto a su persona, es la capacidad de sacrificio, y ,por encima de todo, el amor infinito que le profesaba a su patria, el desprecio a su persona, el carácter de líder que proyectaba sobre sus inferiores, tocando con los dedos el endiosamiento de toda una nación que reconocía los méritos de un hombre capaz de todo entregándose hasta las últimas consecuencias.
Nelson, fue un avanzado en su época, como marino, por su visión en estrategia naval, y también, aunque de menor relevancia, en declarar públicamente su amor a Enma, con lo que eso suponía en la mentalidad de la época, y que por supuesto tuvo serios problemas a la hora de hacerse cargo de la flota inglesa.
El almirante, desplegó todas sus velas para atrapar los vientos que le llevasen hacía la mujer de su vida, tirando por la borda, los impedimentos propios de una sociedad hermética e incapaz de entender que el amor no tiene puertos fijos ni establecidos.
Sus dos amores, Inglaterra y Enma, hicieron de el un mito, que particularmente a mí, me supera, estratega en la guerra y en el amor, luchó contra sus enemigos sobre las cubiertas y en la vida contra la lapidación de aquellos que, quizás basándose en una falsa moral pretendían derribarlo como marino y como hombre.
Venció toda las dificultades, Inglaterra le ciñó con los más altos laureles, y sentimentalmente, se blindó ante aquellos que suponían sus detractores y que se permitían el lujo de juzgar una actitud que tan sólo la puede entender un corazón enamorado. Tanto Inglaterra, cómo su libertad para amar a su amor eterno, fueron librados de la invasión de los despropósitos.Gracias, almirante por enseñarme el valor en el mar y en el amor.
NELSON