a expansión territorial no sólo chocaba con los indios sino también con México, en cuya provincia de Texas se infiltraban continuamente los ganaderos estadounidenses. Desde 1826, los mexicanos intentaban impedirlo, y las fricciones aumentaron al año siguiénte, cuando el Gobierno mexicano abolió la esclavitud, que los texanos pretendían mantener con el aliento norteamericano. En 1830,el Gobierno mexicano pretendió terminar con la interferencia extranjera prohibiendo la inmigración de norteamericanos a Texas.
Pero ello no significó el cese de la agitación sino todo lo contrario. En octubre de 1835, los texanos se sublevaron, y el 2 de marzo de 1836 se declararon independientes, apoyados por el general norteamericano Samuel Houston, que contaba con el respaldo de Washington. El general mexicano Antonio López de Santa Anna penetró entonces en Texas con 8.000 hombres y, el 6 de marzo, derrotó a los sublevados, que se habían hecho fuertes en El Álamo; pero una segunda expedición mexicana tuvo peor fortuna, pues Houston derrotó y capturó al general Santa Anna en San Jacinto, el 21 de abril. A cambio de su liberación, Santa Anna reconoció la independencia de Texas, sin que los mexicanos aceptaran el acuerdo.
El 18 de febrero de 1845, el presidente James K.Polk declaró la anexión de Texas a Estados Unidos, lo que provocó una airada protesta mexicana que sirvió de pretexto al Gobierno de Washington para declarar la guerra a México, el 13 de mayo de 1846. Según su costumbre, los norteamericanos levantaron una fuerza de milicias, que atrajo a numerosos voluntarios en los territorios cercanos al conflicto. En el valle del Mississippi y Texas se alistaron 49.000 hombres; en cambio, en los antiguos estados de la costa atlántica únicamente se apuntaron unos 13.000 voluntarios.
México estaba sumido en la anarquía, y Santa Anna regresó del exilio para encabezar la lucha.
A pesar de la resistencia mexicana, dirigida por él mismo junto con Mariano Arista y Pedro de Ampudia, los norteamericanos penetraron en las despobladas provincias del norte, apoderándose de las principales poblaciones, y otra columna avanzó por el noreste, hasta que Monterrey cayó en manos del general Zachary Taylor el 21 de septiembre de 1846. Sin embargo, la principal fuerza norteamericana marchó por la costa del Caribe, donde tropezó con fuertes resistencias, salvadas gracias a las columnas transportadas por la Armada.
El 27 de marzo de 1847, el general Winfield Scott desembarcó en Veracruz y marchó a Cerro Gordo y a Puebla, donde debió detenerse porque muchos de sus voluntarios agotaban el compromiso y era preciso esperar a que llegara su relevo. Tres meses permaneció Scott detenido por esta cuestión burocrática -que evidenció la necesidad de contar con un ejército permanente-,hasta que la victoria de Chapultepec, del 12 de septiembre, le permitió entrar en la capital dos días más tarde e imponer el tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848. Por éste se entregó a Estados Unidos la mitad de! territorio nacional mexicano (los actuales estados de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y parte de Colorado), incluidos sus habitantes.
En los aspectos puramente militares, la guerra sirvió de bautismo de fuego a varios oficiales,antiguos cadetes de West Point, como Robert E. Lee, George McClellan, Ulysses S. Grant y Jefferson Davis, el futuro presidente de los Estados Confederados durante la Guerra Civil. A pesar de la mala experiencia de los voluntarios, dos años después de terminado el conflicto el Ejército norteamericano sólo contaba con 948 oficiales y 9.815 soldados.
Pero ello no significó el cese de la agitación sino todo lo contrario. En octubre de 1835, los texanos se sublevaron, y el 2 de marzo de 1836 se declararon independientes, apoyados por el general norteamericano Samuel Houston, que contaba con el respaldo de Washington. El general mexicano Antonio López de Santa Anna penetró entonces en Texas con 8.000 hombres y, el 6 de marzo, derrotó a los sublevados, que se habían hecho fuertes en El Álamo; pero una segunda expedición mexicana tuvo peor fortuna, pues Houston derrotó y capturó al general Santa Anna en San Jacinto, el 21 de abril. A cambio de su liberación, Santa Anna reconoció la independencia de Texas, sin que los mexicanos aceptaran el acuerdo.
El 18 de febrero de 1845, el presidente James K.Polk declaró la anexión de Texas a Estados Unidos, lo que provocó una airada protesta mexicana que sirvió de pretexto al Gobierno de Washington para declarar la guerra a México, el 13 de mayo de 1846. Según su costumbre, los norteamericanos levantaron una fuerza de milicias, que atrajo a numerosos voluntarios en los territorios cercanos al conflicto. En el valle del Mississippi y Texas se alistaron 49.000 hombres; en cambio, en los antiguos estados de la costa atlántica únicamente se apuntaron unos 13.000 voluntarios.
México estaba sumido en la anarquía, y Santa Anna regresó del exilio para encabezar la lucha.
A pesar de la resistencia mexicana, dirigida por él mismo junto con Mariano Arista y Pedro de Ampudia, los norteamericanos penetraron en las despobladas provincias del norte, apoderándose de las principales poblaciones, y otra columna avanzó por el noreste, hasta que Monterrey cayó en manos del general Zachary Taylor el 21 de septiembre de 1846. Sin embargo, la principal fuerza norteamericana marchó por la costa del Caribe, donde tropezó con fuertes resistencias, salvadas gracias a las columnas transportadas por la Armada.
El 27 de marzo de 1847, el general Winfield Scott desembarcó en Veracruz y marchó a Cerro Gordo y a Puebla, donde debió detenerse porque muchos de sus voluntarios agotaban el compromiso y era preciso esperar a que llegara su relevo. Tres meses permaneció Scott detenido por esta cuestión burocrática -que evidenció la necesidad de contar con un ejército permanente-,hasta que la victoria de Chapultepec, del 12 de septiembre, le permitió entrar en la capital dos días más tarde e imponer el tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848. Por éste se entregó a Estados Unidos la mitad de! territorio nacional mexicano (los actuales estados de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y parte de Colorado), incluidos sus habitantes.
En los aspectos puramente militares, la guerra sirvió de bautismo de fuego a varios oficiales,antiguos cadetes de West Point, como Robert E. Lee, George McClellan, Ulysses S. Grant y Jefferson Davis, el futuro presidente de los Estados Confederados durante la Guerra Civil. A pesar de la mala experiencia de los voluntarios, dos años después de terminado el conflicto el Ejército norteamericano sólo contaba con 948 oficiales y 9.815 soldados.
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