viernes, noviembre 24, 2006

POR AMOR A SU ESPOSA

a ciudad de Babilonia y susfastuosos Jardines Colgantesconstituyen una muestra del talante megalómano del mítico rey, perotambién de su corazón enamorado.
LA BABILONIA DE NABUCODONOSOR es fruto no sólo de su magnificencia y el genio arquitectónico del rey, sino también el resultado de una historia romántica. El monarca mandó construir los Jardines Colgantes, una de las siete maravillas de la Antigüedad, para que Amires, su esposa meda, no sufriera por el recuerdo de las montañas de su patria. Los Jardines, verdes y frondosos, evocaban el paisaje de aquella lejana tierra, tan distinto de Mesopotamia. Fueron, por tanto, un regalo de amor.
Entre 1899 y 1917 el arqueólogo Robert Koldewey dirigió un conjunto de excavaciones por cuenta de la Deutsche Orient-Gesellschaft en busca de la antigua Babilonia. Los resultados —una ciudad de no menos de 850 hectáreas— fueron realmente espectaculares, especialmente en lo que a la ciudad de Nabucodonosor se refería.
La urbe estaba encerrada por dos grupos de murallas fortificadas. El primero estaba formado por tres muros, el más interior de 7 metros, un segundo situado 12 metros más allá y ligeramente más grueso, y uno tercero de tres metros que formaba la escarpa de un foso de cien metros de ancho. El grupo interior consistía en dos murallas de barro secado al sol de 6,5 metros y 4- metros de ancho.
Ya en el interior de la ciudad llamaban especialmente la atención los palacios. En la época de Nabucodonosor los imas importantes eran los denominados del norte, del sur y de verano. Este ultimo contabacon un sistema de ventilación mediante pozos que actualmente sigue utilizándose en Oriente. Pero el mas relevante de todos era el del sur que contenía cinco patios grandes rodeados de numerosas habitaciones. En su ángulo noreste había una especie de cripta subterránea consistente en 14- dependencias abovedadas rodeadas por un muro extraordinariamente espeso. Sobre ellas se sustentaban los Jardines Colgantes.
La ciudad interior estaba magníficamente trazada. Las calles eran paralelas al río y confluían en grandes puertas de bronce en la muralla de la ciudad.
De especial relevancia resultaban también los templos. El más importante era el denominado Esagil, que constituía la morada de Marduk, el dios de la ciudad. Al santuario se accedía por una fachada guarnecida de torres que Nabucodonosor cubrió de oro reluciente haciendo que «brillara como el sol». El célebre rey era profundamente religioso y aparte de esta obra llevó a cabo otras entre las que destacó la edificación del templo alto en el zigurat llamado Etemenanki, es decir, la casa que es el fundamento del cielo y la Tierra.
El imperio neobabilónico no sobrevivió apenas a la muerte de Nabucodonosor. Sin embargo, sus construcciones perduraron. Persas y griegos la contemplarían como una ciudad extraordinariamente hermosa y Alejandro esta ciudad, expresaría su deseo de morir en ella.
C.V.

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