miércoles, marzo 12, 2008

A PIETATIS CAUSA

or fin llegó el momento de poner los pies en polvorosa, mañana dia 13 de Marzo, podré llevar a la realidad este sueño que desde hace años, ha supuesto una hazaña casi irrealizable por muchas razones, pero en fin todas ellas han quedado atrás y tanto macuto como podómetro, están listos para iniciar el Camino de Santiago.
Os puedo decir, que mentalmente he recorrido todo el itinerario en infinidad de ocasiones y que casi con los ojos cerrados podría hacerlo, efectivamente, éste se puede hacer de muchísimas formas e intenciones, pero creo que prevalece el silencio, la calma, la contemplación y quizás esto es lo que busco, unos días impregnandome de historia, arte y de magia, el Camino está abierto a todos, a todas las búsquedas y a todos los afanes y, como dice un poema del siglo XIII, « no sólo a católicos sino aún a paganos».
Aún aquellos que lo han efectuado varias veces, aseguran que no hay dos Caminos iguales, porque en cada Camino nosotros y nuestras circunstancias no son semejantes, el momento es distinto, y se tienen problemas y circunstancias diferentes.
Gracias a todos los que me han permitido y ayudado a realizar esta aventura cargada de esperanzas y de ilusiones, pongo desde ahora el cartel en la bitácora de "cerrado por peregrinaje".
Un abrazo a todos, os llevaré en mi pensamiento. Nelson


LAS ARMAS DE LA CONQUISTA DE TÚNEZ(II)

inete moro o bereber. Barbarroja contaba con poderosa artillería y numerosas armas de fuego portátiles. Pero lo más temido de su ejército era la caballería ligera turca y mora cuya forma de combatir conocían bien los españoles por su experiencia, todavía cercana, de la Reconquista. Eran habilísimos jinetes, armados con lanza y protegidos por escudos alargados de cuero—adargas— especialmente útiles para proteger el torso y pierna del guerrero montado en su silla. Sin embargo, esta caballería ligera era incapaz de forzar una formación cerrada y disciplinada de piqueros. Europa comenzaba a imponer su forma de combatir fuera de sus límites geográficos.
Cañones y culebrinas. La artillería de batir’o “de sitio” jugó un papel decisivo en la toma de La Goleta. Una masiva preparación de seis horas por la artillería combinada de la flota y del ejército decidió probablemente el éxito del asalto. El emperador reorganizó en 1534 (1549, según otras fuentes), y a propuesta de Miguel de Herrera la artillería del ejército, para acabar con el caos de calibres y tamaños existente (existían más de setenta denominaciones de piezas de artillería, lo que da idea del problema). Aún así, habría hasta siete tipos: los cañones y culebrinas (estas últimas de tubo más largo y por tanto mayor peso y alcance) eran piezas de batir, usando proyectiles esféricos macizos de piedra o hierro de 36 a 40 libras (unos 16 a 18Kg.). Las bombas huecas explosivas no se generalizaron hasta décadas después. Los medios cañones y culebrinas eran de calibre mediano, ‘‘ los sacres (cuartos de culebrina) y falconetes tiraban bolas de menos de 3 Kg. Pese a sus ventajas de alcance y precisión, las culebrinas pesaban más y consumían mucha más pólvora. En esta época las piezas se fabricaban en bronce fundido ‘de campana’ (eran las de mayor calidad, pero más caras), hierro forjado desde 1541, hierro colado, más bastas y baratas. Para la expedición de Túnez el emperador reunió en Málaga 2 cañones dobles alemanes, 6 cañones águilas, 4 cañones reforzados, 3 culebrinas, 5 medios cañones serpentinos, 9 medios cañones pedreros, 25 medias culebrinas, 12 sacres, 6 buzacos y 14 falconetes. Un gran cañón de batir en campaña, con su masiva cureña de madera con ruedas, podía pesar 5 toneladas.
Nao.Condición necesaria para el éxito de la empresa de Túnez era la superioridad naval, siquiera temporal, sobre turcos y berberiscos. Las largas y afiladas galeras de remos, herederas de los navíos de la Antigüedad mediterránea constituían el grueso de la armada del Emperador, lo serían por muchos años más (Lepanto, la mayor batalla de galeras, se libraría en 1571). Sin embargo, también se usaron en Túnez navíos ‘de guerra’ (o mercantes transformados) con casco más redondeado, elevado castillo y alcázar, dotados con aparejo completo de tres mástiles, con velas cuadras (mayor y trinquete) y latinas (mesana). El barco en primer término es una nao o carraca grande, de tipo portugués, con el castillo de proa tan alto como el alcázar y sin galería en popa; por su tamaño y artillería es casi un galeón. Detrás aparece al menos un galeón, tipo más evolucionado y novedad en la época. Ambos son navíos aptos para la guerra y el transporte a larga distancia, y ya mucho mayores que las pequeñas carabelas que usara Colón cuarenta años antes. Tenían una gran capacidad de transporte de tropas, pues un barco de guerra de 500 toneladas podía llevar 150 marineros y hasta 500 soldados en cortas travesías. Aunque la cantidad de cañones representada no es exagerada, sí lo es su disposición en hasta cuatro puentes con portas o troneras, que habían aparecido hacia 1501. La superioridad artillera y de navegación de este tipo de barcos puramente movidos a vela no era entonces tan evidente en el Mediterráneo, pero lo sería pronto en el Atlántico, con el episodio de la ‘Armada Invencible’ en 1588.